Noemi Álvarez Mieres
Grado en Enfermería.
Master en Nutrición y Metabolismo Clínico.
Oviedo.
Resumen
Con este trabajo se pretende realizar una revisión y puesta al día del problema de la obesidad, desde un punto de vista global, por su frecuencia e importancia tanto a nivel mundial como en nuestro país, así como de los diversos factores que contribuyen a su desarrollo y mantenimiento y las consecuencias que produce en la salud y enfermedades asociadas, así como su prevención y tratamiento.
Palabras clave: obesidad, prevalencia, enfermedades asociadas, cuidados enfermería.
Summary
This paper aims to conduct a review and update of the obesity problem from a global perspective, its frequency and importance both globally and in our country as well as the various factors contributing to its development and maintenance and consequences it has on health and associated diseases and their prevention and treatment.
Keywords: obesity, prevalence, associated diseases, nursing care.
Tiempo atrás la obesidad y el sobrepeso eran considerados como un problema propio de los países con ingresos elevados. Actualmente estos trastornos están aumentando en los países de ingresos bajos y medianos, y más concretamente, en los entornos urbanos1 (el sobrepeso y la obesidad en niños ha sido un 30% superior al de los países desarrollados).
Según los informes de la OMS, estos trastornos están relacionados con un mayor número de defunciones.
Sabemos que la causa fundamental del sobrepeso y la obesidad es un desequilibrio energético entre las calorías consumidas y las gastadas. Según la OMS, en el mundo actual se ha producido2:
Tanto la alimentación como la actividad física influyen en la salud, interactuando ambos en el caso de la obesidad2.
La obesidad es por tanto un exceso de tejido adiposo que provoca un aumento del peso corporal. Es decir, es una enfermedad crónica que se caracteriza por un exceso de grasa.
Actualmente es el trastorno metabólico más frecuente de las sociedades desarrolladas.
El Índice de Masa Corporal (IMC), definido como el cociente que resulta de dividir el peso en Kilogramos, por el cuadrado de la talla en metros, es el método de referencia como parámetro de obesidad en todos los estudios clínicos que se desarrollan sobre la obesidad, así como de consenso en el tratamiento médico.
¿Por qué este silencio sobre la obesidad hasta ahora? Hasta hace unos pocos años, la obesidad se consideraba como una señal de “buena salud”. Las actitudes ante el sobrepeso y la obesidad oscilan desde la aceptación de estas situaciones como indicadores de prosperidad y buena salud, hasta una percepción negativa del obeso como una carencia de control individual del propio cuerpo.
No obstante, estas actitudes están cambiando debido al aumento de enfermedades atribuidas a la obesidad. Además, el impacto negativo de la obesidad en varios sectores de la economía actual es también aparente.
La obesidad es multifactorial; es decir, podemos decir que se produce cuando se da una coincidencia de una serie de factores en una persona con predisposición genética y los factores ambientales ayudan o facilitan esa predisposición:
En toda la literatura revisada se repiten una serie da causas que con mayor frecuencia desencadenan la obesidad, como son, el embarazo, la lactancia, la menarquia, supresión de la actividad física, abandono del tabaquismo o después de una intervención quirúrgica.
En el año 1995, la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) estableció unos criterios para determinar el grado de obesidad en los adultos entre los 25-60 años.
Se considera la normalidad con un IMC entre 20 y 25; sobrepeso u obesidad grado I cuando existe un IMC entre 27 y 29,9.
Entre las causas que con mayor frecuencia pueden desencadenar obesidad, podemos citar:
En torno a 1000 millones de personas padecen hoy en día obesidad o sobrepeso en todo el mundo1,2.
En el marco mundial, es en Estados Unidos donde se recogen cifras más elevadas de prevalencia; en Europa, es en Inglaterra donde se observa un mayor incremento, situándose España en un punto intermedio2.
Según un estudio de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), el 39,3% de la población española de entre 25 y 64 años tiene sobrepeso, y un 21,6% es obesa. Estos datos se obtienen del Estudio Nutricional de la Población Española (ENPE) que analizó a un total de 3.801 hombres y mujeres españoles de edades comprendidas entre los 25 y 64 años, evaluando la prevalencia actual del sobrepeso y la obesidad de la población entre los años 2014 y 20153.
Según la OMS, entre los años 1980 y 2014, la prevalencia mundial de obesidad casi se ha duplicado1.
Además, se han estimado tasas de obesidad significativamente más elevadas en los varones que en las mujeres. La última Encuesta de Salud (ENSA) indica esta misma tendencia4.
Hay que destacar también, que en comparación con Estados Unidos, país en el que la prevalencia de obesidad alcanza el 35,1% en población mayor de 20 años5, la obesidad en la población adulta en España presenta unas tasas inferiores.
El estudio DORICA estableció unas cifras de prevalencia de obesidad más elevadas en regiones situadas en el sur de España, siendo las estimaciones más elevadas en Canarias, Andalucía y Murcia, y las más bajas en Cataluña y País Vasco3,6. En el último estudio ENPE, las cifras más altas se sitúan en Asturias y Galicia, seguidas por Andalucía y Murcia3 (Figura 1).
Figura 1. Mapa de la prevalencia de obesidad en población adulta en España.
OB: obesidad; SP: sobrepeso.
Aranceta-Bartrina, et al. Rev Esp Cardiol. 2016;69(6):579-587
La prevalencia de la obesidad abdominal es elevada en la población adulta en España, siendo ésta mayor en mujeres3 (prevalencia del 35,5%, llegando al 43% entre los 45 y 64 años, y hasta el 61,6% en mayores de 65 años).
Tabla 1. Prevalencia de obesidad abdominal en la población española de 25-64 años (2014-2015).
Aranceta-Bartrina J, et al. Rev Esp Cardiol. 2016;69(6):579-587.
Los resultados del estudio ENPE apuntan a un aumento de la sobrecarga ponderal al comparar sus resultados con los obtenidos en estudios anteriores (DORICA en 2003 y ENRICA en 2008), que indica una necesidad de mayor vigilancia en los grupos de población con mayor riesgo, así como la necesidad de aumentar las estrategias preventivas dirigidas a la población.
En España, la obesidad infantil se sitúa en un 10% de la población2. Lo que constituye un problema de salud.
El problema de la obesidad en los países desarrollados está adquiriendo las características de epidemia. Se observa una tendencia ascendente en la prevalencia de la obesidad en países como Estados unidos o Gran Bretaña.
Actualmente, la obesidad constituye uno de los principales retos de la Salud Pública y es el más frecuente de los problemas nutricionales.
Hasta ahora, el análisis de la prevalencia de obesidad en Europa se ha encontrado con una escasez de estudios que examinen esta prevalencia.
La diversidad de criterios utilizados para definir la obesidad hace sin embargo que sea difícil realizar una estimación precisa de su prevalencia en la población general.
Los diversos estudios revisados coinciden en que la obesidad es la enfermedad metabólica más prevalente del mundo occidental y constituye una causa importante del incremento de la morbimortalidad en los países desarrollados.
Según los estudios realizados por la SEEDO, existe una diferencia sexual con mayor prevalencia de obesidad en las mujeres. Además, esta prevalencia va aumentando con la edad.
Con relación al factor cultural, cuanto más bajo es el nivel cultural, mayor es la prevalencia, manteniéndose la diferencia entre sexos.
El nivel socioeconómico muestra una relación inversa con la obesidad en los países desarrollados (a mayor nivel socioeconómico, menor obesidad) ocurriendo lo contrario en los países subdesarrollados.
La prevalencia de obesidad y sobrepeso también está aumentando en niños. Según los datos obtenidos en el estudio ENKID, la prevalencia de obesidad en la población infantil y juvenil (2-24 años) es de un 15,5% en niños y de 12% en niñas, observándose una superioridad en Andalucía, Canarias y Levante.
Prevenir la obesidad debe comenzar en la infancia. España es el país de la Unión Europea con un mayor número de niños obesos, debido a las costumbres alimenticias cada vez más incorrectas.
Este aumento de la obesidad en la población infantil ha llegado hasta un punto en el que las tasas se han duplicado en la última década. Estamos acercándonos a tasas como las de Estados Unidos, donde la obesidad infantil ya se considera como la epidemia del siglo XXI.
La obesidad infantil debe considerarse como una enfermedad emergente. Esto constituye un problema de salud, ya que estos niños obesos, serán los adultos del mañana y desarrollarán obviamente enfermedades como la diabetes y la hipertensión arterial.
El gasto sanitario que conlleva el tratamiento de la obesidad también es un problema. El objetivo de la Salud Pública debe ser prevenir y controlar la evolución de la enfermedad.
Los costes asociados a la obesidad en España superan los 2500 millones de euros anuales. Estos costes se deben principalmente a la relación de la obesidad con otras patologías como la diabetes, trastornos cardiovasculares, hipertensión arterial, etc.
Una forma de reducir el coste sería mediante intervenciones sanitarias destinadas a la reducción del peso y la promoción de estilos de vida saludables, disminuyendo por tanto también la aparición de enfermedades asociadas.
Es de sobra conocida la asociación de valores elevados de IMC y la obesidad abdominal, con la mortalidad, morbilidad y discapacidad y como consecuencia, del deterioro del estado de salud y baja calidad de vida. Esto a su vez, repercute en el gasto sanitario.
Un índice de masa corporal (IMC) elevado es un factor de riesgo muy importante de enfermedades no transmisibles como las enfermedades cardiovasculares (principal causa de mortalidad en 2012)7,8, la diabetes, trastornos del aparato locomotor (como la osteoartritis, muy discapacitante) y algunos cánceres (endometrio, mama y colon).
La obesidad infantil está asociada a una mayor probabilidad de muerte prematura y obesidad en edad adulta. Pero además, los niños obesos padecen dificultad respiratoria, mayor riesgo de fracturas e hipertensión, y presentan también mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y resistencia a la insulina7.
Los niños presentan cada vez con más frecuencia sobrepeso, estimándose una tasa global de unos 20 millones a nivel mundial. Resulta alarmante la aparición en niños o adultos jóvenes de enfermedades típicamente de los adultos como la Diabetes Mellitus (DM) tipo 2.
Aunque actualmente ha disminuido la morbimortalidad prematura por las enfermedades cardiovasculares, el aumento de la obesidad y la DM tipo 2 puede invertir esta tendencia. El aumento del sobrepeso y la obesidad nos proyecta un potencial incremento de la morbimortalidad en las próximas décadas9,10.
Según el informe del Institute for Health Metrics and Evaluation de 2013, que estudiaba la carga de enfermedad atribuible a los principales factores de riesgo, los riesgos asociados con un IMC elevado junto con una dieta inadecuada, ocupaban los 2 primeros lugares en España11,12.
Además, se observan tendencias crecientes en población adulta, con lo que se agrava más aún si cabe este problema. En el año 2013, la OMS desarrolla el Plan de Acción Mundial para la Prevención y el Control de las Enfermedades No Transmisibles 2013-2020, fijando como objetivo el aumento cero de la prevalencia de obesidad entre los años 2010 y 202513.
Como se ha mencionado anteriormente, la obesidad se relaciona con un perfil metabólico adverso, resistencia a la insulina y con infinidad de comorbilidades, como DM tipo 2, HTA, dislipemia, cáncer y apnea del sueño14,15.
Tabla 2. Principales alteraciones cardiopulmonares y metabólicas asociadas a la obesidad.
Morales Salinas A, Coca A. Med Clin (Barc). 2010;134(11):492–498.
Entre los obesos hay unos 112.000 casos de excesos de muertes en relación a individuos con normopeso, aumentando este dato en la obesidad grado II y III (IMC > 35 kg/m2)14. Algunas cifras que son importantes de destacar son:
La prevalencia de comorbilidades metabólicas aumenta proporcionalmente con la intensidad de la obesidad17,18.
La resistencia a la insulina es el eje central del síndrome metabólico asociado a la obesidad. La insulina es la hormona que regula el metabolismo de los lípidos. En la obesidad, se suele dar hiperinsulinemia, lo que favorece la acumulación de lípidos18.
El cuerpo se adapta desarrollando una resistencia a la insulina (una determinada dosis de insulina consigue efectos menores de los deseados). En los pacientes obesos hay cifras de concentraciones plasmáticas de insulina que provocarían hipoglucemias en individuos normales.
La resistencia a la insulina obliga a segregar más cantidad de insulina para mantener la glucemia en los límites normales, y esta secreción contínua acaba provocando en el obeso el deterioro del páncreas y la aparición de hiperglucemias19,20. Por esta razón, la incidencia de DM tipo II es más elevada en la población obesa.
La mayoría de las complicaciones metabólicas y cardiovasculares de la obesidad están relacionadas con la presencia de hiperinsulinemia y de resistencia a la insulina20.
El aparato locomotor también se ve afectado con la obesidad; se somete a un sobreesfuerzo que puede llegar a provocar procesos dolorosos en caderas, rodillas, tobillos y pies. Además, se pueden agravar también lesiones degenerativas de tipo artrósico, aumentándose así también las molestias secundarias a este tipo de patologías, entre ellas el dolor y la impotencia funcional21.
La flexibilidad se ve reducida y aumentan los procesos dolorosos. Ocurre principalmente en el esqueleto axial: 21
En este apartado cabe destacar la litiasis biliar, esteatosis hepática y hernia de hiato20,21.
Se da un aumento de morbimortalidad por patología de la vesícula biliar, seguida de las alteraciones de la función hepática21. La pérdida de peso mejora las alteraciones hepáticas de la obesidad.
En la obesidad se ha demostrado un aumento de la pared abdominal y del tejido adiposo, provocando un aumento de la presión intrabdominal, favoreciendo la aparición de hernia de hiato y del reflujo gastroesofágico.
El número de gestantes con obesidad también se encuentra aumentado, coincidiendo también con una edad materna avanzada.
Las mujeres obesas tienen más riesgo de padecer diabetes gestacional21 (alteración del metabolismo de los azúcares durante el embarazo), a lo que se asocia bebés de peso excesivo (macrosomía fetal).
También se asocia la obesidad en el embarazo con la hipertensión arterial, así como a un mayor riesgo de padecer infecciones urinarias y trombosis venosa22,23.
También complica el momento del parto, aumentando el riesgo de cesárea y de partos prematuros23.
La diabetes gestacional es la alteración más frecuente en embarazadas con sobrepeso. Las malformaciones congénitas son la principal causa de morbimortalidad debida a la diabetes gestacional, afectando principalmente al sistema cardiovascular, sistema nervioso central, prematurez, dificultad respiratoria, etc23.
Las enfermedades vasculares que predominan en pacientes obesos son la hipertensión arterial, cardiopatías isquémicas, accidentes cerebrovasculares y enfermedades venosas como trombosis21.
La obesidad y la hipertensión arterial son las dos enfermedades más prevalentes del mundo occidental1,2. Y además, hay una clara relación entre obesidad-hipertensión arterial-DM tipo II.
Según el estudio PRESCAP 2010, los pacientes con hipertensión resistente presentaron una mayor prevalencia de obesidad (55,2 vs 38,6%, p<0,001), mayor perímetro abdominal (103,90 vs 99,32, p<0,001) y mayor prevalencia de Diabetes Mellitus (48,3 vs 29,5%, p<0,001)24. Destaca la mayor prevalencia de mujeres hipertensas con obesidad frente a los hombres.
Así mismo, las prevalencias de lesiones en órganos diana y de enfermedades cardiovasculares fueron superiores en los pacientes con hipertensión arterial.
Varios estudios demuestran la relación existente entre obesidad y la cardiopatía isquémica24. El sobrepeso predice la incidencia de angina y de otras enfermedades coronarias.
Tanto en hombres como en mujeres, el aumento de peso durante la edad adulta constituye un aumento del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Hay también un importante trastorno de la circulación venosa en personas obesas, sobre todo en mujeres: varices, úlceras varicosas, flebitis, trombosis y linfedema. En el hombre parecen no ser más frecuentes en casos de obesidad. A la insuficiencia vascular venosa, hay que añadir en el caso de las personas con obesidad24:
Las secuelas que conllevan implicaciones sociales son las más importantes. En la sociedad actual, la persona con obesidad no es aceptada; no cumple con los cánones establecidos en el mundo actual: discriminación social, laboral, escolar y asilamiento.
Debido a la preocupación de la sociedad actual por la delgadez y el culto al cuerpo, las personas obesas sienten una gran presión social que deriva en una estigmatización y el deterioro de la interacción social, la no aceptación de la imagen corporal y la baja autoestima25.
A nivel laboral, sobre todo en puestos relacionados con recepción, ventas, trabajo de oficina, no esto influye negativamente, ya que la imagen es siempre lo primero que se percibe por parte del cliente, relegando a un segundo plano los conocimientos de los empleados.
A nivel escolar, el niño obeso casi siempre es el agredido y suele ser objeto de burlas y aislamiento. Se provocan en los niños complejos que acabarán necesitando en un futuro ayuda de un profesional para resolver toda la problemática que rodea a la obesidad.
El sobrepeso y la obesidad son en gran parte prevenibles y aquí entra el juego el papel de la Enfermera para apoyar a las personas en el proceso de realizar elecciones en su forma de vida lo más saludables posibles.
La obesidad es un factor de riesgo modificable, que depende en gran parte del estilo de vida14.
Una reducción ligera del peso corporal reduce la hipercolesterolemia, el riesgo de diabetes, y proporciona múltiples beneficios cardiovasculares: descenso del gasto cardiaco, descenso del consumo de oxígeno en reposo, descenso de la presión arterial y de la frecuencia cardiaca, entre otros26.
En el plano social es importante:
Está claro también, que la industria alimentaria son responsables también de promocionar una alimentación saludable. Según la OMS, deberían1,7:
Para intentar explicar qué causa la obesidad hay que tener en cuenta, según la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), que cerca del 60% está condicionada por la genética del individuo y además aún no se conocen bien cuáles son esos factores condicionantes2.
Queda claro que existe un desequilibrio entre el gasto y el consumo de calorías, a lo que se suma una población cada vez más sedentaria, de ahí que los programas de prevención de obesidad tengan en cuenta además de la alimentación sana, la práctica de ejercicio.
La SEEDO añade una tercera intervención: evitar el estrés, ya que éste también provoca un exceso de peso2.
Por tanto, es más fácil prevenir la obesidad que tratarla, pero debemos empezar desde una etapa temprana en la vida, identificando sujetos de riesgo.
El primero objetivo en la prevención de la obesidad es disminuir el desarrollo del sobrepeso en individuos en riesgo27, es decir, evitar que el individuo con sobrepeso llegue a ser obeso, e impedir la ganancia de peso en aquellos que han conseguido perderlo.
Además, prevenir el desarrollo de la obesidad es económicamente rentable, tanto por las consecuencias sanitarias como profesionales, ya que el individuo tendrá un mejor estado de salud1,27.
Para todo esto existen numerosos programas de prevención de la obesidad, que difunden consejos sobre una alimentación saludable, fomentando el ejercicio físico y procurando cambios saludables en la población, como los desarrollados por la SEEDO (Anexo 1) y otros, en los que destacan los siguientes aspectos:
En España se han desarrollado guías de práctica clínica, como las del Grupo de Obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, que señalan los objetivos del tratamiento: reducir el peso corporal, mantener un peso más bajo a largo plazo y prevenir la ganancia de peso27,28.
La magnitud del problema al que nos enfrentamos obliga a sensibilizar a todos los escalones del Sistema Sanitario27.
Para ello debemos partir de un precepto fundamental: el exceso de peso como una enfermedad crónica, que necesita un tratamiento a largo plazo para lograr una reducción de peso, que además sea mantenida en el tiempo, pero que también incluya una estrategia para prevenir o reducir las comorbilidades.
La implicación de la Atención Primaria es esencial; debiendo abordarse el problema desde un punto de vista multidisciplinar. Esto conlleva27:
Dada la alta prevalencia de la obesidad en la sociedad actual, la SEEDO propone priorizar los programas de pérdida de peso en las siguientes situaciones2:
El punto siguiente que recomienda la SEEDO es establecer objetivos2,27,28:
La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición establece un algoritmo diagnóstico-terapéutico para el tratamiento del sobrepeso y la obesidad en personas adultas, estableciendo las líneas de colaboración entre la Asistencia Primaria y la Especializada29 (Figura 2):
Figura 2. Algoritmo para el tratamiento del sobrepeso y la obesidad en personas adultas.
Arrizabalaga JJ, et al. Recomendaciones y algoritmo de tratamiento del sobrepeso y la obesidad en personas adultas. Medicina clínica 2004;122(3):104-110.
En este contexto de colaboración interdisciplinaria, se ha desarrollado una iniciativa de trabajo conjunta, estableciéndose la motivación del paciente como elemento esencial para valorar la respuesta al tratamiento médico28,29.
Desde hace años existen diferentes estrategias destinadas a modificar los hábitos alimentarios de las personas como sus patrones de actividad física mediante equipos multidisciplinares en los que Enfermería lleva a cabo tanto el tratamiento como el seguimiento de los pacientes30.
La labor de la enfermera de Atención Primaria destaca por su gran accesibilidad al paciente y la longitudinalidad del tratamiento y seguimiento del mismo.
Los elementos clave en la educación para la salud se basan en el aprendizaje de determinados conocimientos como son: la base de una alimentación equilibrada, los efectos de la dieta sobre la salud, la actividad física adecuada para cada persona, pero sobre todo, el lograr un compromiso por parte del paciente para mantener todo esto30.
Tras revisar varios estudios llevados a cabo con pacientes adultos en consultas de Atención Primaria, podemos concluir que la reeducación es posible30,31.
Todo esto nos ayudará a lograr una mayor calidad en los resultados de promoción y prevención de la salud, y por lo tanto, en la motivación del profesional para continuar con su labor a largo plazo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el tratamiento de la obesidad debe ir enfocado al manejo de los factores de riesgo y el mantenimiento de un peso ideal a largo plazo32.
Se recomienda una alimentación hipocalórica equilibrada y variada, repartida en 5 comidas al día a la que debemos sumar la ingesta de líquidos.
Es cualquier movimiento corporal que provoca un incremento del gasto energético superior al gasto en reposo.
Diversos estudios avalan la importancia de realizar ejercicio físico, ya que produce numerosos beneficios físicos, mejorando el estado de salud del individuo, se previenen enfermedades crónicas y por tanto mejora la calidad de vida en general.
Acabar con el sedentarismo es una labor complicada. La OMS recomienda, para una población adulta, realizar como mínimo 150 minutos de actividad física moderada a la semana ó 75 minutos de actividad vigorosa.
Está claro que el aumento en la prevalencia del sobrepeso y la obesidad en todo el mundo se debe a una reducción en el gasto energético, al que se suma un aumento del aporte calórico en la dieta.
La suma de una dieta equilibrada junto con el aumento de la actividad física lograrían unos resultados positivos en la labor de la reducción de peso en la comunidad.
La educación nutricional es fundamental para mejorar la seguridad alimentaria en la comunidad y las intervenciones en materia de salud. Algunas organizaciones internacionales que tratan de evitar esta epidemia son:
Las estrategias desarrolladas por las políticas nutricionales incluyen entre sus propuestas, programas de educación nutricional como instrumentos esenciales para lograr los cambios en los estilos de vida de la población.
En España, se han puesto en marcha numerosas estrategias desde el Ministerio de Sanidad y Consumo, a través de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), con el objetivo de sensibilizar a la población del problema que la obesidad representa para la salud, y de impulsar iniciativas que contribuyan a lograr que la población adopte hábitos de vida saludables, principalmente a través de una alimentación saludable y de la práctica de una actividad física regular.
Diversos estudios demuestran la asociación de un descenso de peso con la mejoría en la salud.
En un estudio realizado en España en 2012, en la Universidad de Alicante, en el cual se intervino mediante la educación nutricional, se observó una pérdida de peso de los hombres del 7% y de las mujeres del 6%. La correlación entre la pérdida total de masa grasa y pérdida total de peso fue positiva y muy significativa (p < 0,001), comprobándose así la efectividad de la educación nutricional en la reducción de peso38.
Líneas de Investigación Futuras
El importante aumento de la obesidad a nivel global es uno de los retos a los que se enfrenta la sociedad actual.
Tanto la obesidad como los comportamientos relacionados con la misma presentan agregación familiar según la SEEDO. De ahí surge el Proyecto Europeo iFamily, que busca determinar las interrelaciones entre los diferentes miembros de la familia para determinar el conocimiento que se tiene en la actualidad de los mismos5. Actualmente su trabajo se enfoca en la prevención de enfermedades relacionadas con la obesidad en edad infantil, promoviendo cambios en el estilo de vida y en los comportamientos2.
Entre los proyectos de futuro la SEEDO destaca el Proyecto Feel4Diabetes, financiado por la Unión Europea y que se está realizando desde principios de este año hasta junio de 2018. Con él se pretende desarrollar y evaluar un programa de intervención comunitario que promueva cambios en el estilo de vida para prevenir la Diabetes tipo 2.
Otras líneas de investigación trabajan en el efecto saciante de diferentes alimentos para poder recomendar un perfil de ingesta más adecuado a pacientes con problemas de sobrepeso39.
Conclusiones
La obesidad es una situación muy frecuente en los países desarrollados, que va aumentando progresivamente en las últimas décadas.
Además, constituye un problema de Salud Pública a nivel mundial, pues influye negativamente en la calidad de vida de las personas que lo presentan y se asocia con múltiples enfermedades crónicas importantes, destacando la diabetes tipo 2 y la hipertensión arterial o la enfermedad isquémica coronaria.
Por último, queda claro que se debe concienciar a las Autoridades Sanitarias en la realización de Programas de Educación para la Salud que aborden entre problema y tratar así de disminuir esta epidemia mundial que es la obesidad. Es necesario delimitar su magnitud e identificar los colectivos de riesgo.
La obesidad es una enfermedad enormemente compleja, en la que participan una serie de factores fisiológicos, metabólicos, genéticos, económicos, culturales, emocionales, etc., que se imbrican en un mecanismo etiopatogénico de una enfermedad que ha adquirido unas dimensiones epidémicas.
La contribución de la obesidad a la aparición de enfermedades crónicas y, por tanto, su impacto en la mortalidad prematura, en la discapacidad y en el deterioro en la calidad de vida, junto con el gasto sanitario directo e indirecto que genera y las importantes dimensiones que está adquiriendo en las sociedades desarrolladas desde la edad infantil y juvenil, han hecho que le sobrepeso y la obesidad sean un importante problema de salud que debe ser tratado.
Si desde la infancia se establecen unos malos hábitos alimenticios, en la adolescencia no se promueve una actividad física adecuada, a lo que se añade el excesivo consumo de la televisión, es posible que se llegue a un adulto con sobrepeso.
Es probable que se produzca una interacción genética-ambiental, por la que en individuos genéticamente susceptibles, colocados en un medio ambiente que les proporcione un fácil acceso a la ingesta de comidas contundentes, junto con reducidas oportunidades de un gasto físico de energía, se contribuya a la aparición de sobrepeso y obesidad.
Hoy en día abundan los estándares de “buena alimentación” y se advierte a la población de la necesidad de mantener una “dieta saludable” para mantener la salud.
En resumen, la tasa de obesidad está aumentando en la mayor parte del mundo y parece que continuará aumentando en un futuro. Es importante el papel desarrollado desde Atención Primaria, en un trabajo multidisciplinar, con el que se consiga cambiar el estilo de vida del paciente con sobrepeso y riesgo de obesidad.
Dado que existen en la especie humana mecanismos de regulación de la alimentación de una gran sofisticación y precisión, ¿cómo explicarse, entonces, que cada vez más, el hombre como más de lo necesario y, además, más de lo que exigiría su salud?, ¿cómo podemos revertir este proceso que en todo el mundo evoluciona en una espiral ascendente?.
Partiendo del concepto de Engels de que “el hombre no vive solamente en la naturaleza, sino que vive también en la sociedad humana”, hace necesario que los investigadores y proveedores de cuidados de salud entiendan el significado del concepto de obesidad por individuos de diferentes culturas para permitir el desarrollo de estrategias de prevención e intervención culturalmente apropiadas.
Aunque la obesidad puede ser bella a los ojos de algunas personas, quizás esta sea la única enfermedad que, en opinión de cierto número de personas carentes de información apropiada, sea interpretada, como una condición benefactora de salud.
La obesidad es un ejemplo de concepto el cual es entendido solo aparentemente.
Referencias Bibliográficas
Anexo 1