La palabra ambulancia proviene de la raíz francesa “ambulant” cuyo significado es “caminar”. El concepto de ambulancia, tiene su origen en el ámbito militar, cuando Larrey, jefe de cirugía de la Guardia de Napoleón Bonaparte, creó para su ejército las llamadas “ambulances volantes”, que eran carruajes equipados para el transporte y el tratamiento de emergencia de los heridos en combate.
Con la globalización de los últimos 30 años, diversas regiones en expansión experimentaron un crecimiento económico y social acelerado, que derivó en una mayor necesidad de sistemas de salud causados principalmente por la expansión urbanística y los cambios demográficos de la ciudadanía. Esto culmina con la necesidad de trasladar los servicios médicos desde los centros de salud hasta el lugar donde se ha producido el incidente, naciendo así los Servicios de Emergencias Médicas. Este proceso prehospitalario comienza con una alerta inicial que suele ser activada por el ciudadano mediante una llamada telefónica, que es derivada a una central de coordinación que, a su vez gestiona el envío de los servicios de emergencia más adecuados según la prioridad de la emergencia.
En la actualidad, se pueden identificar dos modelos distintos de asistencia extrahospitalaria en las emergencias médicas: el modelo norteamericano y el modelo francés, que respectivamente son descritos como “scoop and run” y “stay and play”.
En España existen varias clases de transporte sanitario, donde cada uno de ellos es adecuado para un tipo en concreto de paciente, según su estado de salud y el equipo de profesionales sanitarios necesarios para prestar el servicio. Dentro de las ambulancias tipo C, hay unas Unidades de Soporte Vital Avanzado Enfermero que llevan tiempo en auge y, donde la enfermera es la máxima responsable de la unidad. Su finalidad es la de proporcionar atención domiciliaria a demandas de atención urgente para atender enfermedades leves de carácter agudo y crónico. Estos dispositivos han evidenciado tener una gran eficacia y eficiencia, aportan versatilidad, rentabilidad, mejoran la calidad asistencial y contribuyen a equiparar la respuesta sanitaria según la demanda, optimizando de esta forma los recursos disponibles. Con todo ello se evitan las visitas innecesarias, reiteradas y evitables a los servicios de urgencias del hospital, previniendo el colapso del sistema de salud.
El papel de los servicios de ambulancia ha ido evolucionando durante estas últimas tres décadas, hasta convertirse en un importante recurso comunitario integrado en el sistema de salud que, junto a la conformación de este nuevo rol de enfermería en la asistencia extrahospitalaria, marca un punto y a parte en la evolución y desarrollo de los Servicios de Emergencias Médicas.
Palabras clave: Atención prehospitalaria; ambulancia; servicios de emergencias médicas; paramédico; personal de ambulancia; enfermería; demanda; Enfermera de Práctica Avanzada.
The word ambulance originates from the French root “ambulant” which means “to walk”. The concept of ambulance, has its origin in the military field, when Larrey, chief of surgery of Napoleon Bonaparte’s Guard, created for his army the so-called “ambulances volantes”, which were carriages equipped for transport and emergency treatment of wounded in combat.
With the globalization of the last 30 years, various expanding regions experienced accelerated economic and social growth, which led to a greater need for health systems caused mainly by urban expansion and demographic changes in citizenship. This culminates in the need to transfer the medical services from the health centers to the place where the incident occurred, thus giving rise to the Emergency Medical Services. This pre-hospital process begins with an initial alert that is usually activated by the citizen through of a telephone call, which is referred to a coordination center that, likewise, manages the dispatch of the most appropriate emergency services according to the priority of the emergency.
Currently, two different models of out-of-hospital assistance in medical emergencies can be identified: The North American model and the French model, which respectively described as “scoop and run” and “stay and play”.
In Spain there are several types of medical transportation, each of which is suitable for a specific type of patient, depending on their medical condition and the team of healthcare professionals needed to provide the service. Within type C ambulances, there are Advanced Practice Nursing Support Units that have been on the rise for some time and, where the nurse is he head of the unit. Its purpose is to provide home care for urgent care demands to attend minor acute and chronic illnesses. These units have shown to be highly effective and efficient, provide versatility, profitability, improve the quality of care and contribute to match the healthcare response according to demand, thus optimizing available resources. With all this, unnecessary, repeated and avoidable visits to emergency hospital services are avoided, preventing the collapse of the health system.
The role of ambulance services has evolved over the last three decades, to become an important community resource integrated in the health care system which, along with the creation of this new role of nursing in out-of-hospital care, marks a point and part in the evolution and development of Emergency Medical Services.
Keywords: Pre-hospital care; ambulance; emergency medical services; paramedic; ambulance personnel; nurse; demand; Advanced Practice Nursing.
Los orígenes de la atención prehospitalaria son lejanos, y podría decirse que se inicia con los primeros traslados de pacientes a los servicios de atención de salud. Una de las primeras referencias históricas que se dispone de los servicios de emergencias médicas, se remonta al siglo X con el empleo de hamacas como método de transporte de heridos (1, 2). En el siglo XI, las instituciones religiosas, como la Orden de San Juan de Jerusalén, prestan asistencia en las cruzadas a los enfermos y damnificados, y durante los siglos XVI y XVIII los militares Larrey y Paré, brindaban atención rápida y eficaz a los heridos en el frente de batalla (2 - 4).
La palabra “ambulancia” (del latín: ambulare) proviene de la raíz francesa “ambulant” cuyo significado es “caminar”. Este vocablo describe como los heridos eran llevados en hamacas con ruedas o manuales de un punto a otro, aunque originalmente este término se designó para referirse a “Hôspital ambulant” que significa textualmente “hospital ambulante que sigue a su ejercito en sus campañas”. El término “ambulancia” se usa con mayor frecuencia para referirse a un vehículo (automóvil o camión) que lleva personas enfermas o heridas, y está específicamente adaptado para el transporte de personas en camilla. En el ámbito militar, el término “ambulancia de campo” hace referencia a una unidad médica móvil que está equipada para el transporte y el tratamiento de emergencia de los heridos (5).
Estos “hospitales ambulantes” fueron introducidos por primera vez durante el reinado de la Reina Isabel de España en el asedio de Málaga en 1487 y fueron reactivados por su nieto Carlos V, durante el asedio de Metz en 1552; pero tenían la peculiaridad de que sólo recogían a los heridos una vez terminado el enfrentamiento, incrementando de esta forma el número de muertes (2, 5).
Figura 1. Ambulances Volantes. Fuente: Rodríguez Pérez M.E, et al. Jean Dominique Larrey y su reconocimiento en México [Internet]. 2020.
Los inicios del concepto de ambulancia que conocemos hoy en día, se remontan a la labor realizada en 1793 por Dominique-Jean Larrey, jefe de cirugía de la Guardia Imperial de Napoleón Bonaparte (4 - 6).
Según la bibliografía, Larrey usó unos carros llamados “ambulances volantes” para entregar ayuda médica (apósitos, vendas, torniquetes, mantas, esponjas, brandy como anestésico, etc.), y medicamentos directamente a los soldados en el frente de batalla; asimismo se les prestaba cuidados in situ y se garantizaba el transporte del herido al hospital de campaña más cercano (2, 4).
Las víctimas eran transportadas en un carruaje rectangular cerrado constituido por dos ruedas, ventilado y tirado por caballos o hombres que debían estar entrenados en la asistencia médica, ya que desempeñaban su labor en la zona de la retaguardia a modo de proteger al personal médico del frente de la batalla (4). Esto surgió de la necesidad de una atención inmediata ya que los soldados heridos permanecían en el campo de batalla durante horas o incluso días mientras finalizaba la guerra, siendo entonces recuperados y evacuados a los hospitales de campaña. Además, Larrey ideó un sistema de evacuación de heridos que correspondía con la gravedad de estos. Los heridos más graves eran los primeros en ser evacuados independientemente de su rango, nacionalidad o distinción (1, 2).
Casi simultáneamente, otro cirujano del ejército francés, Pierre François Percy, organizó un grupo de personas al que llamaría cuerpo de camilleros de ambulancias para recoger a los heridos en combate e introducirlos con la camilla dentro de la ambulancia de campo, pudiendo de esta forma trasladar al herido en posición horizontal (2, 4, 5).
Las ambulancias se utilizaron por primera vez para uso civil en 1832, cuando se introdujo el transporte para trasladar a los enfermos de cólera en Londres. Pero el mayor avance no fue hasta el año 1899, cuando se crea en Chicago (Estados Unidos) la primera ambulancia motorizada, y un año después se hizo lo mismo en la ciudad de Nueva York; era un vehículo pesado que no superaba los 20 km/h de velocidad.
En 1905-1906, el ejército británico también adoptó el término “ambulancia de campo” para este tipo de unidad médica, aunque terminó acortando el nombre a “ambulancia”. Del mismo modo, se crearon unidades de ambulancias civiles, siendo una de las más reputadas la Asociación Británica de Ambulancias de St. John de Jerusalem (2, 5).
Durante el siglo XVIII, la totalidad de las batallas libradas dejaron unos balances de víctimas mortales sobrecogedores. No obstante, con la aparición del cirujano militar francés, se redujo considerablemente el número de personas fallecidas en combate. Larrey es considerado el padre de los servicios de emergencias médicas, ya que sentó las bases de la atención prehospitalaria al trauma grave, organizó la atención de los heridos en combate e inició los primeros pasos del triaje (2, 4).
Sin embargo, a pesar del descubrimiento de las ambulancias tanto en el ámbito militar como en el civil, pasaron muchos años hasta que se comenzó a pensar en que se podía realizar tratamiento a los pacientes mientras estos eran trasladados al hospital (2).
El concepto de Atención Prehospitalaria como lo entendemos en la actualidad, nació alrededor del 1940 con el cuerpo de bomberos de los Estados Unidos (EE.UU.) como proveedor de servicios extrahospitalarios, quienes fueron los primeros en proveer atención sanitaria a los enfermos o heridos mientras eran transportados. Aunque no es hasta mediados de la década de 1950, cuando se implementan y desarrollan, desde un punto de vista más profesional, dos modelos de servicios de emergencias médicas estructurados en la atención médica prehospitalaria. De esta manera comienzan los inicios del modelo norteamericano, que prioriza la atención in situ ofrecida primordialmente por personal paramédico; y por otro lado el modelo francés, que enfatiza el traslado de las personas a un medio hospitalario para su manejo, donde será atendido por personal médico responsable de su cuidado (1, 3).
Poco tiempo después, el doctor Kouwenhoven describe por primera vez el masaje cardíaco en el 1960. Esto fue el avance más significativo que impulsó el uso generalizado de las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) fuera del hospital por los servicios de emergencias extrahospitalarios, y supuso toda una revolución en el concepto tradicional de ambulancia (1, 6). Esto propició que se creara el primer servicio de emergencias médicas de civiles a nivel profesional donde la atención prehospitalaria era dada por especialistas y se realizaba de forma organizada. De esta forma la ambulancia pasó de ser un mero transporte de pacientes hasta el hospital más cercano a ser una extensión del mismo (2, 3).
En Estados Unidos, la Academia Nacional de Ciencias (NAS-NRC) introdujo en 1960 los estándares para la formación de los trabajadores que manejaban las ambulancias y, en 1966 publicó un informe titulado “Accidental Death and Disability: The Neglected Diseases of Moden Society”, en el que se analiza la gravedad de los problemas causados por los accidentes de tráfico, que comenzaron a provocar traumatismos considerables y muertes debido a la carencia de una apropiada atención prehospitalaria ante el paciente politraumatizado (1, 2). Con eso, pretende evidenciar el deficiente manejo que había hasta entonces en estos servicios prehospitalarios, y crear un plan nacional estandarizado con aquellas mejoras necesarias en los servicios de emergencia prehospitalarios. En 1968, fue creado por Safar y Brady el primer Servicio de Emergencia, pero no es hasta en 1973 cuando el Congreso publica el Acta de Sistemas de Emergencias Médicas que permite la creación de los Emergency Medical Services (EMS) (1, 7).
En Europa, mientras tanto, en 1965, se crea el Servicio de Ayuda Médica Urgente (SAMU) francés en Montpellier y allí es donde se produce la medicalización de la primera ambulancia (2). Un año después, en Belfast, se crean las primeras unidades móviles de cuidados intensivos dotadas con desfibrilador portátil incorporado, que daban tratamiento a domicilio a pacientes con enfermedades coronarias como las arritmias graves y la muerte súbita. Estas unidades se llamaron Unidades Coronarias Móviles y después de su éxito, el concepto fue aplicado a otros lugares de Europa, Estados Unidos y el resto de países del mundo (1, 6).
En 1970, el Ministerio del Interior del gobierno alemán establece en Múnich el concepto de rescate aéreo y lo incorpora como parte del sistema nacional de emergencia médica. Y cuatro años después, la OMS-Europa aconseja la difusión de las Unidades Coronarias Móviles (2).
En los años setenta, con la experiencia bélica de las guerras de Corea y Vietnam, se puso de manifiesto la trascendencia que tenía la asistencia inmediata de los heridos en la zona de guerra y durante el traslado por personal especializado. En base a esta experiencia, los servicios prehospitalarios civiles (tanto públicos como privados) incorporaron ciertos recursos específicos para brindar una atención adecuada y en mejores condiciones a las víctimas de accidentes reduciendo de esta forma la tasa de mortalidad resultante (2).
Como se ha podido observar, es cierto que la atención extrahospitalaria y el transporte de heridos y enfermos, ha ido cambiando de forma paralela y en estrecha relación con las distintas guerras que se han sucedido a lo largo de la Historia (2).
Tabla 1. Cronología de los sucesos en la atención prehospitalaria a nivel mundial. Fuente: Elaboración propia.
Con la globalización a nivel internacional, diversas regiones en expansión experimentaron un crecimiento económico y social, que derivó en una mayor necesidad de sistemas de salud causado por la urbanización y los cambios demográficos de la ciudadanía (8, 9). Este cambio demográfico, donde la población abandona las zonas rurales para vivir en los núcleos urbanos de grandes ciudades, conduce a una “transición demográfica”, lo que deriva en un aumento de la densidad poblacional en una misma área. Esto, a su vez, desemboca en una mayor incidencia de delitos violentos, lesiones traumáticas y accidentes de tráfico, que culmina con la necesidad de trasladar los servicios médicos desde los centros de salud hasta el lugar donde se han ocasionado los acontecimientos (8).
Con esta necesidad generada, se dio paso a la creación de equipos formados por personal sanitario que se desplazaban por tierra, aire o agua en vehículos adaptados llamados ambulancias hasta donde se encontraban los heridos, conformando así la creación de los servicios de atención médica prehospitalaria. El crecimiento urbano, el cambio social, la expansión económica, la industrialización, los avances médicos y tecnológicos, junto con la creciente demanda del público impulsan su desarrollo. Las cambiantes necesidades de salud requirieron mayores prestaciones en la atención de emergencia, que solo se pudo lograr en países que disponían de una estabilidad financiera, ya que la economía de un país afecta estrechamente a la salud de sus ciudadanos (8, 9).
Los servicios de ambulancia brindan un servicio de salud vital y de emergencia en el lugar del incidente, aunque en las últimas dos décadas han experimentado una demanda creciente, eso generó problemas con la prestación adecuada del servicio y la asignación más idónea de los recursos disponibles (10).
A principios de la década de 1980, se describió por primera vez el aumento de la demanda y la saturación en los servicios de urgencias de los EE.UU. y Reino Unido (10, 11). No obstante, los principales problemas no surgieron hasta 10 años después cuando las tasas de crecimiento anual de estos servicios aumentaron exponencialmente en países como España, Italia, Reino Unido, Japón, Suiza, Australia y Estados Unidos (11, 12).
En el transcurso de ese periodo, la demografía mundial, las economías cambiantes y los patrones de salud experimentaron una transformación que difiere de un país a otro, e incluso se han encontrado grandes diferencias dentro del mundo occidental (8, 13); de tal forma que se registraron cambios significativos en la utilización de las ambulancias y en la asistencia a los departamentos de urgencias y emergencias, tanto en la demanda como en la formación del personal sanitario (14).
En la bibliográfica científica, encontramos diversos estudios publicados que evidencian el aumento sostenido de la demanda de los servicios extrahospitalarios en todo el mundo desarrollado (8, 11, 12). Debido al incremento sustancial en la demanda de asistencia médica y de ambulancias de emergencia por parte de la población, se han relacionado una serie de factores decisivos que están interrelacionados entre si y asociados con este crecimiento (10, 14, 15). Se han postulado como factores subyacentes, el envejecimiento de la población, el aumento demográfico, la prevalencia de enfermedades crónicas, los cambios en el apoyo social, la accesibilidad, el costo de los servicios, así como una mejor concienciación comunitaria sobre la salud derivadas de las campañas de promoción de la salud, entre otros factores que se describen seguidamente (11, 12):
Las personas de edad avanzada disponen de una mayor prevalencia de sufrir patologías y comorbilidades crónicas relacionadas con la edad como puede ser diabetes mellitus, cáncer, insuficiencia cardíaca, deterioro cognitivo y enfermedades cardiovasculares y renales; aumentando la probabilidad de padecer enfermedades agudas, lesiones y caídas accidentales, provocando un incremento de la demanda asistencial y una sobrefrecuentación de los recursos sanitarios de emergencias, debido a las múltiples recidivas que terminan sufriendo (10).
En cuanto a la utilización de los servicios de ambulancia, existe una relación entre las condiciones de salud relacionadas con la edad, la longevidad y el destacable crecimiento poblacional (11, 12).
Al mismo tiempo, hay una mayor participación de mujeres de mediana edad que están activas en el mercado laboral y que requieren de una mayor movilidad geográfica en el ámbito profesional, lo que conduce a una posible erosión del círculo familiar, resultando en una menor capacidad para cuidar y asistir a los parientes de mayor edad debido a los cambios en las estructuras familiares (11, 12).
Se observó un creciente uso de estos servicios, que se asociaron con la soledad, el aislamiento social, la fragilidad y la falta de soporte familiar (11).
La mejora de la accesibilidad y la disminución de los precios, han impulsado la tendencia a usar más los servicios de salud, cuando las personas disponen de algún tipo de seguro, frente a aquel ciudadano que tiene que pagar el coste completo de la prestación (12).
Una vez identificados los principales impulsores de la tasa de empleo de las ambulancias de emergencia (10), y viendo que se utilizaron cada vez más vehículos para el transporte de pacientes que no requerían la intervención médica de técnicos o paramédicos; se considera esencial disponer de una mejor percepción de aquellas causas que han sido el detonante de este aumento, con el fin de facilitar el desarrollo de un enfoque que pueda funcionar dentro de una red de atención primaria en el ámbito de las emergencias, evitando así saturar los servicios de urgencias y emergencias hospitalarias (8, 11).
La atención prehospitalaria es una disciplina bastante nueva en el ámbito de la medicina.
Se está consolidando como una especialidad única e independiente a nivel mundial, ofreciendo actualmente servicios continuos los 365 días del año. Dicha especialidad está emergiendo como una de las áreas más complejas y decisivas en el manejo de la patología aguda (15, 16). Cabe decir, que todavía hay algunos países donde la medicina de emergencias aún se está desarrollando (8, 14).
Este proceso prehospitalario debe seguir un patrón estándar, que comienza con una alerta inicial que generalmente activa el ciudadano que realiza mediante una llamada telefónica, ésta deriva a una central receptora de coordinación que, a su vez gestiona el envío de los servicios de emergencia más adecuados (15).
Estos servicios de emergencia son denominados Servicios de Emergencias Médicas (SEMs) y, se pueden definir como un sistema integrado que brinda una respuesta médica extrahospitalaria proporcionando personal de salud, instalaciones y equipos sanitarios para prestar servicios de salud efectivos, coordinados y funcionales a los enfermos. Para la mayoría de las personas que acceden a la atención médica, este es el primer punto de contacto que tienen, en situaciones de emergencias y lesiones que pueden amenazar su vida (16, 17). El objetivo de cualquier atención prehospitalaria es proporcionar atención inmediata a las víctimas de accidentes o emergencias repentinas y potencialmente mortales, para evitar la morbilidad a largo plazo y reducir la tasa de mortalidad asociada (8). Esta atención inmediata no solo representa un transporte rápido de enfermos, sino que también incluye una serie de intervenciones de salud que comienzan con la identificación de una emergencia y finalizan cuando se accede a una atención de emergencia definitiva en los centros hospitalarios (7, 8, 17).
La formación de los profesionales que asisten durante la atención prehospitalaria, así como el nivel de organización a la hora de prestar la primera atención, varían en todo el mundo, por lo que no son aptos para funcionar como un modelo único, ya que deben responder a las necesidades específicas de cada país considerando su entorno geográfico, político, cultural, histórico, lingüístico y médico (17, 18). En cualquier caso, los Servicios de Emergencias Médicas existentes tienen un número considerable de similitudes entre sí, pero la duplicación inapropiada de estos modelos específicos podría conducir al fracaso de los mismos, haciendo que la gestión sea ineficiente e imprecisa en enfermedades complejas o tiempo-dependientes (15, 17).
En el momento presente, se pueden identificar dos modelos de asistencia extrahospitalaria en las emergencias médicas como referentes internacionales, bien diferenciados entre sí y se describen seguidamente (6, 17, 18):
También conocido como modelo “paramédico”, se trata de un modelo de cuidado urgente en el que las intervenciones se realizan en un único paso “no médico”. Este enfoque se caracteriza por la forma en que se reciben y gestionan las llamadas, la capacitación del personal de emergencia y el sistema de transporte (17).
Las solicitudes de atención urgente se pueden llevar a cabo en Estados Unidos a través del número de teléfono 911, que es único para cualquier tipo de emergencia, sea esta sanitaria o no y, comparten el mismo centro de coordinación que está asociado con los servicios de seguridad pública y rescate como son la policía y los bomberos (17, 18). En este caso, profesionales no médicos con una acreditación específica, atenderán de forma rutinaria cada llamada y, en función de unos protocolos determinados, movilizarán los recursos más apropiados mediante el envío de una unidad básica o avanzada (17 - 19). En ciertos países, se puede derivar la llamada o pedir consejo a médicos consultores que supervisan las actividades del centro de coordinación, quienes a su vez garantizan que se cumplan los estándares establecidos de atención al paciente dando una respuesta más adecuada desde una perspectiva sanitaria (7, 20).
El personal que recibe las llamadas en este tipo de modelo sanitario se denomina “dispatcher”, y su formación no es necesariamente específica para el puesto que desempeñan. Por lo general, los operadores de estas centrales se limitan a seguir estrictamente cada paso descrito en los protocolos que han sido desarrollados por profesionales expertos en el ámbito de las emergencias y asignan recursos de forma automática en función de los datos recopilados a través de las llamadas (14, 17, 21). Para la comunicación con las unidades de emergencias generalmente utilizan sistemas de radio abiertos con codificación y comunican los servicios que atender a través de claves numéricas o alfanuméricas (Anexo I), compuestas de letras y números, para mantener un cierto grado de privacidad (7, 17).
El personal de los Servicios de Emergencias Médicas que va a prestar asistencia sanitaria en las situaciones de emergencia son los responsables de realizar la primera atención al paciente (20, 22). El modelo anglo-americano se basa en el despliegue de profesionales parasanitarios formados en técnicas de emergencias que, guiados por una serie de rigurosos protocolos y bajo la supervisión de médicos consultores, tienen la posibilidad de prestar asistencia extrahospitalaria a las víctimas, estabilizándolas mínimamente, priorizando su traslado inmediato al hospital (14, 17, 23, 24).
Estos profesionales son llamados Emergency Medical Technicians (EMT, por sus siglas en inglés) a los que se les conoce comúnmente con el nombre de paramédicos y constituyen la base de la atención extrahospitalaria en los países que adoptan este enfoque de atención, actuando como personal de primera línea (17, 18, 20, 25).
En Estados Unidos se distinguen cuatro niveles de cualificación según las capacidades asistenciales y habilidades específicas de cada categoría, que son (7, 17, 18):
Los EMRs, o también llamados “first responders”, poseen el conocimiento necesario y las habilidades básicas para iniciar una atención inmediata aplicando intervenciones que salvan vidas mientras esperan una respuesta adicional de los EMS. Los EMR también proporcionan asistencia a otros profesionales de la salud más cualificados en la escena de la emergencia o durante el transporte, pero debido a su nivel de capacitación, no pueden transportar a ningún paciente por si mismos (17).
Algunas de las técnicas que pueden realizar incluyen: RCP básica con un Desfibrilador Externo Automático (DEA), control de hemorragias, aplicación de torniquetes, estabilización manual y colocación del collarín cervical, entablillado de extremidades, técnicas manuales para revertir la obstrucción de la vías respiratorias, autoinyectable intramuscular, medición manual de la presión arterial, técnicas de ventilación con ambú y mascarilla, irrigación ocular, colocación de gafas nasales, prestar ayuda en un parto asistido, uso de naloxona vía intranasal o autoinyectable por sospecha de sobredosis de opioides, etc. (16, 17, 26, 27).
Además de realizar todos los procedimientos del EMR, estos técnicos pueden
administrar medicación (vía oral, sublingual, en formato de aerosoles y nebulizadores), inmovilizar la columna vertebral, realizar electrocardiograma (ECG) incluyendo la monitorización cardíaca, oxigenoterapia, monitorización del paciente (con transmisión de datos clínicos a la central de coordinación), medición de glucosa en sangre capilar, tratamiento del shock anafiláctico con epinefrina autoinyectable, uso del dispositivo mecánico de RCP (LUCAS®), medición de la tensión arterial automatizada, prestar ayuda en un parto asistido complicado, etc. Todas estas intervenciones las realizan con el equipo básico que normalmente se encuentra en una ambulancia de soporte vital básico (17, 26, 27).
Los AEMT proporcionan los mismos cuidados que un EMT, además de utilizar desfibriladores manuales, aislar y controlar la vía aérea con técnicas avanzadas o alternativas (como p. ej., dispositivos de sustitución de la intubación endotraqueal), canalizar vías periféricas e intraóseas, reposición de líquidos, y administrar algunos medicamentos según permitan los protocolos específicos (16, 27).
Las intervenciones en el ámbito de la práctica de los AEMT pueden conllevar un mayor riesgo si no se realizan correctamente, en comparación con las intervenciones autorizadas para los niveles de EMR/EMT; es por esta razón que toda actividad sanitaria avanzada que realicen requiere de una supervisión médica (17, 24).
Estos profesionales de la salud brindan atención médica avanzada, en una variedad de entornos, a pacientes en estado crítico dentro del sistema de emergencias médicas; donde su enfoque principal es el de responder, evaluar y clasificar las demandas de atención médica según su prioridad (no urgentes, urgentes y emergencias), aplicar los conocimientos y habilidades básicas y avanzadas necesarias para identificar las necesidades fisiológicas, psicológicas y psicosociales del paciente, interpretarlas y diagnosticarlas con el fin de implementar el tratamiento más oportuno, proporcionar atención al paciente complejo y facilitar el acceso a un nivel superior de atención cuando las necesidades del paciente superan el nivel de capacitación del paramédico (17, 26). Están capacitados para ejercer roles de liderazgo (trabajando y dirigiendo la labor de los técnicos de emergencias médicas), utilizar habilidades de pensamiento crítico para hacer juicios complejos (como la necesidad de transporte desde un sitio no urbanizado), tomar decisiones de destinos alternativos y juicios similares (26). También incluyen procedimientos como el acceso a catéteres permanentes (como por ejemplo el Porth a Cath o la catéteres vesicales), extracción de sangre para análisis, vigilancia y cuidados de vías centrales, interpretación de ECG, descompresión del neumotórax a tensión con aguja, desfibrilación manual, corregir problemas cardíacos, administración de una gama más amplia de medicamentos e incluso pueden realizar intubación endotraqueal, ecografías, pericardiocentesis, cardioversión, y otras habilidades como la realización de una cricotiroidotomía (11, 16, 17, 24, 27, 28).
Seguidamente se presentan aquellos medicamentos que los Paramédicos pueden administrar en aquellos servicios de ambulancias con licencia para atender emergencias de soporte vital avanzado, de acuerdo con los Protocolos de tratamiento estatales actualizados en Estados Unidos (28).
Tabla 2. Listado de medicamentos que pueden administrar los Paramédicos. Fuente: Rhode Island Department of Health. EMS Pharmacology Reference Guide. A companion to the 2017 Statewide Emergency Medical Services Protocols [Internet]. 2017.
En lo que respecta al sistema de transporte y sus dotaciones, es frecuente que éste dependa del departamento de Bomberos, denominado Fire Department en inglés. Este modelo está provisto de ambulancias para prestar tres niveles distintos de atención, que se corresponden a los niveles básico, intermedio y avanzado, según la capacitación de su plantilla. Generalmente, para rentabilizar costes y hacer más versátil el parque móvil de este tipo de vehículos, se utilizan furgonetas con cajón intercambiable, de forma que un mismo vehículo puede servir para dar soporte a los distintos niveles de asistencia con sólo cambiar la caja posterior (17).
La finalidad principal de este modelo es brindar una atención limitada y precoz para así poder priorizar el servicio de transporte de los pacientes hacia el sistema hospitalario lo más rápidamente posible, con la intención de que puedan ser atendidos allí un equipo de médicos y enfermeras, se le realicen las pruebas diagnosticas oportunas e incluso, se le lleve a quirófano si es necesario (6, 7, 22). Esta actuación es relevante en un entorno urbano, donde los tiempos de transporte a un hospital son cortos (10-15 minutos), y es mejor transportar cuanto antes el paciente al hospital que intentar importantes intervenciones en la zona del incidente (23). En el lenguaje de los SEMs, este proceso se ha descrito como “Scoop and run” o lo que es lo mismo “Recoger y correr” (16, 22, 24).
Este es el modelo típico del EMS que se puede encontrar en los Estados Unidos, aunque también es aplicado en otros países como Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Reino Unido, Noruega, Dinamarca, Suecia, China, Hong Kong, Irlanda, Israel, Japón, Corea del Sur, Taiwán, Sultanía de Omán, México y muchos países de América Central y del Sur, así como en la mayoría de los países de habla inglesa (a excepción de Irlanda del Norte, donde hay un SEMs similar al español). La medicina de emergencia está bien desarrollada en los países que siguen este enfoque y es reconocida como una especialidad médica independiente (14, 17, 18, 20).
Denominado también modelo europeo o médico hospitalario.
Este modelo de Servicio de Ayuda Médica Urgente inició su funcionamiento en los años ochenta y es el sistema de emergencias médicas que han adoptado la mayoría de los estados miembros de la Unión Europea, aunque con pequeñas variaciones entre los distintos países. Tiene como característica principal que se nutre y depende de la red hospitalaria y, eso permite brindar unos cuidados continuados por parte del mismo equipo que presta la asistencia (17, 20).
En el modelo francés, que es el utilizado en España, la atención por parte del personal se divide en dos niveles: un primer nivel médico y un segundo nivel no médico, con la diferencia de que la movilización de este personal suele ser secuencial y, no se suele enviar como respuesta inicial y única un recurso de Soporte Vital Avanzado (SVA). Los países que aplican este enfoque tienen personal médico y personal no médico trabajando en el medio extrahospitalario (17, 21).
El acceso a los servicios de atención médica de emergencia está disponible a través de un número específico de marcación reducida y gratuito (112), mediante el que se accede al Centro Coordinador de Urgencias sanitarias (CCU), que recibe y gestiona las llamadas telefónicas, determinando la prioridad del tipo de emergencia.
Los centros de coordinación son centros especializados en la recepción de emergencias sanitarias y disponen de personal sanitario (médicos o enfermeros) dentro de los profesionales que coordinan las urgencias y estos están asistidos por personal no sanitario llamado Técnicos Auxiliares de Regulación Médica (TARM) (3, 17, 18). Dichos profesionales analizan cada situación individualmente, brindan asesoramiento médico a las personas que llaman y determinan qué recursos son los más adecuados para responder a las necesidades de atención, determinando así el nivel de urgencia de la situación (6, 15, 17).
La central de coordinación sanitaria suele estar ubicada en el hospital de referencia de la red pública y desde allí se regula la respuesta inicial de las emergencias mediante la movilización de los recursos necesarios (17, 18). En muchos casos, en primer lugar, se moviliza una ambulancia con capacidad para prestar soporte vital básico, compuesta por dos técnicos de emergencias (el equivalente a los TES [Técnicos en Emergencias Sanitarias] españoles) y, posteriormente, en caso de ser necesario, se movilizaría un recurso medicalizado con capacidad para prestar soporte vital avanzado compuesto por un médico, un enfermero y un técnico en emergencias sanitarias como equipo proveedor de la asistencia (18, 20, 25).
Por lo general, los profesionales médicos responsables de atender las emergencias extrahospitalarias son médicos que realizan su trabajo de urgencias en el mismo hospital donde se halla el centro coordinador de emergencias. En muchas ocasiones, el personal facultativo realiza tareas asistenciales en ambas áreas durante sus turnos por lo que usualmente se envían primero los recursos de atención básica y, en caso de que se confirmase la emergencia vital, se saca un recurso avanzado; a eso se le llama sistema escalonado de atención médica (17). Los médicos de emergencias que atienden en el medio extrahospitalario tienen la autoridad para realizar juicios clínicos complejos y tratar a los pacientes en sus domicilios o en la escena del suceso. Esto ha dado lugar a que muchos pacientes sean tratados en el lugar del accidente y menos sean llevados a los hospitales (22).
Algunos países requieren que sus médicos de emergencias tengan una especialidad en medicina interna, anestesia, cuidados intensivos o cirugía; un tiempo variable de experiencia en la atención a pacientes de urgencias hospitalarias y un periodo de prácticas supervisado en el SEMs. El personal de enfermería que trabaja en estos servicios también se le exige la especialidad de anestesia y reanimación, que ya existe como tal en algunos países, o disponer de una capacitación especializada, y/o experiencia en cuidados críticos o de emergencias hospitalarias. En cuanto a los técnicos, estos tienen una formación similar a los TES españoles. La formación de estos profesionales varía según el país, pero en general suele incluir módulos de RCP básica, que pueden incluir o no el uso de equipos de desfibrilador externo automático y la atención de pacientes politraumatizados, así como el conocimiento de técnicas no invasivas como la medición de glucosa en sangre, la pulsioximetría o la toma de la presión arterial (17).
En cuanto al sistema de transporte, éste se basa principalmente en el uso de dos tipos de medios: Los vehículos de atención básica y los vehículos de atención avanzada, aunque en ocasiones también utilizan helicópteros medicalizados. Los vehículos de atención básica suelen pertenecer al propio sistema de emergencias, aunque en algunos sectores en Francia y en países como Portugal pertenecen a los bomberos. Los automóviles de atención avanzada pueden incluir ambulancias o vehículos pequeños que forman parte de la red hospitalaria del sistema de salud y pueden transportar al equipo médico cuando se necesite su presencia para atender a los pacientes. Los vehículos pequeños pueden ser turismos, todoterrenos o motocicletas que se usaran en función del tipo de área de trabajo en la que se desplacen, y son semejantes a los Vehículos de Intervención Rápida (VIR) que utilizan entidades como el SAMUR o los bomberos en España (17).
La finalidad principal de este modelo es el de evaluar al accidentado e iniciar el tratamiento primario en el lugar donde ha sucedido el incidente, con la intención principal de estabilizar al paciente antes de transportarlo al hospital más cercano en caso de que sea preciso (6, 24). En ocasiones, el sistema permite que los pacientes sean tratados en sus domicilios sin necesidad de ser transportados a un hospital (24). Este proceso se basa en la filosofía “stay and play” o lo que es lo mismo “quedarse y jugar”, ya que la razón esencial de este enfoque es acercar el hospital al paciente y reducir el transporte innecesario de ambulancias a los departamentos de emergencias hospitalarias (16, 22, 24).
En Europa coexisten varios modelos diferentes. El modelo “paramédico” es predominante en algunos países nórdicos (p.ej., Noruega, Suecia, Dinamarca), así como en Reino Unido y Alemania (este último comparte características con ambos sistemas). En el resto de países (como Francia, Grecia, Malta, Austria, Bélgica, Finlandia, Letonia, Polonia, Portugal, Italia, Rusia, Eslovenia, Suiza, España, etc.) prevalece el modelo francés, con personal médico y enfermero junto con los técnicos de emergencias (20).
Alemania es un país que tiene una cierta influencia del modelo angloamericano, ya que por ejemplo dispone de tres niveles (Rettungshelfer, Rettungssanitäter, Rettungsassistent) de atención “no médica” desde el 1989. Alemania es un caso especial, ya que tiene una red de transporte aéreo muy importante, dotada con más de 50 helicópteros en el año 2018. El helitransporte, junto a la dotación de ambulancias terrestres, puede brindar atención a quienes lo necesiten en un tiempo máximo de 10 a 15 minutos (17).
Tabla 3. Comparativa entre los distintos modelos de Sistemas de Emergencias Médicas. Fuente: Elaboración propia.
España se encuentra en el suroeste de Europa y norte de África, limita con Portugal al oeste, con Marruecos al sur y con Francia y Andorra al noreste. Esta dividida en 17 Comunidades Autónomas (Andalucía, Aragón, Principado de Asturias, Baleares, Canarias, Cantabria, Castilla y León, Castilla La Mancha, Cataluña, Extremadura, Galicia, La Rioja, Comunidad de Madrid, Murcia, Navarra, País Vasco y la Comunidad Valenciana) formadas por 50 provincias y 2 ciudades autónomas (Ceuta y Melilla) (29). Cada comunidad autónoma es responsable de sus servicios de salud, incluidos los servicios prehospitalarios, y pueden contratar sus propios proveedores de servicios de ambulancia (14). A fecha de 1 de julio de 2021 dispone de una población de 47.326.687 habitantes, y según datos del año 2020 la esperanza de vida al nacer es de 79,59 años para los hombres y de 85,06 años para las mujeres (30).
En los últimos 30 años, en este país se han experimentado ciertos cambios significativos con un impacto directo en el campo de la salud. La transformación comenzó con el desarrollo de la industria y la tecnología, y a medida que la economía y el nivel de vida fueron mejorando, la población comenzó a demandar un mejor sistema de atención médica. Si a esto se le une el aumento de los accidentes de tráfico y la aparición de patologías tiempo-dependientes (p. ej., sepsis grave, accidentes cerebrovasculares, síndrome coronario agudo o politraumatismos), todo ello ha propiciado el desarrollo de los servicios extrahospitalarios (11, 14).
Los inicios comenzaron en la década de los años 70, gracias a diversas asociaciones que tenían el objetivo de ayudar y socorrer al ciudadano prestando un servicio de urgencias muy diverso. Entre ellos destacan la Cruz Roja Española, las unidades de la asistencia sanitaria de la Seguridad Social y la Asociación de Ayuda en Carretera (DYA) basada en el voluntariado en el ámbito de la seguridad vial (2, 3, 20).
Figura 2. Primera ambulancia DYA. Fuente: Montero García A. Diseño y validación psicométrica de una escala de vulnerabilidad en emergencias prehospitalarias [Internet]. 2016.
En España, los servicios de emergencias médicas y urgencias extrahospitalarias están integrados dentro del Sistema Nacional de Salud (SNS) y se desarrollaron a partir de los años 80 y 90 (2, 20).
La década de los 80 supuso la creación y el desarrollo de las primeras sociedades científicas, como la Sociedad Española de Medicina de Urgencias (SEMU), la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES), la Sociedad Española de Medicina Intensiva y Unidades Coronarias (SEMIUC) o la Sociedad Española de Cardiología (SEC), que constataron una elevada mortalidad extrahospitalaria, causada principalmente por enfermedades del corazón y accidentes de tráfico. Con ello, alertaron a las autoridades públicas, profesionales de la salud y a la sociedad de la necesidad de dotar con más y mejores recursos a los servicios de urgencias y emergencias (2, 3). Estas asociaciones ayudaron a España a desarrollar y mejorar los servicios de emergencias extrahospitalarias, creando los equipos SEMs como respuesta a las emergencias en todo el territorio nacional, como recurso para reducir la morbilidad y mortalidad que estas patologías generaban (2).
Fruto de esta iniciativa, la SEMIUC creó en 1984 el Plan de Actuación Sanitaria de Urgencia (PASU), documento que consigna los distintos tipos de cuidados médicos que existen para la atención prehospitalaria, la cardiopatía isquémica, los traumatismos mayores o la asistencia en catástrofes (2, 19). También se documentan las bases para el desarrollo de los Servicios de Emergencias Médicas en España, que facilitó la instauración en cada una de las Comunidades Autónomas (CC. AA.) del país (3). Esta expansión tiene lugar en todo el territorio nacional y fue propiciada por el traspaso de competencias a las distintas CC. AA., con su inicio alrededor del año 1981 (2, 3).
En 1987 se constituye la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias y se convierte en el principal foro científico de divulgación de la medicina de urgencias y emergencias a través de la publicación de su revista “emergencias” y los congresos científicos que organizan (3). Un año más tarde, en 1988, se publicó el Informe del Defensor del Pueblo, en el que se abordaba la situación de las emergencias médicas en España, y denuncia la circunstancia que hay en la asistencia médica urgente tanto a nivel hospitalario como extrahospitalario en cuanto a la saturación y escasez en la dotación de medios humanos y materiales para hacer frente al fuerte incremento de la demanda. La misma situación ocurre en la gran mayoría de los países desarrollados del mundo.
En 1991, surgen las recomendaciones del Comité Europeo de Salud presentadas en el Consejo de Ministros de la Unión Europea, donde se propone el 112 como único número telefónico para acceder a los servicios de urgencias y emergencias en la comunidad Europea, aunque éste no empieza a funcionar en nuestro país hasta el 1998. Ese cambio precede a una globalización que ya se vislumbraba por venir, donde se tuvo en cuenta los desplazamientos de la población y las migraciones; facilitando así el teléfono como único medio de comunicación con un sólo número al que llamar en caso de emergencia (2, 3).
No es hasta el 2006, cuando el modelo organizativo de los servicios de emergencias sanitarias en España establece la cartera de servicios del Sistema Nacional de Salud, quedando definitivamente asumido por la administración sanitaria de cada CC.AA.
La premisa común de esta cartera de servicios es la de prestar atención médica en el momento, tiempo y lugar adecuado para facilitar un tratamiento ajustado a las necesidades de cada individuo, garantizando una asistencia sanitaria integral, igualitaria, financiada con fondos públicos y gratuita en todas las provincias del país.
De este modo, en España coexisten distintos modelos organizativos del SEMs, y si bien existen muchas similitudes, existen también importantes diferencias en las características de los centros de coordinación, vehículos, denominación de los profesionales, equipamiento, grado de desarrollo y distribución (3).
El transporte sanitario moderno se ha desarrollado en todos los países industrializados con la implementación de los servicios de emergencias médicas en el ámbito extrahospitalario. Están diseñados para brindar atención médica en aquellas situaciones críticas que ponen en peligro la vida del individuo o pueden sufrir secuelas potencialmente graves. Dicha asistencia, especializada y de calidad precisa que sea prestada de forma inmediata en el lugar del incidente y en el menor tiempo posible seguido de la entrega del paciente a la atención hospitalaria, en condiciones óptimas y seguras en vehículos acondicionados para ello (20).
Este escenario de atención prehospitalaria es complejo y sofisticado porque aborda una variedad de situaciones en las que inciden diversos factores como el tipo de atención requerida, la localización del enfermo, la accesibilidad para llegar a él o la disponibilidad de los recursos; e implica coordinar la ejecución de una cadena de acciones y decisiones por parte de los profesionales sanitario que las desempeñan (1).
Estos servicios disponen de vehículos de primera respuesta, que incluyen unidades móviles equipadas según los distintos grados de complejidad (1). Pese a que cada país tiene autonomía en su legislación y en la forma de regular su normativa, es común que todas las naciones de la Unión Europea empleen los mismos términos de ambulancia (Tipo A, Tipo B y Tipo C) en aquellos vehículos que dan servicio a través del Emergency Medical Services (17, 18).
Tabla 4. Categorización tipos de ambulancia en los Servicios de Emergencias Médicas. Fuente: Elaboración propia.
En España, el marco normativo de la actividad del transporte sanitario terrestre está regulado principalmente por el Real Decreto 836/2012 de 25 de mayo, que tiene por objetivo determinar las características técnicas, el equipamiento sanitario y la dotación de personal de los vehículos de transporte sanitario por carretera (18, 31, 32). El transporte sanitario terrestre podrá ser realizado mediante los siguientes tipos de vehículos de transporte sanitario (14, 25, 31):
De conformidad con la normativa legal vigente, estas ambulancias deben disponer con al menos un profesional de la salud (médico, enfermera o técnico) que estará al mando de las emergencias, dispondrá conocimientos básicos en el ámbito prehospitalario y de habilidades para el manejo de catástrofes y desastres (1). Los vehículos orientados a proveer servicios de transporte sanitario deben contar con personal designado y, su cualificación variará según la clase o categoría de ambulancia en la que trabajen (13, 31, 33, 34):
Por otra parte, se hallan los vehículos terrestres sin transporte de pacientes de los que se disponen (14):
A parte del transporte sanitario terrestre, también se dispone del transporte sanitario aéreo y del transporte sanitario marítimo para atender situaciones y casos muy específicos (37).
Transporte sanitario aéreo: Existen dos aparatos distintos que disponen de una tripulación formada por un piloto, copiloto, técnico en emergencias sanitarias, médico y enfermero con experiencia en pacientes críticos. A este equipo hay que añadirle un mecánico aeronáutico en base para garantizar el mantenimiento del aparato y resolver cualquier tipo de incidencia mecánica (14).
Transporte sanitario marítimo: Existe la embarcación rápida y el barco hospital. Ambos vehículos se usan en situaciones especiales.
Los servicios de ambulancia se diseñaron originalmente solo como servicio de transporte de emergencia, pero a lo largo de los años han ido evolucionando y hoy en día cubren una amplia gama de necesidades de atención médica, que incluyen (1, 25): La atención primaria de urgencias y de emergencias prehospitalaria, el transporte de enfermos no urgentes, el traslado de pacientes programados, el transporte de enfermos entre distintas instalaciones para la realización de pruebas diagnósticas o terapéuticas, el traslado de pacientes a otro hospital al necesitar un tratamiento especializado (11, 37).
El equipamiento sanitario del que dispone una ambulancia depende del tipo de vehículo y de la asistencia que vaya a realizar. El material debe colocarse en mochilas o maletines para evitar que el contenido interno se deteriore o se rompa, y su distribución interior debe estar perfectamente organizado y etiquetado para facilitar el manejo a todo profesional y, favorecer su posterior revisión y reposición (13).
A continuación, se detalla el material que dispone un dispositivo de transporte que proporciona soporte vital básico. La cantidad de cada material o medicamento estará limitada por el espacio físico de cada dispositivo y como que cada Comunidad Autónoma tiene su propia legislación al respecto, el siguiente listado con las cantidades expresadas seguidamente debe considerarse como orientativo (13, 33, 35, 38).
Seguidamente se detalla el material que dispone un dispositivo de transporte que proporciona soporte vital avanzado (13, 33, 35, 38).
El desarrollo que han tenido los servicios de urgencias extrahospitalarias en este país, unido a la aprobación del Real Decreto 836/2012 de 25 de mayo, hicieron posible el desarrollo y la instauración de nuevos recursos asistenciales denominados unidades de Soporte Vital Avanzado Enfermero (SVAE). En ellos la enfermera tiene la potestad para desarrollar sus competencias profesionales de manera autónoma y con total garantía, desempeñar técnicas enfermeras y brindar cuidados y atención de soporte vital avanzado a los pacientes que solicitan una atención urgente (32, 36).
Este tipo de recurso existe desde hace varios años a nivel internacional en países como Francia, Suecia, Holanda, Portugal o Reino Unido, e incluso está implementado en modelos clásicamente paramédicos como en el caso de Estados Unidos, aunque en menor medida (32, 39, 40). En España, este tipo de unidades existen desde hace más de 30 años en algunas comunidades autónomas como Cataluña, pero su implantación en otras CC.AA. es relativamente reciente, lo que permitió experimentar un crecimiento exponencial en un corto periodo de tiempo del número de unidades SVAE existentes (32).
Según el artículo Calle Domínguez C et al. en el año 2017, había unas 59 unidades SVAE que estaban distribuidas por las CC.AA. de la manera siguiente: 5 unidades en Andalucía, 11 unidades en Canarias, 4 unidades en Castilla y La Mancha, 27 unidades en Cataluña, 2 unidades en Madrid y 10 unidades en País Vasco (36).
Figura 3. Instauración de ambulancias SVAE en algunas CC.AA. de España. Fuente: Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias. Recomendaciones sobre los recursos de Soporte Vital Avanzado Enfermero [Internet]. 2018.
La unidad de SVAE está formada por un celador/conductor y por una enfermera llamada Enfermera de Práctica Avanzada (EPA) que debe disponer de una destacada experiencia en el cuidado del paciente crítico (41, 42). Esta enfermera utilizará sus conocimientos específicos del ámbito de las emergencias para proporcionar atención continuada e integral al paciente, efectuar intervenciones de triaje, llevar a cabo la valoración inicial y la anamnesis, monitorizar al enfermo, realizar el proceso de atención de enfermería, manejo de heridas abiertas y suturas, observar, evaluar y estabilizar al paciente y se comunicará con el CCU cuando le sea necesario. Cuando la asistencia requiera la administración de medicación, ésta será prescrita telefónicamente por un facultativo del Centro Coordinador de Urgencias (39, 42). En el caso de estar ante una situación de riesgo vital, la prescripción se realizará de manera independiente, respaldándose en guías y protocolos de actuación enfermera elaboradas a nivel nacional e internacional, brindando un enfoque holístico y haciendo uso de un lenguaje propio de enfermería (32, 36). Estos profesionales están capacitados para manejar situaciones que amenazan la vida, hospitalización domiciliaria, manejo del paciente paliativo, muerte digna en el hogar y llevar a cabo traslados secundarios (39).
Así pues, cuando se habla de una unidad SVAE se está refiriendo a una ambulancia tipo C, habilitada con equipamiento y fármacos para prestar cuidados y realizar maniobras de SVA, donde la enfermera es el líder de la unidad (18, 32). Este tipo de ambulancias llevan tiempo en auge y, su finalidad es la de proporcionar atención domiciliaria a demandas de atención urgente para atender enfermedades leves agudas y crónicas, las cuales se clasifican como prioridades de nivel 3 y 4, aunque en ocasiones, estas ambulancias también son enviadas para atender prioridades 1 y 2, cuando se requieran por necesidades del servicio (39, 40, 42).
Para optimizar la utilización de este tipo de ambulancias y dar la mejor respuesta a la demanda de este servicio, se ha establecido un sistema de clasificación que designa un tipo de prioridad según la gravedad de cada patología. La prioridad de la demanda se clasifica en 4 niveles:
Entre las razones que contribuyen a la implementación del modelo EPA se pueden mencionar la escasez de profesionales médicos, la mejora de las habilidades enfermeras, la reducción de los presupuestos de salud, el envejecimiento de la población, el crecimiento continuado de la demanda asistencial y la saturación de los servicios de urgencias y emergencias (36, 39, 40, 42). Todo ello hace que la enfermera de práctica avanzada se erija como el profesional más idóneo para atender las asistencias urgentes a domicilio derivadas de enfermedades leves con tendencia a la cronicidad debido a su alta capacidad de resolución in situ, incorporando el cuidado de necesidades psicosociales del paciente y familiares y, mejorar así el coste-efectividad del servicio (41, 42).
Los dispositivos SVAE han evidenciado tener una gran eficacia y eficiencia. El SVAE complementa y mejora el sistema de emergencias extrahospitalario, contribuye a equiparar la respuesta sanitaria según la demanda, y optimizar así los recursos disponibles. La creación de estos nuevos recursos tiene como objetivo principal aumentar los medios asistenciales sin sustituir los ya existentes, aportando más versatilidad, accesibilidad y rentabilidad con el fin de reducir el tiempo de reacción ante cualquier situación de urgencia, mejorando la calidad asistencial para el usuario, evitando visitas innecesarias, reiteradas y evitables a los servicios de urgencias del hospital, previniendo así el colapso del sistema de salud (36, 39, 40).
La conformación de este nuevo rol de enfermería en la asistencia prehospitalaria ha impulsado la necesidad de regularizar la prescripción enfermera con la aprobación del Real Decreto 1302/2018, de 22 de octubre (43), y reconsiderar la formación actual, incorporando la elaboración de la Especialidad de Enfermería Médico-Quirúrgica, que aún esta pendiente de aprobación y, disponer de protocolos y guías de actuación basadas en la evidencia científica en todas las Comunidades Autónomas (18, 36, 39). Con esto, se aumentará la capacidad de resolución de estas unidades que estarán mejor formadas, elevando su calidad asistencial, siendo más eficaces, promoviendo la seguridad del paciente y contribuyendo a la sostenibilidad del sistema sanitario (36).
Ante situaciones de urgencias y emergencias que tienen lugar en el medio extrahospitalario, el personal de enfermería proporciona atención y cuidados enfermeros al paciente (ya sea adulto o pediátrico) que se encuentra en estado crítico, de alto riesgo o en fase terminal. Simultáneamente, deben coordinar sus actuaciones con el resto del equipo multidisciplinar que se encuentran en el lugar del incidente, optimizando la toma de decisiones con el objetivo de mantener las funciones vitales del paciente crítico en situación de riesgo inminente para su vida (13).
Seguidamente se enumeran las competencias de la enfermera en el ámbito de urgencias y emergencias (13, 18, 44).
Las competencias de enfermería deben ajustarse de acuerdo a la evolución de los avances que surgen en el ámbito de salud, tecnología y cuidados enfermeros, que guían constantemente el progreso y la evolución de la profesión (13).
Las funciones de la enfermería en el medio extrahospitalario se caracterizan de la siguiente manera, y se encuentran estructuradas en cuatro grupos:
Las labores de la enfermera dentro del SEMs empiezan cuando llega a su puesto de trabajo y recibe el parte del turno anterior dado por la enfermera/o saliente. Algunas de esas actividades pueden ser (13, 45):
Seguidamente, al inicio de cada turno, es preciso que todos los miembros del equipo realicen una inspección de la ambulancia y de los maletines con los que se atienden a los enfermos. Se debe revisar las siguientes cuestiones (13):
La organización y la comunicación entre compañeros de trabajo, y la habilidad para trabajar de manera independiente tomando decisiones complejas son aspectos esenciales en la atención médica extrahospitalaria, ya que de ellos dependerá la calidad de la primera asistencia, que a su vez también depende el pronóstico del accidentado (13, 46).
Es importante que el trabajo administrativo sea revisado por el supervisor de enfermería o director médico de cada base. Además, deberían asumir la responsabilidad de la organización, liderazgo, dirección, gestión, representación del colectivo y evaluación de las actuaciones enfermeras (44, 46).
En lo que respecta a la aplicabilidad de los cuidados y las técnicas en torno al sujeto que se encuentra en situación de emergencia extrahospitalaria, es necesario que los profesionales de enfermería predispongan y se adapten a los avances y características propias de la atención prehospitalaria; porque esta especialidad no se equipara a ninguno de los modelos de cuidados de enfermería clásica (44, 45).
El rol de enfermería frente a un sujeto que se encuentra inconsciente en el medio extrahospitalario se estructura de la siguiente manera:
Los datos adquiridos mediante la evaluación deben ser transmitidos a todos los miembros del equipo para priorizar y ejecutar un modelo de atención globalizado. Semejantes cuidados se basarán en los protocolos, algoritmos y guías de actuación de las unidades de soporte vital avanzado en la atención al paciente crítico.
En situaciones donde haya más de un paciente accidentado, una vez realizada la valoración inicial, se identificarán a los pacientes de mayor gravedad priorizando la asistencia en función de la magnitud de sus lesiones, su pronóstico vital junto con los recursos existentes; realizando de esta forma un triaje para poder establecer una prioridad de tratamiento, evacuación y transporte de la víctima. La premisa principal de este triaje es lograr el mayor beneficio para el mayor número de heridos posibles (45).
Aplicación de cuidados específicos necesarios según la patología (45):
Apoyar a los familiares brindándoles la información, asistencia y educación adecuada a la situación de la persona enferma y su entorno. La información a proporcionar debe ser de fácil comprensión, clara y sin alarmar a los familiares ni generarles falsas expectativas. En caso de trasladar al accidentado, se debe facilitar la información sobre el Hospital o centro de salud al que se dirige y explicarles lo que deben hacer una vez allí (44). Con un trato amable y una actitud serena se puede mitigar sus miedos y aligerar su dolor e incertidumbre ante la situación por la que atraviesan en ese momento (45).
Esta hoja de registro de enfermería sirve para informar a los profesionales sanitarios que reciban al paciente los cuidados prestados en el entorno extrahospitalario y también sirve como prueba legal en caso de recibir una denuncia. Hay que tener en cuenta que lo que no está escrito en la hoja de registro implica que no se ha hecho (45). La hoja de enfermería debe contener, como mínimo la siguiente información: Datos del paciente, ubicación y ámbito donde se ha realizado la atención, signos y síntomas, anamnesis, medición de constantes con la hora de la toma, tratamiento aplicado y fármacos administrados especificando la vía de entrada y su evolución hasta la llegada al hospital. También debe contener los nombres de los integrantes del equipo, horarios/tiempo de respuesta y su firma con el número de colegiado. Este informe ha de ser completo, claro y conciso, debe recoger detalladamente aquellos cuidados que han sido aplicados durante el proceso de asistencia, así como, la evolución que ha tenido el paciente en dicho proceso. En el caso de prestar una atención sanitaria extrahospitalaria en la que no se precise traslado alguno, debe quedar reflejado en el informe el contacto al que deben dirigirse en el supuesto de que su situación se agravase. Es importante ofrecer continuidad en la asistencia (45).
A la llegada al hospital, se transfiere el paciente de la camilla de la ambulancia a la camilla del lugar receptor, garantizando un traspaso y movilización adecuados para evitar cualquier arrancamiento de vías, cables o tubos que pueda llevar el paciente. Una vez se haya transferido al paciente, se realizará entrega de la hoja de enfermería a la enfermera receptora del enfermo en cuestión. La pondremos en antecedentes y comentaremos su evolución y si ha habido algún cambio significativo durante el traslado. Al mismo tiempo, el TES se hará cargo de recuperar el material (cables monitor, saturímetro, férula de inmovilización, etc.) que lleva el paciente y que pertenece a la ambulancia, para así poder reanudar la operatividad del servicio lo antes posible (45).
Una vez se ha recuperado el material usado en la transferencia del enfermo, es preciso reponer el material fungible y fármacos utilizados y verificar que los equipos del interior del vehículo funcionen correctamente. En caso de pérdida o deterioro de material y de haber detectado algún problema en la ambulancia, es necesario notificarlo a los superiores. Una vez todo está correctamente revisado y reemplazado, se puede informar vía radio/teléfono la operatividad de nuevo de la unidad (45).
Las tareas del enfermero/a de emergencias extrahospitalarias, como las de cualquier otro enfermero, no sólo se limitan al cuidado del paciente enfermo. También apoya a las familias de los afectados (como se describe en el apartado anterior), realiza educación para la salud con los pacientes y sus familiares y, además puede realizar otras tareas relacionadas con el ámbito de la docencia, siendo la educación un componente esencial en el rol enfermero (45). Como docente, puede colaborar en la educación continua y la formación de nuevos enfermeros y tener a su cargo a estudiantes de practicas de la diplomatura, postgrados y másteres de enfermería junto con otros profesionales de la salud (18, 44).
La profesión enfermera debe orientar su formación en urgencias y emergencias, realizando simulacros y entrenamientos en aquellas tareas que tengan una mayor dificultad o que sean de un creciente interés por su propia particularidad en el ámbito laboral. Se pueden realizar actividades de la siguiente índole (44, 45):
La formación y educación es una vertiente fundamental en el rol del profesional de enfermería (18, 44).
En una profesión científica como lo es la enfermería, es esencial que se use la investigación como instrumento para progresar y avanzar en la actividad profesional y en los cuidados enfermeros, sea cual sea su especialidad. Entre otras cosas, el hecho de investigar ayudará a (13, 18, 44):
La enfermera puede adentrarse en la función investigadora a través de su participación en publicaciones científicas, diseño de un proyecto de investigación, asistiendo a jornadas científicas, presentando un trabajo en algún congreso y participando en el equipo que elabora los protocolos, entre otros (18).
Para la comunicación entre el Centro de Coordinación de Urgencias médicas y las unidades de ambulancia, utilizan un sistema de radio abierto con codificación para comunicar los servicios que atender, usando un lenguaje radiofónico a través de códigos numéricos o alfanuméricos para mantener un grado de privacidad (7, 17).
El alfabeto de deletreo por radiotelefonía recomendado mundialmente es el que tiene reconocido la Organización Internacional de Aviación Civil (OACI, ICAO en inglés) que fue creado por la ONU en 1944, y es conocido con el nombre de código fonético ICAO (47). Utiliza un lenguaje conocido internacionalmente en el ámbito de las radiocomunicaciones verbales por los servicios de seguridad, y se usa cuando es preciso divulgar información de vital importancia deletreando verbalmente los datos que precisan ser entendidos (17, 48). Este alfabeto funciona asignando una palabra a cada letra y número, como se muestra en las tablas siguientes:
Fuente: Organización de Aviación Civil Internacional. Reunión de implementación de Búsqueda y Salvamento (SAR) [Internet]. 2021.