Alba María Albuerne Canal.
Graduada en Enfermería por la Universidad de Oviedo.
Enfermera Especialista en Enfermería Obstétrico-Ginecológica (Matrona) por la Unidad docente de Matronas del País Vasco.
Se define como parada cardiorrespiratoria (PCR) al fenómeno fisiopatológico que se caracteriza por la incapacidad del corazón para mantener un nivel mínimo de flujo sanguíneo en el sistema circulatorio(1). En el caso de la mujer gestante/puérpera se define como PCR materna al suceso agudo que implica al sistema respiratorio, cardiovascular y/o al cerebro, que se traduce en una disminución o en la ausencia de conciencia que tiene lugar en cualquier momento de la gestación y que incluye hasta las 6 semanas posteriores al parto(2). La PCR en la gestante es una urgencia rara (3)(4)(5)(6)(7)(8)(9) y que genera una importante morbimortalidad(10), conllevando un alto riesgo de mortalidad materno-fetal(3)(4)(11)(12). La incidencia de la PCR en la gestante es muy variable entre países(12) y, consecuentemente en la literatura, situándose, en la mayoría de los estudios entre 1 por cada 20000(8)(13) a 30000 embarazos(14)(15)(16). Sin embargo, estudios prospectivos recientes realizados en EEUU y Canadá la sitúan en torno a 1 caso por cada 12000 embarazos(6)(7)(12)(14)(15)(17)(18), en la línea de la incidencia estimada a nivel mundial(13)(17). La tasa de supervivencia en la PCR durante la gestación es muy variable en la literatura, con unas tasas de mortalidad materna que oscilan entre un 6,9%(8) y un 71,3%(12). Aunque la mortalidad materna es considerada un problema de los países en vías de desarrollo, según un estudio(10), la mortalidad materna en Estados Unidos se ha duplicado entre los años 1990 y 2013, mientras que en los países en vías de desarrollo ha disminuido en torno a un 44%. Según otro estudio(18), en base a la información aportada por los “Centers for Disease Control and Prevention” la mortalidad materna pasó de 7,2 muertes por cada 100000 nacidos vivos en el año 1989 a 17,8 muertes por cada 100000 nacidos vivos en 2009(9)(13)(18). Existen múltiples razones que pueden explicar esta tendencia(10). Por un lado, el riesgo de muerte por PCR durante la gestación se incrementa, por un lado, con el incremento en la edad de la mujer(4)(17)(19), y, por otro lado, con el incremento en el uso de las técnicas de reproducción asistida y en el número de mujeres con enfermedades crónicas(4)(17), como la obesidad, las cardiopatías congénitas en mujeres que alcanzan la edad reproductiva o que presentan alguno del resto de factores de riesgo que contribuyen al desarrollo de enfermedades cardiovasculares(4)(20). Existen múltiples causas para la PCR en la gestante y son, en general, las mismas que las de cualquier mujer en el mismo grupo de edad, añadiéndose a estas las causas relacionadas con el embarazo(14). Aunque existen múltiples clasificaciones para la etiología de la PCR, esta se puede englobar en dos grandes categorías: causas relacionadas con la gestación u obstétricas y causas no relacionadas con la gestación(1)(10)(15), siendo difícil determinar la causa principal de PCR ya que es variable en función del estudio consultado(5)(12)(16).
La reanimación cardiopulmonar (RCP) es una medida de urgencia que se lleva usando desde hace unos 50 años(19). La RCP durante la gestación es similar en muchos aspectos a la RCP estándar del adulto, aunque existen algunos otros que son distintos(18). En primer lugar debe tenerse en cuenta que, durante la PCR, se ha de considerar tanto a la madre como al feto y que, por tanto, en la reanimación el equipo tiene dos pacientes(7)(20)(21), aunque la prioridad será la madre(7) puesto que la supervivencia del feto dependerá tanto de la recuperación de la madre como de la pertinencia en la ejecución en las maniobras de reanimación(14). Además, la atención requiere la coordinación de varios equipos de trabajo: anestesistas, ginecólogos, neonatólogos y el equipo encargado de llevar a cabo la RCP avanzada(20), lo que resulta difícil pero fundamental(13). Por otro lado, durante la gestación se producen un conjunto de cambios anatómicos y fisiológicos que condicionan, modifican y dificultan las maniobras de RCP(4)(7)(17). Estas variaciones tienen lugar, principalmente, tras la semana 20 de gestación(4), alcanzando su máximo hacia las 32 semanas(14). Los sistemas afectados son el circulatorio, el respiratorio, el gastrointestinal, el reproductor(11)(18) y el urinario(18). De todas estas modificaciones fisiológicas tienen especial importancia los cambios hemodinámicos y respiratorios(14), donde el aumento gasto cardiaco, de la frecuencia cardiaca, del volumen plasmático, la ventilación/minuto, el consumo de oxígeno(13)(14) son las más importantes junto con la compresión del útero grávido sobre los vasos abdominales(13). Estas últimas modificaciones son bien conocidas por la American Heart Association (AHA)(17) y por la European Research Council (ERC)(22), de forma que en sus algoritmos introducen variaciones específicas en la atención a la PCR en la gestante. Es por ello que resulta de vital importancia que, ante una PCR en una mujer gestante, se produzca la intervención de un equipo formado y multidisciplinar que pueda abordar tanto la RCP básica como la RCP avanzada en base a dichos cambios anatómicos y fisiológicos(10). Algunas de las intervenciones específicas a tener en cuenta son el desplazamiento uterino hacia la izquierda, manejo adecuado de la vía aérea y la cesárea perimortem(5).
La supervivencia de la madre y del feto depende de varios factores, entre los que se encuentran la causa del paro, el sitio en el que tiene lugar, la rapidez con la que se inicien las maniobras y las habilidades y recursos de los que dispone el personal sanitario(8). La PCR en el embarazo es una situación que produce ansiedad en el personal sanitario(23)(24) al tratarse de una situación clínica que involucra a dos pacientes (madre e hijo)(10). Esto, unido al déficit de conocimientos y habilidades en RCP en la gestante por parte de los profesionales(17)(20), debido, en parte, a la escasa frecuencia con la que se produce(19)(21), pueden ser factores clave en los malos resultados una vez que se ha producido el paro cardiaco, que generalmente conlleva la muerte de la paciente(17). Dado que, habitualmente, el equipo de soporte vital avanzado tarda unos minutos en llegar, es imprescindible que tanto matronas como ginecólogos y anestesistas estén correctamente formados y entrenados en el manejo de la PCR en la gestante(3). Sin embargo, tal y como se señala en algunos estudios(3)(4), existe un déficit de conocimientos por parte de los profesionales en cuanto al manejo de esta situación, así como de las recomendaciones establecidas por la AHA. Por otra parte, según “The 2015 International Consensus on Cardiopulmonary Resuscitation and Emergency Cardiovascular Care Science With Treatment Recommendations”(25) se señala que dada la escasa frecuencia con la que se produce la PCR en la gestante es difícil realizar investigación en el área de la RCP materna, siendo extrapoladas la mayor parte de las evidencias desde población no gestante, maniquíes, informes de casos o simuladores. Además, dado que las mujeres gestantes y, en general, las mujeres en edad reproductiva no son consideradas como grupos de alto riesgo de PCR, las unidades obstétricas están, generalmente, mal preparadas para manejar esta situación(1)(13). Todos estos datos unidos al hecho de que, según un estudio realizado en EEUU(15)(18), hasta el 58,9% de las gestantes que han sufrido una parada durante el proceso de hospitalización(6)(15) sobreviven, gracias, entre otras circunstancias, a la implantación de protocolos específicos de manejo de la PCR en la gestante, parece razonable plantear una revisión bibliográfica, en base a la última evidencia científica disponible, acerca de la PCR y la RCP en la gestante.
Describir, en base a la última evidencia científica disponible, las pautas de actuación ante una parada cardiorrespiratoria en la gestante, así como los cambios cardiovasculares y respiratorios durante la gestación, las principales causas de parada cardiorrespiratoria en la gestante, la preparación del equipo para la emergencia, las intervenciones clave para prevenir la parada cardiorrespiratoria, la fisiología materna durante la parada cardiorrespiratoria, la cesárea perimortem, los algoritmos de actuación de la American Heart Association y de la European Research Council, la atención después de la reanimación cardiopulmonar y el pronóstico materno/fetal de la parada cardiorrespiratoria
Se trata de un estudio descriptivo de corte transversal, en el que se ha realizado una revisión de la literatura científica consultada en las bases de datos PubMed/MEDLINE, The Cochrane Library y Google Scholar entre octubre y noviembre de 2017.
Se han aplicado los siguientes criterios de inclusión:
Como criterios de exclusión se han aplicado los siguientes:
De todos los resultados obtenidos, finalmente se seleccionaron 38 trabajos.
Variables de estudio
De cada uno de los estudios se extrajo información relativa a:
Los datos fueron organizados en 10 apartados tras la revisión de la bibliografía seleccionada.
A lo largo de la gestación se producen un conjunto de cambios en la fisiología de la gestante que afectan a los sistemas cardiovascular, hematológico, respiratorio, gastrointestinal y urinario(23). Estas variaciones tienen lugar, principalmente, tras la semana 20 de gestación(4), alcanzando su máximo hacia las 32 semanas(14). Todas ellas han de ser tenidas en cuenta por el equipo que lleva a cabo la reanimación, ya que obligan a abordar la PCR de forma diferente(2)(4)(14)(18)(20)(24).
Por otro lado, la estrecha diferencia entre la presión oncótica del plasma y la presión capilar pulmonar favorece el desarrollo de edema pulmonar(18).
Otros aspectos a tener en cuenta son la congestión, la friabilidad y el edema de la cavidad nasal y de las vías respiratorias que se produce durante la gestación(1)(13)(14)(15)(18)(20)(24)(30). A estos cambios también se les une la hipersecreción, la hiperemia(7)(20), una vía aérea de menor tamaño(13)(15)(20) y un incremento de las resistencias en la vía respiratoria(30).
Por otro lado, la alcalosis respiratoria es compensada a nivel renal con un incremento en la excreción de bicarbonato.
En base a los cambios fisiológicos descritos en el apartado “4.1 Cambios fisiológicos durante la gestación” se describirán los cambios que tienen lugar en la fisiología materna durante la PCR, así como los aspectos relevantes para la práctica clínica derivados de los mismos. De todos los cambios que tienen lugar durante la gestación, dos de ellos son de particular importancia: el síndrome de compresión aorto-cava y los cambios en la fisiología pulmonar(7).
Otra forma de prevenir este síndrome consiste en la lateralización manual del útero hacia la izquierda(7)(28)(29). Cada vez es mayor la evidencia científica que demuestra que unas compresiones torácicas adecuadas e ininterrumpidas son uno de los principales determinantes del resultado de la RCP, por lo que la recomendación de las guías de práctica clínica es la realización de esta maniobra en lugar de la lateralización de la paciente(31). Cuando se emplea esta maniobra, la mujer puede permanecer en decúbito supino(7)(18)(20), lo que es fundamental en el caso de la PCR, ya que permite un mejor acceso a la vía aérea y al tórax de la paciente, mejorando, por tanto, el acceso para la desfibrilación, el masaje cardiaco(7)(10)(14)(18)(20), la canalización venosa(20) y, por tanto, incrementando las posibilidades de éxito de las maniobras de RCP(13). Es por ello que esta es la maniobra de elección para la lateralización uterina durante la RCP de la gestante(7)(18)(21), de hecho, tanto la European Research Council (ERC) como la American Heart Association (AHA) recomiendan esta maniobra frente a la lateralización de la paciente(27). Esta maniobra puede ser abordada desde el lado derecho o izquierdo de la gestante, aunque es preferible hacerlo desde el lado izquierdo ya que permite cierto grado de elevación uterina, y, por tanto, de descompresión(7).
A continuación, se muestra una tabla resumen con los cambios más importantes inducidos por la gestación y la repercusión que tienen en la RCP de la gestante.
Tabla 1: Cambios fisiológicos en la gestación y su repercusión en la RCP
PARÁMETRO |
CAMBIO |
REPERCUSIÓN EN LA RCP |
SISTEMA CARDIOVASCULAR |
||
Gasto cardiaco |
Aumenta entre un 30% y un 50% |
Aumentan los requerimientos circulatorios |
Frecuencia cardiaca |
Aumenta entre 10 y 15 lpm |
Aumentan los requerimientos circulatorios |
Volemia |
Aumenta entre un 40 y un 50% el volumen plasmático y, en menor medida, el volumen eritrocitario |
Anemia dilucional y disminución de la capacidad de transporte de oxígeno Dificultad para valorar grandes pérdidas sanguíneas |
Presión coloidosmótica |
Disminuye |
Propensión a edema pulmonar |
Retorno venoso |
Disminuye a partir de la semana 20 de gestación por la compresión del útero en las gestaciones únicas |
Necesidad de colocar a la paciente en decúbito lateral izquierdo para prevenir la PCR Necesidad de desplazar el útero a la izquierda durante la RCP Cesárea perimortem para resolver el síndrome de forma definitiva Aumentan los requerimientos circulatorios Disminución de la reserva circulatoria |
Resistencia vascular sistémica |
Disminuye, caída entre uno 10-15 mmHg de la TA sistólica |
Retraso en la aparición de los signos típicos de hipovolemia. Disminución del volumen sanguíneo a movilizar durante la PCR |
VÍA AÉREA |
||
Mucosas nasal, faríngea y laríngea |
Congestión, edema, friabilidad, hipersecreción, incremento de las resistencias de la vía respiratoria |
Dificultades de entubación (dificultad de visualización, mayor riesgo de sangrado). Menor diámetro de tubo oro-traqueal. Evitar la vía nasal para la entubación. |
SISTEMA RESPIRATORIO |
||
Volumen minuto |
Aumento del 50% |
Alcalosis respiratoria |
Consumo de oxígeno |
Aumenta entre un 20% y un 33% |
Aparición de hipoxia con mayor rapidez |
Capacidad residual funcional |
Disminuye entre un 10% y un 25% |
Aparición de hipoxia con mayor rapidez. Dificultad para compensar la acidosis respiratoria en caso de hipoxia o hipoventilación. Mayor riesgo de acidosis |
Presión parcial de CO2 arterial |
Disminuye |
Dificultad para compensar la acidosis respiratoria en caso de hipoxia o hipoventilación. |
Bicarbonato sérico |
Disminuye |
|
Diafragma |
Se eleva durante la gestación |
Colocación de tubos de tórax más altos. Menor volumen de ventilación. Dificultad para compensar la acidosis respiratoria en caso de hipoxia o hipoventilación. Mayor riesgo de acidosis |
Distensibilidad torácica |
Disminuida por la hipertrofia mamaria y la elevación del diafragma |
Aumenta la presión en la vía aérea. Dificultad de colocación del laringoscopio |
Shunt fisiológico |
Aumentado |
Intolerancia a las alteraciones en la relación perfusión-difusión |
SISTEMA RENAL |
||
Alcalosis respiratoria |
Aumenta |
Incremento en los requerimientos ventilatorios. Evitar bicarbonato en la RCP |
Flujo renal |
Incremento en torno a un 40% |
Modificación del aclaramiento de fármacos |
Filtrado glomerular |
Aumenta |
|
SISTEMA GASTROINTESTINAL |
||
Motilidad |
Disminuida. Prolongación del vaciamiento gástrico |
Aumenta el riesgo de aspiración |
Esfínter esofágico inferior |
Tono disminuido |
|
Jugo gástrico |
pH disminuido, incremento en la producción |
Mayor riesgo de neumonía por aspiración (Síndrome de Mendelson) |
APARATO REPRODUCTOR |
||
Flujo sanguíneo al útero |
Incrementado, supone el 10% y el 30% del gasto cardiaco al final de la gestación |
Potencial causante de hemorragia masiva de rápido desarrollo |
Tamaño del útero |
Aumentado |
Disminución de la capacidad residual funcional. Incremento del riesgo de síndrome de compresión aorto-cava |
En base a los resultados encontrados en la bibliografía consultada, parece que la incidencia de la PCR está aumentando de forma progresiva(4)(7)(19)(35), al igual que también lo están haciendo las tasas de mortalidad materna(10)(18) en los países desarrollados. Sin embargo, los datos son muy variables entre países(12). Según se señala en dos estudios(18)(29), los Centers for Disease Control and Prevention documentaron un paso de 7,2 muertes a 17,8 muertes por cada 100000 nacidos vivos de 1987 a 2009. Otro estudio(10) señala que, también en EEUU, la mortalidad materna entre 1990 y 2013 pasó de 12 a 28 muertes por cada 100000 nacidos vivos. En cuanto a la PCR, según varios estudios(1)(3)(19) la incidencia de la PCR pasó en 3 años de 1 PCR por cada 30000 gestantes a 1 PCR por cada 20000 gestantes en el Reino Unido. Según otro trabajo(12) la incidencia de PCR en Escocia es de 1 por cada 25000 nacimientos y, según otro estudio(27), en los Países Bajos de 1 por cada 55000 partos entre 1998 y 2011. Actualmente se calcula que, a nivel mundial, la incidencia se sitúa en torno a una parada por cada 12000 embarazadas(13)(17), datos que concuerdan con los ofrecidos por el estudio realizado con la National Impatient Sample of 1998 to 2011(5). Este estudio, basado en la población de gestantes hospitalizadas para el parto, también la estima en 1 PCR por cada 12000 hospitalizaciones para dar a luz o, lo que es lo mismo, 8,5 PCR por cada 100000 hospitalizaciones. Otro estudio reciente realizado en Canadá(12) y basado en los datos del Canadian Institute for Health Information entre el año 2002 y 2015, encontró que la incidencia de la PCR era muy similar a la de EEUU, situándose en 1 PCR por cada 12500 gestantes ingresadas para el parto. Sin embargo, otro estudio reciente realizado en el Reino Unido(16) en el que se incluyeron a todas las mujeres ingresadas para el parto entre 2011 y 2014 encontró, sin embargo, una incidencia de 1 PCR por cada 36000 partos.
En cuanto a la supervivencia, los datos son variables en la literatura. Varios estudios (3)(4) señalan que la tasa de supervivencia se sitúa en torno a un 6,9% de las gestantes que la sufren. Sin embargo, en otros estudios se evidencian tasas de supervivencia superiores. Uno de ellos(19), realizado en Canadá y basado en la Nationwide Emergency Department Sample (NEDS) entre 2006 y 2010 encontró una supervivencia del 36,9%. Otro estudio basado en la National Impatient Sample of 1998 to 201 (5), mostró en sus resultados que la supervivencia se elevaba al 58,9% en su población de estudio. Estos datos concuerdan con los ofrecidos por un estudio realizado recientemente en el Reino Unido(16), que la sitúa en un 58%. En otro estudio, también realizado en Canadá(12), la tasa de supervivencia se eleva incluso hasta el 71,3% de las gestantes que han sufrido una PCR.
Existen varias causas que pueden justificar estos resultados tan dispares. Basándonos en la información aportada por los tres estudios epidemiológicos más recientes(5)(12)(16) podemos observar varias diferencias. Por un lado, la metodología de los estudios es distinta: los estudios de EEUU y Canadá(5)(12) son retrospectivos, mientras que el de Reino Unido es prospectivo, lo que permite una definición clara del caso(16). De hecho, en el caso del estudio de Reino Unido(16), se definió el paro cardiaco como aquella situación en la que la paciente requiere soporte vital básico, definición dentro de la que se incluyó “la asistencia a cualquier paciente que no responde y que presenta respiración anormal”, no siendo así para ninguno de los otros dos estudios(5)(12).
Por otro lado, las principales causas de la PCR también variaron en los estudios. Mientras que, tanto en el estudio canadiense como en el de estadounidense(5)(12), la principal causa de PCR fue la hemorragia (bien preparto, intraparto o postparto), en el estudio de Reino Unido lo fue la anestesia obstétrica(16), causas que pueden modificar las tasas de supervivencia de las gestantes.
Antes de pasar a describir las posibles causas de una PCR en la gestante, es importante resaltar que las mujeres cada día afrontan el embarazo con mayor edad(7), con más enfermedades previas y factores de riesgo que en épocas pasadas(7)(18), a lo que deben sumarse los riesgos de complicación inherentes a la propia gestación(18). Es por ello que, la presencia de uno de estos factores o la combinación de varios de ellos, pongan a la gestante en riesgo de PCR, aunque en muchas ocasiones la causa que la propicie será multifactorial(18). En general, la etiología de la PCR en la gestante es variada(4) y puede ser clasificada en aquellas causas relacionadas con el embarazo, es decir, obstétricas, y aquellas causas que no lo están(1)(10)(15)(33). Dentro de las causas obstétricas se incluye la preeclampsia/eclampsia, el embolismo de líquido amniótico, la hemorragia obstétrica y la cardiomiopatía periparto(1)(15) y el síndrome de HELLP(15) entre otras. Entre las causas no obstétricas, las más comunes son la sepsis, el tromboembolismo pulmonar, los accidentes cerebrovasculares, la patología cardiaca previa(1)(15), la toxicidad por el sulfato de magnesio y las complicaciones derivadas de la anestesia(1). La sospecha clínica de la causa subyacente a la PCR depende del contexto en el que se produzca esta(4), siendo la mayoría de ellas potencialmente evitables o reversibles con un reconocimiento y tratamiento precoz(1). Es por ello que es necesario un abordaje amplio de las posibles causas del paro con el objetivo de identificar y tratar los factores causales para incrementar la supervivencia de madre y feto(2)(18). Dado que el diagnóstico diferencial y el tratamiento de la patología subyacente es, en el caso de la gestante, más complicado y diferente al de la población general(7)(18), es importante que el personal encargado de la reanimación esté formado en las causas y el tratamiento de las mismas (18)(20). La AHA, en el año 2010, estableció la regla nemotécnica “BEAU-CHOPS” para ayudar a recordar las posibles causas de una PCR en la gestante(7)(10)(13)(15)(20)(21). El acrónimo BEAU-CHOPS se corresponde con Bleeding/DIC (sangrado/coagulación intravascular diseminada (CID)), Embolism (embolismo coronario, pulmonar o amniótico), Anesthesic complications (complicaciones de la Anestesia), Uterine atony (atonía uterina), Cardiac disease (enfermedad cardiaca como infarto agudo de miocardio, isquemia, disección aórtica, cardiomiopatía), Hypertension (hipertensión, preeclampsia, eclampsia), Other (otras causas incluidas en las guías Advaned Cardiac Life Support (ACLS)), Placenta abruptio/previa, Sepsis(7)(13)(20). Sin embargo, The Society for obstetric anesthesia and perinatology consensus statement on the management of cardiac arrest in pregnancy(21) señala que podría resultar más efectivo el uso de una lista de verificación o “checklist” para descartar las causas subyacentes a la PCR. Esta lista de verificación se organiza en orden alfabético como sigue: Anesthesic complications (complicaciones anestésicas como bloqueo neuroaxial alto, aspiración, depresión respiratoria, apnea, hipotensión, toxicidad sistémica), Bleeding (Sangrado por coagulopatía, acretismo placentario, abruptio placentario, placenta previa, rotura uterina, traumatismo, atonía uterina, cirugía o reacción transfusional), Cardiovascular causes (causas cardiovasculares como cardiomiopatía, infarto de miocardio, disección aórtica, arritmias), Drugs (drogas, dentro de las que se encuentra la anafilaxia, errores de medicación, consumo de drogas ilegales, hipermagnesemia, opioides e insulina), Embolic (embolica, como el embolismo pulmonar, embolismo aéreo o embolismo de líquido amniótico), Fever (infección, sepsis), General nonobstetric causes of cardiac arrest (causas generales no obstétricas de PCR en las que se encuentran las “H” y las “T”. “H” hipoxia, hipovolemia, hipo/hiperkalemia, hipo/hipertermia, hidrógeno (acidosis), hipoglucemia. “T”: neumotórax a tensión, taponamiento cardiaco, toxinas, tromboembolimo, trombosis (infarto de miocardio) y traumatismos) e Hypertension (hipertensión: preeclampsia/eclampsia/síndrome de HELLP y hemorragia intracraneal)(21).
Tabla 2: Reglas nemotécnicas de las principales causas de PCR materna
A-H |
BEAU-CHOPS |
||
A |
Anestesia |
B |
Bleeding (sangrado) |
B |
Bleeding (sangrado) |
E |
Embolism (Embolismos) |
C |
Cardiovascular |
A |
Anestesia |
D |
Drugs (drogas) |
U |
Uterine atony (atonía uterina) |
E |
Embolism (embolismos) |
C |
Cardiac (Problemas cardiacos) |
F |
Fever (Sepsis) |
H |
Hipertensión |
G |
General (condiciones no obstétricas) |
O |
Otras |
H |
Hipertensión |
P |
Placenta |
|
|
S |
Sepsis |
En los países desarrollados, la mayor parte de las muertes maternas son atribuibles a complicaciones de la gestación, seguidas por la exacerbación de las enfermedades previas subyacentes como la obesidad, la enfermedad renal crónica(18)(32), las patologías neurológicas (como la epilepsia) o las enfermedades pulmonares (como el asma)(18). De hecho, esto mismo es corroborado por el estudio de incidencia de PCR en Canadá(12), donde se encontró que las enfermedades maternas más comúnmente asociadas a la PCR fueron los trastornos hipertensivos del embarazo y la diabetes gestacional.
La principal causa de PCR en la gestante varía en función del estudio consultado. En el estudio basado en la National Impatient Sample of 1998 to 2011(5) la principal causa de PCR fue la hemorragia (tanto anteparto como postparto), siendo la causa del 38,1% de las PCR. Otras patologías como el fallo cardiaco, la eclampsia, el embolismo del líquido amniótico, el tromboembolismo venoso, las complicaciones de la anestesia, la sepsis y la neumonía por aspiración contribuyeron, de forma independiente a justificar entre el 6% y el 14% de los casos. Dentro de las causas que presentan mejor supervivencia se encuentran las complicaciones derivadas de la anestesia, el shock anafiláctico y la toxicidad por sulfato de magnesio(4)(5). Entre las causas de PCR con peor pronóstico encontramos la hemorragia ante-parto, el infarto de miocardio, el embolismo pulmonar y los traumatismos(4). De hecho, según el estudio basado en la National Impatient Sample of 1998 to 2011(5) el embolismo de líquido amniótico, seguido del infarto de miocardio y el tromboembolismo venoso son los diagnósticos que más frecuentemente se complican con una PCR.
En general, las causas más frecuentes de mortalidad materna incluyen la hemorragia, la sepsis, el fallo cardiaco y el embolismo de líquido amniótico(18). Además de estas, la preeclampsia/eclampsia, los accidentes cerebrovasculares, las enfermedades cardiacas y la trombosis/tromboembolismos y los traumatismos también pueden ser causa de parada cardiaca(18)(32).
A continuación se describen algunas de las posibles causas de PCR en la gestante en base al acrónimo BEAU-CHOPS de la AHA.
En cuanto al tratamiento, estas pacientes deben llevar un control del embarazo estricto, con realización de ecocardiogramas cuya frecuencia vendrá determinada por el diámetro de la aorta y el contexto clínico. El tratamiento con b-bloqueantes permite mantener un control estricto de la tensión arterial, lo que disminuye el estrés de la pared de la aorta. La hospitalización y maduración pulmonar fetal deben considerarse entre las 28 y las 32 semanas, considerándose la cirugía materna si el diámetro de la aorta es superior a 50 mm y aumenta rápidamente.
Cuando finalmente se desencadena la disección aórtica y tiene lugar después de las 30 semanas será necesario realizar una cesárea urgente, tras la que se iniciará la cirugía cardiaca. El bypass cardiopulmonar puede ser realizado de forma simultánea a la cesárea(18).
El diagnóstico de la patología se realiza en base al electrocardiograma, la sintomatología y los marcadores de patología cardiaca. La ecocardiografía es otra prueba que resulta útil en la valoración de anomalías en el funcionamiento de las paredes cardiacas.
El tratamiento de elección es la realización del cateterismo frente a la trombolisis, ya que este permite diagnosticar la disección de la arteria coronaria. Los fármacos que se pueden usar son la morfina, los bloqueantes b-adrenérgicos y antiagregantes plaquetarios a dosis bajas. Otros fármacos como el clopidogrel o la ticlopidina pueden usarse, aunque no existen datos acerca de sus efectos en el feto. En caso de alteración en el gasto cardiaco pueden usarse agentes inotrópicos. Si es necesario colocar un stent, lo ideal será implantar uno metálico, ya que posteriormente no requerirá tratamiento antiagregante como sí ocurre con el stent farmacológico.
La PCR en el embarazo es un escenario complicado que produce ansiedad(23)(24) y estrés(20) en el personal sanitario al tratarse de una situación clínica que involucra a dos pacientes, madre e hijo(10)(20). La supervivencia de la madre y del feto depende de varios factores, entre los que se encuentran la causa del paro, el sitio en el que tiene lugar, la rapidez con la que se inicien las maniobras y de las habilidades y recursos de los que dispone el personal sanitario(8). La escasa frecuencia con la que se produce(19)(20)(21), junto con su presentación en lugares donde no se realizan habitualmente estas medidas y la necesidad de coordinación entre equipos que habitualmente no están acostumbrados a trabajar juntos(13)(20), pueden ser algunos de los factores clave en los malos resultados una vez que se ha producido el paro cardiaco(17). Es por ello que tanto el entrenamiento como la coordinación son esenciales para conseguir unos buenos resultados(13)(27).
A continuación se detallan los recursos humanos y materiales necesarios para abordar una PCR en la gestante.
Normalmente son las enfermeras/matronas el personal que descubre a la paciente y son las primeras en responder a la PCR con la puesta en marcha del código de activación y el inicio de las maniobras de RCP básica. Para realizar estas maniobras de RCP de forma eficaz son necesarias, al menos, 4 personas(18).
Se recomienda establecer un coordinador del equipo, recomendándose que el individuo que lidere la situación sea alguien con conocimientos en obstetricia. Este individuo no deberá estar saturado de tareas, sino que será el encargado de dirigir las maniobras de reanimación, de repartir las tareas, de comunicarse con el resto del equipo, de tomar decisiones consensuadas con el resto del equipo y de reevaluar las metas y los resultados(21)(27). También se recomienda que disponga de un check-list para poder verificar las maniobras que se están realizando(21) ya que se ha demostrado en simulaciones que la lectura de las mismas por una persona se traduce en una reducción de errores(27). En cuanto a la coordinación y delegación de las tareas, un estudio señala que es necesario que algunos miembros del equipo se encarguen de tareas clave como documentar y cronometrar las maniobras de reanimación, asistir a la persona encargada de la vía aérea, relevar a la persona que realiza las compresiones torácicas, encargarse de la lateralización del útero…(21)(27), algunas de las cuales se descuidan durante la reanimación. También se indica que una forma de atajar las descoordinación consiste en definir roles estándar para el personal y realizar simulacros multidisciplinares en los que poder ponerlos en práctica(21).
En cuanto al equipo de reanimación neonatal, dado que lo más probable es que el feto nazca deprimido tras la PCR, es necesario que esté preparado para llevar a cabo una RCP avanzada. Entre otras tareas, será necesario comprobar que se dispone del material necesario, designar una persona que dirigirá la reanimación y preestablecer los roles que adquirirá cada miembro del equipo. Este equipo deberá constar, al menos, de un neonatólogo/pediatra familiarizado con los algoritmos de RCP neonatal y entrenado en entubación endotraqueal, además de contar con enfermeras de neonatología(18).
Según señala un estudio(3), hasta en un 50% de las muertes maternas se constata que la atención de la gestante de alto riesgo es deficiente en algún aspecto, siendo el tratamiento erróneo o ineficaz una de las razones de dicha deficiencia. Tal y como señala otro estudio(18), el reconocimiento de aquellas gestantes que se encuentran en riesgo de desarrollar patologías que pueden ser de riesgo vital juega un papel importante a la hora de instaurar el tratamiento. Además, señala que la aplicación de un sistema de puntuación riesgo obstétrico sería útil para identificar aquellas pacientes con mayor de riesgo de mortalidad, aunque no es específico para predecir las muertes derivadas de la PCR(18)(32). Por tanto, para prevenir la PCR en la gestante se deberán llevar a cabo acciones de concienciación a nivel poblacional, mediante la implementación en los conocimientos que los individuos tienen carca de los factores de riesgo y signos de alarma, así como de formación de los profesionales(14). Tendrá especial importancia la formación de los profesionales que, de forma habitual no trabajan con patología crítica pero, debido a las características de su actividad asistencial, se encuentran ante la necesidad de responder ante pacientes con riesgo de deterioro(14). Ante una gestante en riesgo o que se encuentra hemodinámicamente inestable, es necesario poner en marcha un conjunto de intervenciones estándar que podrán prevenir el colapso materno(4):
Si la gestante se encontrase en estado crítico, su asistencia se realizaría en la unidad de cuidados intensivos (UCI) o en cualquier otro dispositivo diseñado para el cuidado de estas pacientes(18). Los equipos de estas unidades deben estar preparados para afrontar 4 aspectos fundamentales(18):
También conocida como histerotomía de urgencia o parto reanimador, el término cesárea perimortem comenzó a usarse en 1986(2)(10)(30)(33)(37). Se trata de un procedimiento raro que potencialmente salva vidas(27)(32)(33). El objetivo primordial de la cesárea perimortem consiste en salvar la vida de la madre, no la supervivencia del feto(2)(24)(33), siendo el interés de la gestante el primero a tener en cuenta durante la reanimación(2). La importancia de que se produzca el nacimiento tras la PCR con el objetivo de beneficiar a la madre es una práctica cada vez más adoptada(16) y cada vez será más frecuente a medida que la formación acerca del procedimiento se extienda(23). Se establece que el feto debe ser extraído a los 5 minutos de la PCR, iniciándose el procedimiento a los 4 minutos de inicio de la PCR(2)(6)(7)(13)(15)(18)(19)(23)(21)(24)(28)(29)(30)(32)(33)(37). El establecimiento de este límite de tiempo, denominado “regla de los 5 minutos”(10)(26), se basa en que esto disminuirá los daños neurológicos maternos secundarios a la anoxia, que, como ya se ha descrito anteriormente, es una situación que se produce más rápidamente en la gestante (2)(7)(16)(18)(23)(26)(30)(33). También se ha demostrado que los daños neurológicos comienzan a producirse a los 5 minutos tras la detención de la circulación(1), obteniéndose también dentro de este lapso de tiempo los mejores resultados de supervivencia entre las 24 y las 25 semanas(2)(14)(18)(21)(28). Sin embargo, se ha descrito la supervivencia de fetos de más de 30 semanas cuando la cesárea se realiza hasta 30 minutos después de la PCR(18). Además, el vaciado del útero puede traducirse en una recuperación espontánea de la circulación y en una mejora de los parámetros hemodinámicos maternos(6)(7)(13)(14)(15)(18)(19)(20)(21)(27)(29), ya que permite llevar a cabo una reanimación materna más efectiva(10)(14)(18)(37), además de incrementar entre un 60% y un 80% el gasto cardiaco(32), y también representa una oportunidad de supervivencia para el feto(7)(16) con el mínimo daño neurológico(1)(32). Sin embargo, aun cuando se han superado los primeros 5 minutos de PCR(18)(23) o cuando es imposible determinar en qué momento se ha producido la PCR la realización de la cesárea continuará formando parte de la reanimación(18). De hecho, se ha demostrado que la supervivencia materna puede darse incluso cuando la cesárea se realiza tras 15 minutos de PCR(18)(29). Sin embargo, cuanto mayor es el intervalo de tiempo entre la PCR materna y la realización de la cesárea mayor es el riesgo de discapacidad materna y fetal(21), existiendo una relación lineal e inversa entre el tiempo transcurrido entre la PCR y el resultado materno-fetal(26). Además del tiempo, en el caso del feto existen otros factores que modifican su supervivencia como la edad gestacional, la presencia de un equipo de reanimación neonatal, que la PCR tenga lugar o no en el hospital o que la madre se haya encontrado en una situación de hipoxia o hipotensión prolongadas antes de sobrevenir la PCR(27).
Según dos revisiones bibliográficas recientes, la “regla de los 5 minutos” es difícil de llevar a cabo(26)(27), ya que, según señala una de ellas(26), el tiempo medio transcurrido entre el inicio de la cirugía y la extracción fetal, tanto en estudios realizados en cesáreas urgentes como en cesáreas perimortem, se sitúa entre 2 y 4 minutos. Es por ello que señala que, en futuras revisiones de las guías de práctica clínica, se cambie la “regla de los 5 minutos” por la “extracción fetal lo más rápida posible”, iniciando el procedimiento los antes posible en lugar de a los 4 minutos(26). Sin embargo, según “The international consensus on cardiopulmonary resuscitation and emergency cardiovascular care science with treatment recommendations”(25) no hay suficiente evidencia para recomendar un intervalo específico de tiempo en el que iniciar las maniobras de extracción del feto.
Los criterios actuales para realizar la cesárea son que el feto sea o esté próximo a la edad gestacional para considerarlo viable(4), aunque otros autores lo consideran en torno a las 20 semanas de gestación(1)(13)(15) (aun a sabiendas de las escasas posibilidades de supervivencia del feto)(13)(29), que la madre pierda sus signos vitales(23) y no los haya recuperado en los 4 minutos posteriores a la parada(1)(4)(27), y que el parto por vía vaginal no pueda ser inmediata(21) . En aquellos casos en los que se estime que, a pesar de la puesta en marcha de las maniobras de RCP la situación materna es tan grave que lo más probable es que no sean efectivas, es razonable realizar la cesárea de forma inmediata(4)(29), especialmente en aquellos casos en los que el feto sea viable(18)(30).
Sin embargo, todavía se producen retrasos a la hora de decidir realizar una cesárea(16)(23) motivado por la ausencia de profesionales con experiencia, por la creencia errónea de que solo beneficia al feto, por la espera de los servicios especializados, recelo a la hora de llevarla a cabo por no realizarse en un ambiente no estéril o por miedo a las implicaciones médico-legales(16). Sin embargo, se ha demostrado que los resultados de la RCP están directamente relacionados con el momento en el que tiene lugar la intervención(18)(23). De hecho, la literatura disponible(16) señala que un tercio de las mujeres que sufren PCR en EEUU mueren con el feto in útero, datos corroborados por un estudio realizado en Reino Unido incluido otra revisión bibliográfica(27). Según un estudio epidemiológico reciente(16) el tiempo que transcurrió entre la PCR materna y la realización de la cesárea perimortem fue significativamente menor entre las gestantes que sobrevivieron con respecto a las que no lo hicieron, lo que también se observó, según indica la AHA(18), en otro estudio. Estos datos se confirman en base a lo observado, según se señalan en dos revisiones bibliográficas(4)(20), por un estudio realizado en Holanda, donde la supervivencia materno-fetal fue muy baja ya que la mayoría de las cesáreas se realizaron entre los 5 y los 15 minutos tras la PCR, donde la realización de la misma fue considerada la como un medio para salvar al feto exclusivamente. Según un estudio incluido en otra revisión bibliográfica(27), existe correlación estadística entre la supervivencia materna y la realización de la cesárea dentro de los primeros 10 minutos. La diferencia entre los resultados de la RCP de la gestante entre países puede deberse no solo a la formación de los profesionales, sino también a la concienciación y a la actitud, realizando la cesárea en el lugar que tiene el paro o al incluir el material necesario para realizar la cesárea en el carro de paradas(16).
El protocolo de cesárea perimortem deberá activarse tan pronto como se identifique la PCR materna, realizándose independientemente de la viabilidad fetal, siempre que el tamaño del útero sea suficiente como para causar el síndrome de compresión aorto-cava(18). Como ya se había mencionado anteriormente, se ha demostrado que este síndrome comienza a producirse desde las 12-14 semanas de gestación(7)(18), siendo más acusado a partir de las 20 semanas en las gestaciones únicas(2)(7)(9)(20)(28)(29). Son varios los factores que determinan el peso del útero, que, en algunos casos, combinados con la posición materna pueden desencadenar el síndrome(18). Estos factores son el peso y tamaño fetales, el número de fetos, la cantidad de líquido amniótico, la relación que existe entre el feto y la anatomía materna, así como el sobrepeso y la obesidad(18). Es por ello que algunos trabajos indican que la cesárea debe realizarse cuando el útero se encuentra al nivel del ombligo (que se produce en torno a las 20 semanas de gestación(33)) o cuando supone un problema hemodinámico a la gestante(18). De hecho, la ERC(28) señala que cuando la edad gestacional es inferior a 20 semanas, la cesárea perimortem no debe considerarse puesto que por su tamaño no produce un compromiso significativo del gasto cardiaco. Esto mismo es corroborado por una revisión bibliográfica(37). Por encima de las 20 semanas la cesárea debe realizarse para permitir una adecuada reanimación materna(28). En cualquier caso, la decisión clínica de realizar la cesárea es compleja debido a la variabilidad existente en la formación del personal, los factores del paciente y los recursos del sistema(29). La cesárea deberá realizarse en aquel lugar donde tenga la PCR(2)(7)(10)(13)(15)(18)(21)(23)(27)(32)(33)(37), evitando el traslado de la paciente al quirófano(2)(7)(15)(18)(21)(37), ya que el tiempo es un factor más importante que el lugar en el que tiene lugar la cesárea(21). El traslado de la paciente al quirófano supone la distracción del equipo de las maniobras de reanimación, interfiere con la realización de unas compresiones torácicas de alta calidad(21)(27)(37) y retrasa la extracción del feto(21)(37). El material básico necesario para realizarla consiste en un bisturí(10)(18)(23)(27)(32)(33), no siendo necesarias ni la anestesia ni la relajación de la paciente(2)(13). Durante la realización de la cesárea será necesario continuar con las maniobras de RCP(13)(18)(23)(27)(29)(33), lo que incluye el desplazamiento manual del útero(18)(27)(33), teniendo cuidado de que la persona que la realiza no sea lesionada durante la realización de la misma(32). En cuanto al procedimiento, no se debe invertir mucho tiempo en adoptar procedimientos antisépticos(32)(33)(37), aunque una revisión bibliográfica(27) señala que la preparación de la piel no solo reduce el riesgo de infección sino que también sirve para alertar al equipo de que la cesárea será inminente. El sondaje urinario previo a la cirugía es otra técnica que consume tiempo y, por tanto, resulta irrelevante(37). No existe mucha evidencia acerca del procedimiento más adecuado para la cesárea perimortem(27)(33). La literatura describe que la técnica más rápida(2)(18)(33), la que permite una mejor visualización(32)(37) y un menor riesgo de daño de la vejiga(27) es la incisión vertical, aunque la elección será del cirujano, que empleará aquella en la que se sienta más cómodo(10)(33)(37) ya que muchos de ellos ya no están familiarizados con la realización de la técnica en vertical(2). Tanto la incisión vertical como la Pfannensstiel son aceptables, aunque, como ya se ha dicho, la técnica vertical permite una mejor visualización tanto de la pelvis como del abdomen(18)(27), lo que puede resultar beneficioso en el tratamiento de la causa de la PCR(18), ya que si es por causa hemorrágica se puede realizar compresión directa sobre la aorta para controlarla(27)(33)(37), señalándose que incluso sería posible realizar masaje cardiaco directo(2)(13)(27)(33), al permitir la compresión del corazón a través del diafragma contra la cara posterior de la pared anterior del tórax(2). También se señala que sería posible realizar una histerectomía más fácilmente en caso de necesitar control de la hemorragia(37). La técnica en vertical consiste en realizar una incisión media, desde 4 cm por debajo del apéndice xifoides hasta la sínfisis del pubis(10) utilizando como referencia línea nigra(32). A continuación, se deben diseccionar los músculos abdominales y entrar en el peritoneo(10), teniendo cuidado de no dañar la vejiga(32) ya que no siempre es posible realizar el sondaje de la paciente(15). Una vez se llega al útero, se debe realizar una incisión horizontal y pequeña en el segmento inferior uterino(33), aunque si el feto fuese prematuro y el segmento no estuviese formado sería necesario realizar una incisión media en el cuerpo uterino(27). Si la placenta se encuentra insertada sobre esta cara del útero se debe cortar(10). La extracción del feto puede realizarse realizando presión sobre el fondo del útero si es necesario(32). Esta técnica, que consiste en realizar una incisión longitudinal, fue la que se usó durante mucho tiempo ya que se creía que era la forma más rápida para acceder al útero(10). Una vez ha nacido el feto, la placenta se debe retirar del útero(23) mediante extracción manual(32). En cuanto al cierre, la fascia, el peritoneo y la piel, este debe realizarse con sutura absorbible(18)(32) y siempre que sea posible, debe llevarlo a cabo un cirujano general o un obstetra(32). El cierre puede ser retrasado si no se dispone de ayuda, utilizando clamps sobre los puntos sangrantes y colocando compresas en el útero(33). Debe ponerse una sonda Foley si todavía no se había colocado(18). También será necesario solicitar sangre aunque la pérdida sea mínima(27)(37). En caso de que la paciente recupere el pulso podrá ser anestesiada(2)(13)(33), trasladada a un lugar adecuado en el que controlar la hemorragia y finalizar el proceso quirúrgico(2)(21)(27), siendo además necesaria la administración de antibióticos y oxitocina, aunque esta última debe realizarse con precaución por sus efectos hipotensores(27)(32)(37). Es por ello que podría ser necesario administrar ergometrina o recurrir a otros fármacos o medidas no farmacológicas como el tamponamiento uterino, ligar las arterias uterinas o iliacas, la embolización o la histerectomía(33). También deberá iniciarse el tratamiento de la causa que originó la PCR si es que se conoce(15).
La cadena de supervivencia consiste en un conjunto de acciones, que desarrolladas de forma ordenada y secuencial se traducen en una mayor tasa de supervivencia y un mejor pronóstico neurológico ante una PCR(14). Los eslabones de esta cadena incluyen el reconocimiento de la parada, la activación del código, el inicio rápido de la RCP, la desfibrilación precoz y los cuidados pos PCR(1)(14). La atención de la paciente embarazada en PCR se debe basar en los algoritmos de soporte vital básico y avanzado, con ciertas modificaciones específicas(2)(4)(6)(13)(14)(18)(27) en base a las modificaciones fisiológicas que se producen durante la gestación(20). En el caso de la gestante, dentro del soporte vital avanzado se incluye, además del manejo avanzado de la vía aérea, el acceso vascular supradiafragmático y la administración de fármacos y la realización de la cesárea perimortem si no se produce recuperación de la circulación espontánea a los 4 minutos de la PCR(18). Desde el año 2010 la AHA ha cambiado la recomendación en la secuencia de reanimación, pasando de A-B-C (vía aérea-ventilación-circulación) a CAB (circulación-vía aérea-ventilación)(1). Esta modificación también ha sido asumida en la guía realizada por Reino Unido para la RCP de la gestante(2). Aunque a continuación se enumerarán las intervenciones a realizar durante la RCP de la gestante, estas deberán realizarse de forma simultánea(10).
La activación se trata de una de las tareas fundamentales a realizar durante la PCR(18). Ante una paciente inconsciente que no respira o no que no lo hace normalmente se debe activar el código de PCR materna(1)(15)(38), que será propio de cada centro(18). Esto permite la movilización rápida y simultánea(18) tanto del equipo de obstetricia como del equipo de anestesia, el equipo de RCP del adulto y el equipo de neonatología(10)(15), donde cada uno de sus integrantes debe conocer su rol(10). Además, también permitirá la movilización del material necesario para llevar a cabo el soporte vital avanzado(18). En este momento se deben empezar a realizar las maniobras de RCP básica(18)(21)(28)(38), documentando el tiempo transcurrido(4). El equipo encargado de abordar la respuesta inicial a la PCR debe iniciar de forma simultánea las maniobras de RCP básica(6)(7), lo que incluye la lateralización del útero, la colocación de un tablero duro, la administración de compresiones torácicas, el manejo básico de la vía aérea y la desfibrilación si se precisa(18). Estas maniobras se llevarán a cabo hasta que se produzca la llegada del equipo de RCP avanzada(6).
En caso de que la gestante tenga un monitor fetal puesto este debe retirarse, ya que es innecesario comprobar el estado del feto dado que la decisión de realizar o no una cesárea es independiente del estado de este(4)(10)(18)(21)(27). Además esto podría reducir el riesgo de lesiones durante la desfibrilación a los miembros del equipo(27), al evitar la producción de arco eléctrico(4). Sin embargo, según la AHA, el riesgo es pequeño, no debiendo retrasarse la desfibrilación por la presencia del monitor(18)(21).
A continuación, se debe colocar a la paciente sobre una superficie dura(10), en algunos estudios y guías, en decúbito supino, realizando el desplazamiento manual del útero(1)(4)(6)(13)(15)(18)(20)(21)(27)(28)(32)(38), si este se encuentra por encima del ombligo(10)(21). En otros estudios y guías(2)(4)(15)(21)(28)(38) recomiendan, adicional o alternativamente, la lateralización de la paciente en torno a unos 15º-30º utilizando un dispositivo específico. Existen dos técnicas para el desplazamiento lateral del útero: el desplazamiento con una mano o el desplazamiento con dos manos(4)(10)(13). La técnica preferida es la realizada con dos manos desde el lado izquierdo de la paciente, tirando hacia arriba y hacia la izquierda del útero(18)(21)(27). En la técnica de desplazamiento con una mano, el abordaje se realiza desde el lado derecho de la paciente, empujando el útero hacia arriba y hacia la izquierda(18). Esta posición deberá mantenerse durante toda la RCP(27).
Para proceder a la apertura de la vía aérea puede emplearse la maniobra frente-mentón(1) o la maniobra de tracción mandibular(21). Dado que la gestante en apnea desatura mucho más rápidamente(4)(10)(13)(18)(20), serán necesarias intervenciones rápidas, efectivas y de calidad(18). El equipo encargado de la respuesta inicial deberá ventilar a la paciente con bolsa-vávulva-mascarilla (Ambú) y oxígeno al 100%(2)(4)(10)(15)(18) y, si es preciso, realizar aspiración(4), aunque la prioridad siempre será la oxigenación y la ventilación de la paciente(21)(28). La ventilación se realizará con la técnica de dos manos en lugar de con la técnica de una mano, por lo que se aplicará la primera siempre que se disponga de una segunda persona para realizar la ventilación de la paciente(18). Será necesario realizar dos ventilaciones por cada 30 compresiones torácicas(10)(18)(21). El volumen corriente que se debe administrar será menor respecto a la población no gestante(4)(20), aunque deberá ser suficiente para producir la elevación del pecho(10)(14). Si durante la realización de estas maniobras no se eleva el pecho o existen fugas, se debe intentar volver a abrir la vía aérea y mejorar el sellado de la mascarilla(18). Estas medidas se mantendrán hasta que pueda realizarse un manejo avanzado de la vía aérea(2)(4).
El manejo avanzado de la vía aérea debe realizarse de forma precoz(1)(2) por un experto(2)(4)(7)(13)(18)(20)(32), dada la dificultad de abordaje de la misma(15)(20)(32). La entubación permite realizar la mejor técnica de ventilación de la paciente(2)(10), evitando además la aspiración(1)(2)(15). Antes de proceder a la entubación será necesario ventilar a la paciente con oxígeno para evitar la desaturación(1)(20). En caso de que no se disponga de personal experto en manejo de la vía aérea, la entubación deberá realizarse tras la recuperación de la circulación, ya que las interrupciones en la ventilación se consideran letales para la paciente en PCR(1). Dado que la entubación es más difícil en la gestante por todos los cambios que se producen, no se deben emplear más de dos intentos de entubación antes de colocar una mascarilla supraglótica, técnica de elección ante la entubación fallida(18)(21). La maniobra de presión cricoidea no se recomienda(18)(20)(21). Si la paciente recupera la circulación, se intentará de nuevo la entubación, utilizando la visualización con fibra óptica(18). Si no se consiguiese una vía aérea se debe pedir ayuda y establecer una vía aérea de urgencia con técnicas invasivas (cricotiroidotomía)(18).
Una vez entubada la paciente, la ventilación se realizará cada 6/8 segundos independientemente de las compresiones torácicas, evitando la hiperventilación(1)(15). Si está disponible, será útil el uso de capnografía continua, ya que permitirá valorar la colocación correcta del tubo, la calidad de las compresiones torácicas y la recuperación de la circulación espontánea(18)(21).
Representan la piedra angular de la RCP(14). Las compresiones torácicas deben realizarse de forma ininterrumpida (y si se producen interrupciones, no durante más de 10 segundos), de alta calidad, con una profundidad de, al menos, 5 centímetros, con una frecuencia de, al menos, 100 por minuto(1)(10)(14)(21), con una ratio compresión:ventilaciones 30:2(2)(10)(18) y permitiendo la reexpansión torácica entre compresiones(1)(14)(18). Para ello, según las recomendaciones de la AHA del 2015, la paciente debe encontrarse en decúbito supino, sobre una superficie dura(18). La European Resuscitation Council(28) se recomienda colocar las manos en una posición ligeramente superior, unos 2 o 3 cm, al sitio donde usualmente se realizan, en base al desplazamiento inducido por el diafragma y el útero grávido(1)(10)(15). Sin embargo, según señala la AHA(18) no existe evidencia acerca de dicho desplazamiento, y, por tanto, no se debe modificar la posición de las manos en las compresiones torácicas(10)(18)(32). Una vez la paciente ha sido entubada, las compresiones torácicas deberán realizarse de forma continua, con periodos de rotación entre reanimadores cada 2 minutos para prevenir la fatiga(21). Mientras se están realizando las compresiones torácicas, no se debe realizar el traslado de la paciente ya que la eficacia de las mismas disminuye(7)(18).
El acceso intravenoso es esencial tanto para llevar a cabo una repleción rápida del volumen intravascular como para la administración de fármacos(21)(28). Será necesario disponer de, al menos, un acceso venoso supradiafragmático, ya que un acceso inferior probablemente impida la llegada de los fármacos al corazón materno hasta el nacimiento del feto(4)(13)(20)(38) debido al síndrome de compresión de la vena cava(28). Por tanto, se deberán evitar los accesos venosos en las extremidades inferiores(10). En general, se recomienda disponer de dos accesos venosos de gran calibre(2). En caso necesario se puede colocar una vía intraósea en el húmero(10)(21) o puede recurrirse a la colocación de una vía central(21).
La dosis y tipo de los fármacos utilizados en la RCP avanzada en la gestante es la misma que en la mujer no gestante(2)(4)(10)(13)(14)(18)(21), no existiendo evidencia de la necesidad de modificarla(13) pese a las modificaciones fisiológicas que se producen durante la gestación(21). Sin embargo, si la paciente no respondiese a las dosis convencionales podrá considerarse el uso de dosis mayores(38). El uso de vasopresores durante la PCR tiene por objetivo incrementar la perfusión al corazón y al cerebro(1)(18), aunque en el caso del cerebro no parece estar claro(18). Aunque fármacos como la epinefrina, la dopamina o la vasopresina disminuyen el flujo sanguíneo a nivel placentario, está indicado su uso(4), no debiendo evitarse ningún medicamento en base a problemas teratogénicos(21)(32). De hecho, el vasopresor de elección será la epinefrina(18)(32), a dosis de 1 mg(1), pudiendo repetirse las dosis cada 3/5 minutos(1)(10)(18). En cuanto a la vasopresina, esta no mejora la contractilidad miocárdica, aunque permite incrementar el flujo sanguíneo a órganos vitales, siendo la dosis de 40 unidades(1)(18). Dado que no ha demostrado ser superior a la epinefrina, se debe utilizar como alternativa a la primera o segunda dosis de epinefrina(18), aunque debe tenerse en cuenta que la vasopresina induce contracciones uterinas(32).
La administración de fármacos, en el caso de los ritmos desfibrilables, deberá realizarse al inicio del tercer ciclo completo de RCP, consistiendo en la administración de 1 mg de adrenalina y amiodarona, mientras que en el caso de los ritmos no desfibrilables deberá hacerse en cuanto se disponga de una vía venosa, administrándose 1 mg de adrenalina(14).
Tan pronto como el desfibrilador esté disponible, este se deberá usar(1)(21)(28), siendo recomendable su uso en los 3 primeros minutos del paro(1)(21). Las indicaciones son las mismas que en la población general: la taquicardia ventricular sin pulso y la fibrilación ventricular(1)(15)(18), siendo crítico su abordaje para maximizar las posibilidades de supervivencia(18). Si se dispone de un desfibrilador semiautomático (DESA) los parches deberán colocarse lo antes posible para determinar si el ritmo es o no desfibrilable(10), minimizando las interrupciones de las compresiones torácicas(1). El periodo de tiempo entre el chequeo del ritmo y el choque debería limitarse a 5 segundos, ya que, incluso con pausas breves, superiores a 5 segundos, las posibilidades del paciente de recuperar el pulso disminuyen(21). En caso de ser necesario su uso, las dosis deben ser las recomendadas habitualmente para la RCP avanzada en la población no gestante(2)(4)(7)(10)(13)(14)(15)(18)(20)(21)(28)(32)(38), ya que la gestación no modifica la impedancia transtorácica para el paso de corriente transmiocárdica(2)(4)(13)(18)(20)(28)(38). La posición de las palas o de los parches del desfibrilador no debe variar con respecto a la población no gestante(4), aunque se deberá tener cuidado de colocar la pala por debajo del tejido mamario(32). El uso de parches tiene ventajas sobre las palas como mayor seguridad para los reanimadores, disminuir el número de tareas realizadas por algunos miembros del equipo (ya que no será necesario sujetar las palas), y el análisis continuo de la actividad eléctrica(21).
En el caso de los ritmos desfibrilables se realiza un bucle de dos minutos de RCP (5 secuencias de 30 compresiones y 2 ventilaciones), tras el que se comprueba el ritmo cardiaco, realizándose la desfibrilación si es necesario. Inmediatamente después se reinicia de nuevo el bucle durante dos minutos más y se analiza de nuevo el ritmo. Si es desfibrilable se realizará la descarga, si no lo es se comenzará con la administración de fármacos(14).
Tanto la desfibrilación como la cardioversión son seguros para el feto durante toda la gestación, ya que la cantidad de energía que se espera que le llegue es mínima(15)(18)(21)(28)(32).
Si tras 4 minutos de RCP la gestante no tiene pulso, será necesario realizar la extracción fetal(2)(6)(7)(10)(13)(15)(18)(20)(21)(27), por lo que, tan pronto se produce la PCR en la gestante, se debe activar el protocolo de extracción fetal, siempre que el tamaño del útero sea suficiente como para alterar la hemodinámica materna(7)(18)(28)(38). La extracción del feto puede realizarse por vía vaginal o mediante cesárea(21)(27), en base a las condiciones descritas en el apartado anterior. Esta se realizará con el objetivo tanto de permitir una RCP materna más efectiva, como de optimizar la supervivencia materna y fetal(1)(6)(10)(18)(38). El principal beneficio obtenido de la extracción fetal es resolver la compresión de la vena cava inferior(1)(15)(18)(21)(28). Si se tiene la certeza de que las maniobras de RCP en la gestante serán infructuosas, la extracción podrá comenzar sin necesidad de esperar a los 4 minutos(4)(18). A modo de recordatorio, se debe tener en cuenta que esta debe tener lugar en el sitio en el que se produce la PCR, que durante la realización de la misma las maniobras de RCP deberán continuar, que el único instrumental necesario es un bisturí, no siendo necesario realizar antisepsia previa y que la técnica a realizar será aquella en la que el cirujano se sienta más cómodo(2)(7)(10)(18). El traslado de la paciente podrá realizarse una vez recupere el pulso(21).
En el caso de la gestante, el conocimiento de la causa de la parada así como el tratamiento de la misma y de sus factores agravantes es fundamental(18)(38). Para recordar las principales causas de PCR en la gestante, será útil el empleo de las reglas nemotécnicas anteriormente descritas: BEAU-CHOPS o A-H(15)(20)(21)(27).
Si se sospechase de acidosis o hiperkalemia se puede administrar bicarbonato de sodio, aunque pude inducir retención de CO2 en el feto. Si se hubiese producido por toxicidad inducida por anestésicos locales se debe emplear emulsión de lípidos al 20%(10).
Para aquellos casos en los que la parada se produce en el contexto de un infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST, se optará por realizar un cateterismo percutáneo, ya que la fibrinólisis está contraindicada de forma relativa(10).
Si tras la extracción del feto la mujer no recuperase el pulso, podrá realizarse masaje cardiaco directo tras una toracotomía, aunque también se podrá abordar a través de la incisión abdominal realizada para la cesárea(10).
En aquellos casos en los que la taquicardia ventricular o la fibrilación ventricular no responden ni a la RCP, ni a los choques ni a los vasopresores, se recomienda el uso de amiodarona(1)(18), dándose una dosis inicial de 300 mg, seguidos de una segunda dosis de 150 mg a los 5 minutos(1). Si no se produjese respuesta, se podría emplear lidocaína(1).
A continuación, se muestran los algoritmos de actuación propuestos por la AHA tanto para el soporte vital básico como el avanzado en la PCR de la gestante en el medio hospitalario. Inmediatamente después se muestra un algoritmo de elaboración propia sobre la actuación secuencial ante la PCR materna a nivel hospitalario.
Ilustración 1: Algoritmo del soporte vital básico en la gestante de la AHA. Tomado y traducido de Jeejeebhoy FM, Zelop CM, Lipman S, Carvalho B, Joglar J, Mhyre JM, et al. Cardiac Arrest in Pregnancy: A Scientific Statement From the American Heart Association. Circulation. Noviembre de 2015;132(18):1747-73
Ilustración 2: Algoritmo del soporte vital avanzado en la gestante de la AHA. Tomado y traducido de: J Jeejeebhoy FM, Zelop CM, Lipman S, Carvalho B, Joglar J, Mhyre JM, et al. Cardiac Arrest in Pregnancy: A Scientific Statement From the American Heart Association. Circulation. Noviembre de 2015;132(18):1747-73
Ilustración 3: Algoritmo de actuación secuencial ante la PCR materna en el medio hospitalario. PCR: parada cardiorrespiratoria; RCP: reanimación cardiopulmonar; SVB: soporte vital básico, DESA: desfibrilador semiautomático; REC: recuperación espontánea de la circulación; IV: intravenoso; IO: intraóseo; s/p: si precisa.
La atención tras la PCR deberá ser también multidisciplinar, siendo la paciente trasladada a la Unidad de Cuidados Intensivos, salvo que sea necesario su traslado a quirófano(14)(15)(18)(21). Dentro de los cuidados tras la PCR en la gestante se encuentran la optimización tanto de la ventilación y la circulación, la reperfusión coronaria, el cuidado neurológico, el control glucémico, la hipotermia inducida/control de la temperatura(1), así como los cuidados específicos derivados de la gestación (prevención de la hemorragia si se ha extraído el feto o prevención del síndrome de hipotensión supina si no se ha extraído al feto)(18).
Dado que, incluso cuando las maniobras de reanimación resultan efectivas en la recuperación del pulso, los daños cerebrales limitan los buenos resultados, la hipotermia puede resultar beneficiosa(18). Sin embargo, dado que no existen estudios acerca de su uso durante el embarazo(7) y que esta técnica induce alteraciones de la coagulación, la consideración del uso de la misma deberá realizarse de forma individualizada, utilizándose los mimos protocolos que para la población no gestante(7)(13)(18)(20)(21). En caso de que la paciente continúe embarazada, será necesario realizar monitorización continua del feto, ya que se ha descrito la bradicardia como efecto en el feto(7)(20)(21).
A continuación se enumeran las recomendaciones establecidas por la AHA en la publicación Cardiac arrest in pregnacy: a scientific statement form the American Heart Association(18).
En base a la revisión bibliográfica hecha, se puede concluir que los cambios que se producen en la fisiología materna durante la gestación serán cruciales en las maniobras de reanimación de la mujer. De todos ellos, el más importante es el síndrome de compresión aorto-cava, que introduce dos de los principales cambios en la RCP de la mujer embarazada: la necesidad de lateralización del útero durante toda la RCP y, en caso de que la mujer no recupere el pulso a los 4 minutos, la necesidad de realizar una cesárea de urgencia o cesárea perimortem. Aunque la incidencia de la PCR en este grupo de población es variable entre estudios, se ha visto un incremento en el número de casos en los últimos años. Las causas de la PCR también son variables entre estudios, aunque, tanto la hemorragia obstétrica como los accidentes anestésicos se sitúan entre las principales, bien anteparto o postparto. Para hacer frente a una PCR materna será necesaria la coordinación de 4 equipos de forma simultánea: el equipo de obstetricia, el equipo de anestesia, el equipo de PCR del adulto y el equipo de neonatología. Dado que se trata de equipos que habitualmente no suelen trabajar de forma conjunta, tendrá especial importancia tanto la formación del personal como el establecimiento de los roles de cada uno de los miembros del mismo. La secuencia de actuaciones ante la PCR materna se basa en los algoritmos de soporte vital básico y soporte vital avanzado del adulto, con la introducción de un conjunto de cambios fundamentales. Será necesario realizar el desplazamiento lateral del útero, bien manual o bien con inclinación lateral de la paciente, para prevenir el síndrome de compresión aorto-cava. En este mismo sentido también se incluye la realización de la cesárea perimortem a los 4 minutos de la PCR si no se produce recuperación de pulso. Además, en esta población tendrá especial importancia una ventilación adecuada, anticipando la posibilidad de una vía aérea difícil. Por otro lado, aspectos como la necesidad de un acceso venoso/intraóseo, los fármacos o las dosis a utilizar, la necesidad de dar un choque o la intensidad del mismo no se ven modificados con respecto a los establecidos para la RCP de la población no gestante. Si la paciente sobrevive a la PCR, se realizarán los cuidados habituales tras esta situación, valorando de forma individualizada la necesidad de realizar hipotermia controlada. También será necesario implementar medidas específicas en función de si a la mujer se le ha realizado la cesárea perimortem o todavía continúa embarazada. En cualquier caso, un aspecto destacable de la RCP materna es que todas las recomendaciones realizadas por las guías tienen un nivel de evidencia bajo, siendo las únicas con un nivel de evidencia más alto el evitar el traslado de la paciente a quirófano para realizar la cesárea perimortem cuando la PCR tiene lugar en el hospital y la mejor supervivencia materno-fetal cuanto menor es el tiempo transcurrido entre la PCR y la extracción fetal. Este mismo nivel de evidencia también se establece para la necesidad de crear listas de seguimiento y verificación para guiar y apoyar las situaciones de crisis obstétrica.
Por todo ello, parece importante la necesidad de llevar a cabo más estudios de investigación que permitan establecer mejores recomendaciones, así como establecer cursos de formación y simulaciones que permitan al personal entrenarse en la PCR materna, mejorando así, la adherencia a las recomendaciones actuales.
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