Este trabajo consta de dos apartados diferentes. Lo primero, es conocer la anatomía del sistema nervioso en el que se explica de forma detallada los dos sistemas importantes que son el sistema nervioso central y periférico. Lo segundo, es indagar en las cuatro patologías neurológicas de urgencias (accidente cerebrovascular, epilepsia, cefalea y traumatismo craneoencefálico).
El objetivo de este trabajo es dar a conocer cuáles son las patologías más urgentes sobre los trastornos neurológicos. Consiste en una revisión bibliográfica en la cual se expone cada patología de manera más detallada. En cada una de ellas se definen las enfermedades, cual es la afectación que supone para la población, los diferentes tipos que existen, cuales son los factores de riesgo y la prevención de cada enfermedad.
Estas deficiencias neurológicas provocan grandes cantidades de muerte e incapacidades. La causa del retraso en la detección precoz suele ser el desconocimiento de la población y en muchos casos se observa que son prevenibles.
Palabras clave: Anatomía, sistema nervioso, patologías neurológicas, urgencias, prevención
This work consists of two different sections. The first is to know the anatomy of the nervous system in which the two important systems, the central and peripheral nervous system, are explained in detail. The second is to investigate the 4 emergency neurological pathologies (stroke, epilepsy, headache and cranioencephalic trauma).
The aim of this work is to identify the most urgent pathologies of neurological disorders. It consists of a bibliographic review in which each pathology is presented in more detail. In each of them, pathologies are defined, what is the affectation for the population, the different types that exist, what are the risk factors and the prevention of each disease.
These neurological deficiencies cause large numbers of deaths and disabilities. The cause of the delay in early detection is usually the lack of knowledge of the population and in many cases it is observed that they are preventable.
Keywords: Anatomy, nervous system, neurological pathologies, emergencies, prevention
Este trabajo consiste en una revisión bibliográfica acerca del tema de trastornos neurológicos de urgencia. Para ello se ha recurrido a la búsqueda de información científica en bases de datos, revistas online, monografías y libros relacionados. Se ha realizado la búsqueda tanto en inglés como en castellano con los artículos científicos más apropiados desde el año 2018 hasta la información más reciente. Las bibliografías están citadas en el texto según las normas de Vancouver. Estas son las fuentes más empleadas durante el trabajo:
Las urgencias neurológicas son una serie de patologías en las que afectan al sistema nervioso central (SNC) y al sistema nervioso periférico (SNP), que engloba mayormente los nervios. Causan numerosos efectos incapacitantes que pueden producir discapacidades múltiples. Teniendo en cuenta su estado de gravedad, las urgencias permiten tener todos los recursos necesarios para realizar una asistencia especializada a pacientes con enfermedades neurológicas críticas. Gracias a esto se puede aportar todos los cuidados específicos de la forma más rápida y adecuada para tratar la patología del sistema nervioso urgente (1).
Se define como urgencias ciertos criterios que incluyen la rapidez de aparición, el mal pronóstico y la necesidad de intervenir inmediatamente. Por lo que una rápida evaluación permitirá formular un diagnóstico preciso y rápido (2).
Las enfermedades neurológicas son una de las principales causas de morbimortalidad. Afectan a más de 7 millones de personas en nuestro país, y en España, según la Sociedad Española de Neurología (SEN), dichas patologías causan el 19% de fallecidos cada año (1, 3).
Según la SEN, nueve de cada quince enfermedades que tienen reconocida una discapacidad son neurológicas. El ictus es la segunda causa de muerte en España (la primera entre las mujeres) (1, 3).
Estás patologías son muy diversas y se pueden clasificar de diferentes maneras como por ejemplo entre agudas y crónicas. Las más frecuentes son el accidente cerebrovascular, cefalea, epilepsia, demencia, la enfermedad de Parkinson, enfermedades neuromusculares (entre ellas, Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) y los Traumatismos Craneoencefálicos (TCE) (1).
Antes de profundizar en cada patología se realizara un resumen sobre la anatomía del sistema nervioso.
El sistema nervioso es el encargado de las relaciones de distintos órganos para un correcto funcionamiento del ser humano. Percibe información sensorial de los órganos, y en función de lo que recibe elabora señales que modifican las respuestas de dichos órganos. El sistema nervioso se divide en dos sistemas: El sistema nervioso central (SNC) y sistema nervioso periférico (SNP) (4).
Debido al SNC el humano tiene la capacidad de aprender, memorizar información y de modificar el comportamiento en función de las experiencias diarias. Es la parte más grande del sistema nervioso y representa el centro de las comunicaciones del cuerpo ya que llega toda la información y desde donde se emite al cuerpo (4).
Además, durante el sistema se pueden apreciar tanto en la corteza cerebral y en la médula espinal dos sustancias, sustancia gris y blanca. En la corteza, la zona blanca está más interna y la gris más externa; sin embargo, en la médula espinal se invierte. En la corteza cerebral, la sustancia gris está formada principalmente por los cuerpos celulares de las neuronas por lo que la mayor parte de las neuronas están en la zona gris. La sustancia blanca está compuesta por axones mielinizados de las neuronas. La mielina es una sustancia grasa que recubre los axones para que el impulso nervioso se trasmita de manera rápida y es la que le da el color blanco debido a su alto contenido lipídico (4, 5). Ver figura 4.
El SNC está anatómicamente formado por el encéfalo y la médula espinal. El encéfalo se sitúa en el cráneo y está compuesto por cerebro, diencéfalo, cerebelo y tronco encefálico. El cerebro es la estructura principal responsable de la coordinación y del control del organismo, está cubierto por la cavidad craneal (4, 5, 6).
Figura 1: Segmentos principales del sistema nervioso central. Fuente: Plazas L. Valoración de la función del tallo del encéfalo. Enfermería Buenos Aires [Internet]. 2023. Disponible en: https://enfermeriabuenosaires.com/valoracion-de-la-funcion-del-tallo-del-encefalo/
Como anteriormente se ha mencionado, la corteza cerebral es la parte más superficial del encéfalo y está llena de pliegues que reciben el nombre de surcos o cisuras. La corteza cerebral se divide en dos hemisferios cerebrales (hemisferio izquierdo y derecho). El hemisferio izquierdo de dicha corteza controla la mitad derecha del cuerpo y el hemisferio derecho controla la otra mitad, es decir, la parte izquierda del cuerpo (5, 7).
La corteza cerebral se estima que contiene más de 80.000 millones de neuronas y la capa conjuntiva apenas tiene un grosor de entre 2 y 5 milímetros. La corteza se puede clasificar de diversas maneras, anatómicamente está divido en cuatro lóbulos cerebrales (frontal, parietal, temporal y occipital) y cada lóbulo se encuentra en dos hemisferios cerebrales (4, 8).
Figura 2: Lóbulos cerebrales. Fuente: Pérez Segura P. Tumores cerebrales. Sociedad Española de Oncología Médica [Internet]. 2022. Disponible en: https://seom.org/113-Informaci%C3%B3n%20al%20P%C3%BAblico%20-%20Patolog%C3%ADas/tumores-cerebrales
Continuando con la corteza cerebral también se puede dividir según las áreas funcionales o también denominadas corticales. Teniendo en cuenta que cada área cortical cumple funciones complejas y determinadas, se explicara de manera breve la clasificación general de ellas (5, 8, 9):
Consiste en recoger estímulos, elaborarlos y generar información sensorial adecuada. Todo el SNC está protegida por meninges y contiene Líquido Cefalorraquídeo (LCR) (6).
El SNC está envuelto por unos tejidos conjuntivos situados desde el hueso al tejido nervioso en el que protegen el encéfalo y la médula espinal, llamados meninges (4, 11). Son tres membranas meníngeas ordenadas de fuera a dentro (4, 6, 11):
Y entre ellas se sitúan los siguientes espacios (4, 6, 11):
Figura 3: Meninges y espacios meníngeos. Fuente: Arroyo Santana MB. Urgencias y emergencias neurológicas. NPunto [Internet]. 2019;2(12). Disponible en: https://www.npunto.es/content/src/pdf/1553598815NPvolumen12.pdf?0.5943970666266978
La médula espinal comienza en el tronco encefálico (concretamente en el bulbo raquídeo) y baja por la columna donde le protegen las vértebras. La función principal es transmitir impulsos nerviosos a los 31 nervios raquídeos. De esta manera, la médula espinal es la encargada de comunicar el cerebro con el resto del cuerpo. Al igual que el resto del SNC, contiene tres membranas (meninges) que envuelven toda la estructura. Como anteriormente se ha dicho, la médula está compuesta por sustancia gris (zona más central) y sustancia blanca (zona más periférica). En la zona donde se encuentra la materia gris se originan las raíces sensitivas (zona anterior / ventral) y las raíces motoras (zona posterior / dorsal). Tanto las raíces sensitivas y motoras se unen a ganglios por la cual se forman un par de nervios raquídeos por cada uno de los segmentos; en total, son 31 segmentos medulares (4, 5, 6).
Figura 4: Principales estructuras de la médula espinal. Fuente: Megías M, Molist P, Pombal MA. Atlas de histología vegetal y animal [Internet]. Disponible en: https://mmegias.webs.uvigo.es/2-organos-a/guiada_o_a_01medula.php
Es un conjunto mayormente de nervios que controlan las funciones motoras y sensoriales. La función principal es conectar al SNC con los órganos, extremidades y la piel. De esta manera permite que el SNC pueda recibir y enviar información a otras áreas del cuerpo (5, 6). El SNP está dividido en dos grupos:
EL SNP está formado por doce pares craneales (4, 5, 6):
Figura 5: Esquema sobre el sistema nervioso. Elaboración propia.
ACV también llamado ictus, es una enfermedad aguda que se produce al interrumpir bruscamente la circulación sanguínea cerebral. A consecuencia de interrumpirse el flujo sanguíneo de alguna de las arterias cerebrales, las funciones de este tejido del encéfalo fallaran de manera temporal o permanentemente. Es una enfermedad neurológica grave ya que de forma brusca y súbita se produce una alteración de las funciones cerebrales debido a un problema en la circulación sanguínea cerebral (12, 13).
Dicha patología es tiempo-dependiente, en el que “el tiempo es cerebro”. Cuanto antes se actué, el daño será menor e incluso se puede salvar la zona del cerebro que se está infartando en el momento (14, 15).
El ACV afecta mucho a los países desarrollados. La OMS señala que dicha patología es la segunda causa de muerte en adultos a nivel mundial (primera causa de mortalidad en las mujeres) y la principal causa de discapacidad e invalidez permanente, lo que afecta directamente a las actividades de la vida diaria. En España al año ocurren en torno a 100.000 casos de ictus, es decir, una media de un paciente cada seis minutos. De los pacientes en torno a un tercio quedan con secuelas y solo un 40% es autónomo para sus actividades básicas de la vida diaria (13, 15, 16, 17).
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), los datos más significativos sobre las defunciones de ACV entre 2020 y 2022 son los siguientes:
Figura 6: Número de muertes por ictus en los años 2020-2022. Fuente: Instituto Nacional de Estadística (INE) [Internet]. Madrid; Defunciones según la causa de muerte. Disponible:https://public.tableau.com/views/CAUSAS_DE_MUERTE/Dashboard1?:showVizHome=no&:embed=true
Los análisis realizados por el INE y según la OMS prevén que en el año 2050 los adultos mayores de 65 años representen más del 46% de la población total y que entorno a la mitad de ellos pueda sufrir esta patología. El 15% de los casos es menor de 45 años (15, 16).
Cabe destacar que con la edad los casos aumentan, es decir, va creciendo en términos de prevalencia e incidencia. En general se producen más casos de ictus en mayores de 55 años. Teniendo en cuenta los últimos estudios, el 21% de la población mayor de 60 años puede sufrir un ictus en los próximos 10 años (15, 16).
Para el sistema sanitario, esta situación supone una sobrecarga económica. Teniendo en cuenta que la esperanza de vida ha aumentado en los últimos años y la incidencia ha aumentado, se generan más necesidades y demandas. En consecuencia, el coste sociosanitario también está siendo mayor (13).
Entre el 2 y el 4% de los gastos sanitarios de los países desarrollados se invierten en ictus. Por cada persona que ingresa por este problema se gastan unos 4.000€ durante los primeros tres meses. Esto ocasiona un gasto sanitario nacional de aproximadamente 1.200 millones de euros (16, 17).
Por último, en los últimos años, gracias a los protocolos y unidades de precisión, tratamientos y avances en torno al ictus, se están reduciendo los costes y consiguiendo resultados cada vez más eficientes. De hecho, se evitan muchas consecuencias y complicaciones futuras (18).
Dependiendo el proceso de mecanismo, se diferencian el ictus isquémico y el hemorrágico. El 80-85% de los ictus son isquémicos y se debe a la obstrucción de una estructura vascular, en la que se forma un coagulo. Cuando el coágulo se origina en el lugar de la obstrucción, se llama trombosis cerebral. En cambio, se llama embolia cerebral si el coágulo llega desde otro lugar del organismo. El 15-20% de los ACV son hemorrágicos, es decir, se produce una rotura vascular (12, 14, 19).
Ocasionalmente, se produce el tipo de ictus denominado Accidente Isquémico Transitorio (AIT). En una zona del cerebro el flujo sanguíneo sólo se interrumpe temporalmente y los síntomas duran unos pocos minutos (12, 19). No obstante, existe una alta probabilidad de sufrir ictus isquémico tanto en los próximos días como en los meses, por lo que estas situaciones deben ser detectadas y tratadas a la mayor brevedad posible (20).
A continuación un resumen de los tipos de ACV recién clasificados.
Figura 7: Breve esquema sobre la clasificación del ictus. Elaboración propia.
Las manifestaciones clínicas no dependen del tipo de ictus, sino del área cerebral afectada y de su tamaño. La característica principal es que los síntomas aparecen de forma espontánea (21). Ante cualquier síntoma no habitual es imprescindible llamar lo antes posible al 112 y actuar lo antes posible para reducir los efectos adversos (19).
En general aparecen más de uno de los síntomas que se citan a continuación:
Se debe de tener en cuenta que el déficit es contralateral a la lesión, es decir, si la lesión se localiza en el hemisferio derecho el paciente tendrá hemiparesia izquierda. Esto es la norma general con excepción de los pares craneales, en el que la afectación es homolateral al nervio afectado (4, 9).
La desaparición inmediata de uno de estos síntomas no significa que la situación no sea grave. Puede ser un ictus transitorio, por lo que es imprescindible actuar con la misma importancia ante cualquier síntoma (20).
Figura 8: Factores de riesgo. Fuente: Potter TBH, Tannous J, Vahidy FS. A Contemporary review of epidemiology, risk factors, etiology and outcomes of premature stroke. Current Atherosclerosis Reports [Internet]. 2022;24(12):939-948. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC9660017/
Para diferenciar el ictus hemorrágico del isquémico es necesario la realización de una Tomografía Axial Computarizada (TAC). Por lo que a todos los pacientes con sospecha de ictus se le pide dicha prueba. Primero, se realiza un TAC basal sin contraste. Dicha prueba permite diferenciar el ictus isquémico del hemorrágico o cualquier lesión diferencial que haya (por ejemplo, malformación vascular, infección o tumor). Segundo, en el caso que el ictus sea isquémico se realizara un TAC con contraste (angioTAC). Se utilizan con el fin de identificar pacientes con ictus isquémico que se pueden beneficiar de tratamientos de reperfusión. Para complementar la prueba, se puede realizar un TAC de perfusión en el que se puede distinguir si existe alteración en la perfusión y flujo sanguíneo y que haya infarto (isquemia que produce la muerte neuronal, dicho tejido es irreversible) o penumbra (el flujo sanguíneo de la zona afecta está disminuido, pudiendo ser revertida la zona) (14, 22).
Hay que tener en cuenta en todo momento el tiempo. Por lo tanto, es fundamental solicitar atención urgente para que el paciente sea trasladado sin demora al centro hospitalario más adecuado y cercano para aplicar el tratamiento idóneo en cada caso (15, 20, 23).
Todo paciente sospechoso de ictus es sometido a anamnesis, exploración física y neurológica. A continuación se realizará un TAC cerebral urgente o RMN (Resonancia Magnética Nuclear) para determinar el diagnóstico. Para medir el grado de privación neurológica se utilizarán dos escalas que ayudan a determinar la localización del vaso sanguíneo obstruido: ASPECT y NIHSS que en inglés significa National Institutes of Health Stroke Scale (15, 23).
El paciente ingresara en la unidad de ictus (unidad neurológica especializada) y será fundamental un mantenimiento adecuado de las constantes vitales y control hemodinámico. En el caso del ictus isquémico lo primordial es la desobstrucción del vaso ocluido, es decir, la eliminación del coágulo. Para ello, hay dos maneras: Por un lado, se realizara un tratamiento endovascular llamado fibrinólisis. Es un fármaco denominado rtPA que por vía intravenosa permite la disolución de los coágulos. Por el otro lado, cuando el coágulo es grande y el vaso obstruido de gran calibre muchas veces el tratamiento trombolítico no es suficiente para desobstruir el vaso por lo que se realiza la trombectomía mecánica cerebral. En este procedimiento mediante un catéter, generalmente canalizado desde la arteria femoral, se despliega un dispositivo en el sitio donde este localizado el trombo y permite extraerlo. Está técnica es muy eficaz para restituir el tejido cerebral y evitar las secuelas dañados previamente a causa de la isquemia cerebral (20, 23).
En el caso de la hemorragia cerebral, lo primordial será controlar la tensión arterial ya que en mucho de los casos hemorrágicos los pacientes son hipertensos y tienen cifras muy elevadas cuando ocurre el ictus. Por lo que el manejo adecuado de la tensión arterial permitirá mejorar la evolución. En algunos casos como hemorragias cerebrales asociadas a anticoagulantes orales, la administración de los antídotos también ayuda a mejorar la situación (20, 23).
Para terminar, en los casos que hay una malformación vascular, por ejemplo en los casos de los aneurismas en las hemorragias cerebrales, el cierre de la aneurisma o de la malformación vascular también permitirá la mejora del pronóstico de los pacientes (20, 23).
Es el protocolo de actividad multidisciplinar que se activa a partir del momento en el que la persona manifiesta tener cualquier síntoma de ictus (20). Esto permite identificar rápidamente los signos y síntomas del ACV, actuar de forma prioritaria y llegar al hospital referencial en función de su ubicación. De esta forma, se pondrá en marcha la coordinación entre los diferentes servicios y se podrá prestar una atención eficaz al paciente tanto a nivel extrahospitalario como hospitalario (18, 20).
El Código de Ictus (CI) se divide en 2 fases:
Figura 9: Guía sanitaria de la cadena del código ictus. Fuente: Sánchez Zurita MA, Chisag Guamán MM, Quinatoa Caba GG, Sandoval Balarezo GM. Actuación de enfermería en el manejo de pacientes con ACV isquémico. Sapienza: International Journal of Interdisciplinary Studies [Internet]. 2022;3(3):16-29. Disponible en: https://journals.sapienzaeditorial.com/index.php/SIJIS/article/view/391/252
Figura 10: Criterios de inclusión y exclusión ante el CI. Elaboración propia.
Los hospitales donde se encuentran las unidades de ictus están adecuados y preparados para mantener los pacientes controlados en todo momento donde los pacientes están monitorizados. Según la “European Stroke Organization” por cada enfermera tiene que haber un ratio de dos pacientes. Se caracteriza por una sistematización en la atención al paciente, que proporciona una vigilancia continuada y unos cuidados de enfermería especializados con criterios de ingreso preestablecidos (23).
Es el recurso más eficaz disponible para tratar la fase aguda del ictus. Participa un equipo multidisciplinar especializado las 24 horas del día. Todos los pacientes diagnosticados de ictus ingresan en UI, a excepción si el paciente tiene bajo nivel de consciencia. En esos casos, el paciente ingresa en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Una vez estabilizado el paciente en 24-48 horas, es trasladado a la unidad correspondiente (21, 23).
Se pueden prevenir más del 80% de los casos. Como prevención es importante cuidar especialmente los factores de riesgo modificables previamente mencionados. Por un lado, hay que dejar vicios malos, como dejar de fumar tabaco, reducir el consumo de alcohol y los alimentos ricos en azúcar y grasa. Por otro lado, fomentar un estilo de vida saludable: Realizar actividad física (unos 30 minutos al día) y mantener una dieta sana (entre otros, consumir alimentos ricos en frutas y hortalizas y escasos en cantidad de sal) (15, 21, 24, 25).
La epilepsia es una enfermedad neurológica crónica provocada por crisis convulsivas (convulsiones) recurrentes. Es un trastorno cerebral que se produce cuando las células, conocidas como neuronas, transmiten señales de forma anormal. Esta situación puede provocar sensaciones, emociones y comportamientos extraños, espasmos musculares y pérdida de consciencia (4, 26).
Los pacientes diagnosticados con epilepsia cumplen cualquiera de estas características:
Estas características son de gran relevancia ya que la mitad de las personas que han sufrido una primera crisis espontánea no la vuelven a sufrir y por eso no padecen epilepsia (4, 29).
Al hablar de epilepsia, se emplean con frecuencia una seria de conceptos que son:
Las convulsiones pueden ser causadas por diferentes condiciones, como epilepsia, traumatismo craneoencefálico (TCE), enfermedades neurológicas, un descenso excesivo de los niveles de glucosa en sangre y cerebro, infecciones o fiebre. También puede ocurrir a consecuencia de la intoxicación o abstinencia del alcohol o por algunos medicamentos (4, 26).
Según la OMS, la epilepsia es una de las enfermedades neurológicas más comunes. Se estima que 50 millones de personas en todo el mundo padecen epilepsia. En torno a 300.000 – 400.000 personas son afectadas en España. El mal puede afectar a gente de cualquier edad, sexo, raza, clase social o país; aunque se considera que el 80% de los casos afecta a la población de ingresos bajos y medianos (26, 32).
Se estima que un 8% de la población sufrirá alguna convulsión a lo largo de su vida; mientras que alrededor de un 1% será diagnosticado de epilepsia. La tasa de mortalidad de pacientes con epilepsia es de 2 a 3 veces superior que la de la población general y se estima que vivirán entre 2 y 10 años menos (32).
La falta de conocimiento sobre la dolencia hace que muchos pacientes sufran una gran discriminación, hasta el punto de ser marginados socialmente. Según fuentes oficiales, un 70% de personas diagnosticadas de epilepsia podrían vivir sin convulsiones y hacer vida normal si tuvieran un diagnóstico y tratamiento adecuado. Por lo que, es imprescindible un buen control terapéutico para garantizar su calidad de vida (26, 32).
Teniendo en cuenta que la epilepsia es una de las enfermedades neurológicas crónicas más frecuentes supone un alto coste social y genera un gran impacto en la salud física y mental. Constituye una de las enfermedades con una mayor pérdida de años de vida ajustado por discapacidad. Debido a su cronicidad, requiere tratamiento a largo plazo y representa una alta proporción de gasto del sistema nacional de salud. Aunque la epilepsia es una enfermedad común, en España no se ha analizado el impacto que genera de manera global. Según estudio realizado de la SEN, un paciente farmacorresistente supone más de 7.000€ de gastos por año. El coste directo anual por paciente es de un promedio de 2.500€, alcanzando los 4.000€ en el primer año (26, 33).
No obstante, no hay suficiente evidencia reciente, más aun sabiendo que en los últimos años ha habido importantes avances tanto en el diagnóstico como en los nuevos tratamientos (33).
Los diferentes tipos de convulsiones se pueden clasificar de diferentes maneras, en este trabajo se van a diferenciar en dos.
La primera clasificación se hará según la relación de tiempo. Se pueden dividir entre crisis provocadas y espontaneas.
La segunda clasificación se divide según la parte del cerebro afectada y la forma en que se manifiestan los síntomas. Teniendo en cuenta está clasificación se diferencian dos tipos: Crisis generalizadas y crisis parciales o focales.
Este es un esquema sencillo teniendo en cuenta dicha característica:
Figura 11: Clasificación de epilepsia según afectación cerebral. Elaboración propia
En las crisis focales, la descarga epiléptica comienza en una determinada zona de la superficie cerebral. En dichas convulsiones, los síntomas y signos pueden variar según las funciones de cada zona. El paciente puede realizar movimientos involuntarios, sufrir alteraciones de la consciencia, tener sensaciones extrañas, padecer problemas visuales o de habla. Las crisis focales pueden ser de tres tipos (4, 27, 30):
Es muy importante saber cómo se inicia la crisis convulsiva y cuáles son las manifestaciones clínicas para poder saber si es una crisis causada por un foco localizado o si el inicio ha sido similar en todo el encéfalo.
En las crisis generalizadas, la descarga epiléptica afecta simultáneamente a toda la superficie cerebral. Puede causar convulsiones tónicas-clónicas. La persona puede perder el conocimiento, padecer convulsiones musculares y perder el control de los esfínteres (4, 27).
Teniendo en cuanto los subtipos de crisis generalizadas se dividen entre las que son convulsivas y no convulsivas.
Dentro de las crisis generalizadas convulsivas están:
Dentro de las crisis generalizadas no convulsivas están:
Las personas que sufren epilepsia pueden padecer diversos síntomas antes, durante o tras el episodio. La clínica aumenta en muchas ocasiones, desde trastornos psicosociales como la ansiedad o depresión, hasta problemas físicos causados por las convulsiones (26, 28).
Estos son algunos de los signos y síntomas más relevantes de las crisis focales:
Después de la convulsión, el paciente puede no recordar nada de lo ocurrido durante el proceso. Puede sentirse confuso o desorientado (4).
Los potenciadores de las crisis convulsivas pueden variar y en muchas ocasiones no se encuentra una causa específica. Las causas más comunes incluyen:
Los factores que pueden desencadenar crisis convulsivas en pacientes diagnosticados con epilepsia son:
El diagnóstico de las crisis convulsivas se basa en una evaluación clínica detallada en el que incluye:
Es importante acudir o contactar con el servicio de urgencia si se tienen síntomas previamente mencionados para diagnosticar lo antes posible y recibir el tratamiento adecuado (29, 30).
Un diagnóstico preciso puede ayudar a mejorar el manejo de la enfermedad, prevenir futuras convulsiones y mejorar la calidad de vida del paciente.
El tratamiento de las crisis convulsivas depende de la causa de origen. Algunas de las opciones de los tratamientos incluyen:
Los expertos recomiendan que se mire muy atentamente todo lo que ocurre durante la crisis, ya que así se obtiene información muy útil para el diagnóstico posterior.
La epilepsia se puede prevenir dependiendo de la causa de origen. Hay factores que son previsibles: Reducir la incidencia de los traumáticos craneales se reflejará en la disminución de las incidencias de las crisis. Tomar tratamiento antiepiléptico según prescripción médica, evitar el consumo de drogas y alcohol, dormir lo suficiente y mantener un horario regular del sueño. Además, evitar el estrés y practicar técnicas de relajación. Identificar y evitar desencadenantes de dicha patología como ciertos alimentos o luces parpadeantes (26, 32).
La cefalea es el síntoma neurológico más frecuente por la cual el paciente acude al servicio de consultas externas o servicio de urgencias, sobre todo cuando no se consigue aliviar la sintomatología con analgésicos. El término cefalea significa un dolor localizado en la zona de la cabeza, aunque también puede afectar la zona alrededor del ojo, incluso extenderse hacia la cara. La gravedad del dolor de cabeza no está relacionada con el tamaño de la lesión (34, 35).
En España constituye el primer motivo de acudir al neurólogo. Es un síntoma común, que está muy presente en el día a día de la mayoría de las personas y puede llegar a producir mucho dolor y preocupación en quien la padece. Además, repercute en la calidad de vida del paciente, tanto físico, social y psicológico (34, 35).
Al año un 90% de la población tiene algún tipo de dolor de cabeza. Cabe destacar, que dicho dolor es una de las principales preocupaciones a nivel mundial (34, 35, 36).
El dolor de cabeza afecta entorno a un 70% de la población masculina y al 90% de las personas femeninas. Según datos recientes de Carga Global de Enfermedades, en inglés Global Burden of Disease (GBD), la migraña (un tipo de cefalea primaria) constituye dentro de las patologías neurológicas la segunda causa de discapacidad (por detrás del ictus) y la primera entre las mujeres jóvenes. Según la OMS es la séptima causa de discapacidad en todo el mundo. En España, la migraña la padecen más de 4 millones de personas y de esas 1 millón de manera crónica (34, 35, 36).
El 90% de los dolores de cabeza corresponden a las cefaleas primarias, a los cuales la cefalea forma parte de la misma enfermedad, y un 10% solo corresponden a cefaleas secundarias. Más adelante se clasificarán y se distinguirán de manera más específica (34, 37).
Para finalizar, cabe destacar que en torno a dos millones de españoles padecen cefalea más de 15 días al mes y que un 4% de la población sufre cefalea crónica, de las cuales la mitad a causa de la migraña crónica (37).
Teniendo en cuenta la diversidad y la prevalencia de las cefaleas, la migraña es el trastorno más habitual entre la cefalea primaria y de los más incapacitantes por lo que genera un impacto económico importante tanto para la sociedad como para el individuo. En los últimos estudios realizados, supone unos 5.000€ al año de gastos por cada individuo que sufre migraña aguda y un promedio de 13.000€ por cada persona con migraña crónica. Los costes directos son los relacionados con la salud (por ejemplo: Gastos sanitarios, fármacos, pruebas complementarias, consultas médicas) y los indirectos son los derivados de las invalidaciones o molestias que ha ocasionado al paciente como consecuencia de su enfermedad (desempleo y gastos administrativos hospitalarios, entre otros). Además, la revista “The American Journal of Medicine” anuncia que cada año se gastan aproximadamente mil millones de dólares en imágenes cerebrales innecesarias en trastornos primarios de cefalea. (34, 36).
Para terminar, comentar que es importante un buen diagnóstico de esta dolencia para poder tener un buen tratamiento para ayudar a reducir el dolor, el sufrimiento y la carga económica.
Según la Clasificación de la Sociedad Internacional de las Cefaleas en inglés The International Classification of Headache Disorders (ICHD) se dividen en cefaleas primaria y secundaria.
Figura 12: Esquema de las cefaleas más habituales dependiendo la clasificación ICHD. Elaboración propia.
Cefaleas primarias: Son aquellas en las que la cefalea es la causa de la enfermedad, es decir, no hay ningún otro desencadenante. La mayoría de las causas de consulta son por cefaleas primarias, es decir, que no hay ningún problema intracraneal subyacente. Es más frecuente la tensional, pero por sus características también menos invalidante. En este grupo se hablarán de las cefaleas más comunes que son (34, 36):
Para terminar con la migraña, se aprecian dos complicaciones fundamentales:
Estado migrañoso: Crisis de migraña que se prolonga más de 72 horas.
Infarto migrañoso: Uno o más síntomas de aura migrañosa asociados a lesión isquémica cerebral demostrada por pruebas diagnósticas como el TAC. Se suele iniciar en pacientes con episodio de migraña con aura (34, 38).
Figura 13: Breve explicación de las diferentes cefaleas tensionales. Fuente: Olesen J, Bendtsen L, Goadsby P. Comité de clasificación de la cefalea de la Sociedad Internacional de Cefaleas (IHS). III edición de la clasificación internacional de las cefaleas. Cephalalgia [Internet]. 2018;38(1):1-211. Disponible en: https://ihs-headache.org/wp-content/uploads/2020/05/3559_ichd-3-spanish.pdf
Cefaleas secundarias: El dolor de cabeza es un síntoma más de otra enfermedad. No implica que siempre sea un problema grave, además son pocas las causas que amenazan la vida. Teniendo en cuenta las cefaleas secundarias mencionadas en la figura 11, aunque las cefaleas por resaca y fiebre son las más frecuentes, se mencionará la cefalea post traumática por su elevada frecuencia y daños colaterales (34, 38).
Figura 14: Tipos de TCE según gravedad. Fuente: Santos Lasaosa S, Pozo-Rosich P. Manual de Práctica Clínica en Cefaleas. Recomendaciones Diagnóstico-Terapéuticas de la Sociedad Española de Neurología 2020 [Internet]. Madrid: SEN; 2020. 476 p. Disponible en: https://www.sen.es/pdf/2020/ManualCefaleas2020.pdf
Para terminar con el apartado de cefalea secundaria, existen algunas señales de alerta denominadas banderas rojas con el acrónimo en inglés de “SNNOOP10” en el que indican la necesidad de una evaluación instantánea. Debido al uso de la lista “SNNOOP10” se conseguirá detectar de manera precoz la causa secundaria a la cefalea. Consta de 15 elementos los cuales son (39, 40):
Para finalizar con la clasificación, comentar que en el apartado de las neuropatías craneales dolorosas y otros dolores faciales se manifiestan dependiendo del nervio afectado. Cabe destacar la neuralgia del trigémino. Es un dolor severo que se manifiesta como una descarga eléctrica, punzante y el dolor se limita a la zona del nervio trigémino del lado facial afectado. Empeora con estímulos inocuos (38).
Hay que destacar que hay mucho más subtipos, pero los comentados son los más habituales.
El diagnóstico de las cefaleas es clínico por lo que se realizará una anamnesis. Con la ayuda de la historia clínica y el examen físico se conseguirá un buen diagnóstico. Además, es importante para poder detectar cualquier signo y síntoma que alerten de algún factor explicado en la bandera roja. Durante la entrevista se valorarán dichos aspectos (19, 39):
En la mayoría de los casos es suficiente la información obtenida desde dichas fuentes y no hace falta realizar ninguna prueba más. Solo en algunas circunstancias está indicado realizar algún procedimiento de neuroimagen (TAC o RMN). Con dichas pruebas se pueden descartar lesiones graves en la que haya que intervenir de urgencia. Estos últimos procedimientos se realizarán para saber si hay un problema secundario o circunstancias denominadas criterios de alarma que hacen pensar que haya algún problema subyacente; tal como, el inicio de una cefalea explosiva, un dolor de cabeza con confusión mental o alteración del comportamiento (19, 39).
El tratamiento de la cefalea primaria irá dirigido a esa cefalea. El tratamiento será específico dependiendo del tipo de dolor de cabeza. Sin embrago, el de la cefalea secundaria será tratar la causa, por ejemplo si la causa es la gripe, se tratará dicha patología para aliviar los síntomas. En todos los tipos de cefaleas se deben tener en cuenta tres aspectos, las medidas no farmacológicas, el tratamiento sintomático y el preventivo (34, 40).
Respecto a las medidas no farmacológicas, cabe destacar la importancia que el paciente tenga en cuenta los siguientes aspectos:
En cuanto al tratamiento farmacológico, dependerá del diagnóstico y de los signos y síntomas de cada individuo. El objetivo de dichos fármacos es conseguir una mejora del control del dolor y de los síntomas. El tratamiento ha de ser individual para cada paciente, ya que no todos los pacientes necesitan lo mismo para cada episodio. En el tratamiento farmacológico de primera línea están los analgésicos más habituales, que son lo que se sitúan en el primer escalón de la escala analgésica de la OMS. Son los AINEs, el paracetamol y el metamizol. Además de ellos es habitual como tratamiento de primera línea los triptanes. Los triptanes son generalmente usados para el tratamiento de la migraña de grado moderado-grave. Las medicaciones coadyuvantes, como los antieméticos, son utilizadas para aquellos pacientes que tengan náuseas y/o vómitos. Se desaconseja el consumo de morfina y las combinaciones de analgésicos con cafeína y algunos medicamentos del segundo escalón como el tramadol o la codeína ya que podría desencadenarse una cefalea crónica por abuso de medicamentos (19, 34, 41).
La OMS establece una escalera analgésica que se compone de tres niveles analgésicos:
En todos los niveles de la escalera analgésica pueden añadirse fármacos coadyuvantes. Estos fármacos incluyen todos aquellos fármacos, sin ser considerados analgésicos propiamente dichos, si tienen la capacidad de modular la sensación dolora. Fármacos como corticoides, relajantes musculares, ansiolíticos, antidepresivos y anticonvulsionantes (41, 42). Hay que tener precaución con el manejo de los analgésicos en personas con tratamiento anticoagulante, con riesgo gastrointestinal o cardiovascular ya que en muchas ocasiones están contraindicados algunos de los analgésicos. Por ejemplo, evitar el uso de los AINEs en pacientes anticoagulados (42).
Figura 15: Escalera analgésica adaptada de la OMS. Fuente: Dolor.com; 2023. Medidas farmacológicas. Tratamientos farmacológicos. Escala analgésica de la OMS. Disponible en: https://www.dolor.com/es-es/para-sus-pacientes/manejo-y-tratamiento-del-dolor/tratamiento-farmacologico-escala-analgesica-oms
Estos son algunos de los analgésicos habituales que se toman para el tratamiento de alguna de las cefaleas primarias (19, 34):
Figura 16: Analgésicos habituales según algunos tipos de cefaleas primarias. Elaboración propia.
Hay que evitar el uso excesivo de analgésicos. En el caso de continuar con dolor o aumentar habrá que acudir a urgencias (19).
El objetivo es prevenir la aparición y disminuir la intensidad en caso que aparezcan las crisis. A pesar de las diferentes cefaleas, es muy importante tener en cuenta los aspectos mencionados en el apartado de tratamiento no farmacológico. Además, para llevar un registro más específico, la ayuda de un diario (registrando las características de cada episodio) y/o un calendario (apuntando los días de dolores de cabeza) ayudará tanto al paciente como al sanitario a tomar medidas más precisas en cada circunstancia (40).
La indicación de tomar tratamiento farmacológico en modo preventivo, será valorada con el médico correspondiente dependiendo de cómo afecta en su estilo de vida de manera psicosocial. Hay que advertir al paciente que el objetivo es reducir la intensidad y la frecuencia de las crisis, no suprimirlas y que es imprescindible esperar un mínimo de tres meses para valorar su efecto. Si la terapia es efectiva se intentará retirar el tratamiento durante los seis y doce meses siguientes (34, 40).
Una persona ha de saber que tiene que acudir a urgencias cuando presenta un dolor de inicio brusco o intenso, sobre todo cuando se asocia a vómitos incontrolados o cuando aparece una focalidad neurológica, como un problema de vista, debilidad de una parte del cuerpo o una alteración de la sensibilidad, persistencia de cefalea severa a pesar del tratamiento analgésico habitual o el dolor de cabeza que despierta por la noche. Cuando aparece fiebre o un dolor con características diferentes que se tiene habitualmente también se acudirá al servicio de urgencias.
Para terminar, es importante saber que aunque la mayoría de las cefaleas no ponen en peligro la vida del individuo, el no reconocer los signos de alarma tiene consecuencias importantes (34, 40).
El TCE es una alteración en la función cerebral secundaria por una fuerza externa, generando un daño estructural y funcional del tejido cerebral y sus vasos sanguíneos. El accidente suele suceder de manera brusca e inesperada y la mayoría de ellos suceden en el medio extrahospitalario (43).
Las causas del TCE varían dependiendo del grupo de edades. En la infancia la etiología más frecuente son las caídas desde diferentes alturas e irresponsabilidad del adulto hacia el cuidado del niño y el maltrato infantil. En pacientes jóvenes menores de 25 años el principal motivo son los accidentes por consumo de alcohol y conducción y en los adultos jóvenes (25-40 años) las causas más comunes son los accidentes laborales, lesiones de deporte de contacto y accidentes de tráfico. En la edad adulta la principal causa de consulta está asociado con las caídas (44, 45).
En España ocurren alrededor de 200 casos al año por cada 100.000 habitantes, de los cuales el 9% fallecen antes de llegar al hospital. El 6% restante fallece en el hospital y es la causa de invalidez de aproximadamente un 15% de esos pacientes. Además, teniendo en cuenta que la población anciana cada vez crece más, en los últimos años se puede decir que la incidencia de TCE se ha duplicado (46). Se estima que aproximadamente la mitad de la población mundial sufrirá un TCE a lo largo de su vida. Es la causa más común de muerte en adultos menores de 45 años a causa de un politraumatismo y afecta dos veces más a los hombres que a las mujeres (45, 47, 48).
El TCE es una de las primeras causas de muerte y discapacidad mundial. De hecho, en el año 2020 fue la primera causa de muerte. Además, es una de las principales causas de incapacidad en la población menor de 45 años (43, 46).
La mayoría de los TCE no ocurre de forma aislada, sino que se asocian a un politraumatismo, siendo la lesión neurológica el principal determinante en el grado de recuperación en los mismos. Se define al individuo politraumatizado como aquel que presenta dos o más lesiones traumáticas con afectación de varias zonas anatómicas u órganos. Durante la atención del paciente politraumatizado se distinguen tres momentos o etapas en los que una correcta actuación de parte del sistema sanitario resulta determinante de forma inmediata (45, 48, 49).
Existen diferentes maneras de clasificar, en este trabajo se diferencian dependiendo del grado de consciencia y teniendo en cuenta su fisiopatología.
Según el grado de consciencia, se valorará el nivel de alerta mediante la escala de Glasgow. Es la escala más empleada para ello. Se caracteriza por tres parámetros que son la respuesta visual (se califica 1-4 puntos), verbal (calificada 1-5 puntos) y motora (se califica 1-6 puntos). Cada uno de estos criterios debe de ser evaluado de manera individual. Se puede conseguir un mínimo de 3 puntos y un máximo de 15 puntos (44).
Figura 17: Escala de Glasgow. Fuente: Giraldo García GA, Puerta Bedoya D. Manejo quirúrgico del trauma craneoencefálico. Sociedad Colombiana de Anestesiología y Reanimación [Internet]. 2019:102. Disponible en: https://fepasde.com/wp-content/uploads/Trauma-craneoencefalico-ene-17.pdf#page=108
Teniendo en cuenta las características y sus respectivas puntuaciones se puede evaluar el estado del paciente en tres grupos:
La postura de decorticación hace sospechar de lesión hemisférica profunda o lesión bilateral, es decir, de ambos hemisferios. Sin embargo, la postura de descerebración hace sospechar de lesión del tronco cerebral (50).
Figura 18: Posiciones anormales. Fuente: Rank W. Realización de valoraciones neurológicas minuciosas. Nursing. Elsevier [Internet]. 2014;31(4):57-60. Disponible en: https://www.elsevier.es/es-revista-nursing-20-articulo-realizacion-valoraciones-neurologicas-minuciosas-S0212538214001253
El impacto mecánico sobre las estructuras encefálicas produce lesiones en el tejido nervioso que se clasifican en lesiones primarias y secundarias (44).
Cabe destacar que la presencia de hipertensión intracraneal está presente en torno a un 65% de los casos de TCE graves y está relacionada con muchas de las muertes de este trauma (54).
Las lesiones pueden variar desde un golpe pequeño a una lesión grave de emergencia vital. Ante un TCE los signos y síntomas que nos deben hacer sospechar que el traumatismo es grave o que requiere atención médica son:
El objetivo fundamental es establecer las prioridades de la asistencia médica de urgencia para dar prioridad a las situaciones que son una amenaza vital inmediata.
La valoración inicial o primaria es un proceso ordenado y continuo. El TCE es especialmente crítico, ya que la intensidad del golpe puede afectar al SNC. Tras el accidente, puede haber una herida simple de la cabeza y/o cara, una fractura craneal, signos de afectación cerebral o varias de ellas conjuntamente. El riesgo más importante es la afectación del SNC, provocando una destrucción de las neuronas cerebrales con secuelas permanentes o que pueden causar la muerte del accidentado. Siempre que haya un paciente con TCE se debe sospechar la posibilidad de lesión cervical hasta que se demuestre lo contrario (45, 56).
Es imprescindible la coordinación entre los miembros del grupo y realizar los cuidados adecuados en función del estado del paciente. Dicha valoración es conocida como ABCDE. En cada etapa se realiza una valoración y su correspondiente tratamiento. No se comenzará la siguiente etapa hasta no finalizar la anterior. Consiste en identificar aquellas situaciones que supongan una amenaza inmediata para la vida (44, 49, 56). Cada etapa incluye las siguientes características:
Se comprobará la permeabilidad de la vía aérea. Se utilizará la maniobra indicada que es la tracción mandibular. Hay que retirar cualquier objeto que pueda obstruir la vía aérea. Después, se valorará la necesidad de permeabilizar la vía aérea mediante una cánula orofaríngea (cánula de guedel) o una vía aérea definitiva mediante la técnica de intubación para permitir una buena ventilación del paciente o si es suficiente calmar al paciente mediante el uso farmacológico (45, 49, 56).
Para finalizar con la primera etapa, se procederá a inmovilizar la zona cervical mediante el collarín rígido. Primero se mide la talla adecuada, tomando los dedos como referencia. La maniobra se realiza entre dos personas (una persona tracciona el cuello y la otra coloca el collarín). El collarín debe de ser adaptable a diferentes pacientes y sus anatomías. Además, debe de disponer de apoyo para el mentón para impedir la flexión y/o extensión del cuello. El sistema sanitario dispone de varias tallas y mecanismos reguladores que faciliten su adaptación (49, 56).
Lo primero es valorar si el paciente respira de manera espontánea y asegurar una correcta ventilación y oxigenación. Es importante recordar que la función del aparato respiratorio es realizar el intercambio gaseoso aportando oxígeno suficiente al organismo y eliminando el exceso de dióxido de carbono. En el caso de una respiración inadecuada, se colocará una mascarilla de oxígeno de alto flujo. También hay que valorar la frecuencia y profundidad respiratoria. Se expone el tórax con el fin de inspeccionar y auscultar para descartar cualquier patología vital así como un neumotórax a tensión, abierto o inestable. Es una manera rápida y no invasiva para hacer una idea del estado respiratorio del individuo afectado (49, 56).
Hay que valorar el pulso. En el caso de la ausencia del pulso carotideo se realizará la reanimación pulmonar. En el caso de que haya pulso se canalizarán dos catéteres cortos y de grueso calibre para poder infundir grandes volúmenes en un corto periodo de tiempo. Al mismo tiempo, se aprovechará para extraer una analítica completa. Durante esta etapa también se monitorizará al paciente colocándole el manguito de la tensión arterial, pulsioxímetro y los electrodos para realizar un electrocardiograma. Se valorará también el color de la piel, el relleno capilar (el relleno normal es de 2 segundos) y la presencia de shock o posible hemorragia interna (signos y síntomas de hipotensión, taquipnea, cianosis y diaforesis, entre otros). Será fundamental garantizar un control adecuado en los casos de hemorragia masiva realizando presión directa en la zona y se comenzará a administrar sueroterapia y trasfusión de sangre lo antes posible (45, 49, 56).
Figura 19: Valores de los pulsos y relación con TAS. Fuente: Vegas Rodríguez FJ, Caballero Trenado JV. Valoración del paciente politraumatizado. Curso de urgencias. Gerencia del Área de Salud de Badajoz [Internet]. 2018. Disponible en: https://www.areasaludbadajoz.com/images/stories/politrauma_2018.pdf
Primero se procederá a una valoración rápida del estado neurológico a través de la escala de coma de Glasgow y la valoración pupilar. Las pupilas aportan información sobre el nervio motor ocular (par craneal III). El diámetro normal de la pupila es entre 2 y 5 mm (49, 56).
Figura 20: Midriasis y miosis pupilas. Fuente: Anatomía ocular. Dilatación pupilar o midriasis: ¿Por qué ocurre?. 2023. Disponible en: https://www.rahhal.com/dilatacion-pupilar-midriasis/
Estos son los reflejos pupilares más habituales:
Estos son los signos y síntomas de compromiso vital que se puede deducir que hay una rotura en la base del cráneo:
Hay que prestar atención si se combina con alguno de los signos. Es muy importante saber que ante la presencia de cualquiera de las características mencionadas hay que actuar de manera rápida para salvar la vida del paciente.
Hay que recordar que si hay sospecha de hemorragia intracraneal, se requerirá intervención quirúrgica urgente ya que existe un alto riesgo de herniación y muerte inminente. Además, muchos de los TCE de alta gravedad suelen estar asociados a lesiones cervicales, por lo que hay que extremar las precauciones (56).
En la unidad de críticos, resulta útil controlar la Presión de Perfusión Cerebral (PPC) que sirve para controlar el flujo sanguíneo cerebral. Es la diferencia entre la Presión Arterial Media (PAM) y la Presión Intracraneal (PIC). Los límites normales de la PPC en pacientes con TCE se sitúan entre 60-70 mmHg. Valores inferiores a 60mmHg puede provocar daños cerebrales irreversibles y valores superiores pueden llegar a generar un síndrome de dificultad respiratoria aguda. La ecuación es PPC = PAM – PIC (45).
Se debe desnudar completamente al paciente y cubrirle con una manta para prevenir la hipotermia preparándolo así para la valoración secundaria. Es el último paso para buscar lesiones ocultas (49, 56).
Durante la valoración secundaria, ya con el paciente estable y fuera de los peligros vitales, se lleva a cabo una anamnesis amplia y sistémica para poder obtener la máxima información, hacen referencia a una palabra en inglés “AMPLE” que hace referencia a:
Después, se procederá a realizar una exploración física, se hará de la cabeza a los pies de manera ordenada y de manera más precisa que en la valoración inicial. Se inspeccionarán todos los tejidos para buscar posibles lesiones o inflamaciones, y se palparán todos los huesos en busca de sensibilidad o alguna alteración. En pacientes con un estado grave se colocará una sonda vesical para un control adecuado de diuresis y en pacientes intubados, a veces, se colocará una sonda nasogástrica. Las heridas abiertas se taparán con apósitos para evitar infecciones. Todas estas intervenciones se valoran en el momento, teniendo en cuenta el estado del paciente y bajo indicación médica (49, 56).
Las pruebas para su diagnóstico inicial requieren de la realización de la tomografía craneal computarizada cerebral. Actualmente es la prueba inicial por su rápido manejo en tiempo y es de gran utilidad para detectar los hematomas y/o fracturas que requieren intervención quirúrgica urgente o edemas (inflamación). Todo paciente con una puntuación inferior a 14 puntos en la escala de Glasgow van a precisar la realización de un TAC (44).
El objetivo fundamental será evitar un daño cerebral secundario. Para ello, se llevarán a cabo ciertos pasos de manera ordenada. En el caso de un traumatismo leve:
En caso de traumatismo más grave, algunas de las medidas a tener en cuenta son:
Para decidir si hay que intervenir quirúrgicamente se realizará un TAC. Se interviene en algunos casos de hematomas y contusiones cerebrales con el fin de realizar craniectomías descompresivas. Dicho objetivo es para disminuir la hipertensión endocraneal resistente al tratamiento y para reducir la mortalidad. La intervención más recomendada es la hemicraniectomía craneal, ya que la craniectomía bilateral a largo plazo genera más complicaciones, como mayor grado de discapacidad, entre otros (45, 46). Los criterios de intervención no están establecidos de manera reglamentaria.
Se intervendrá siempre que sea accesible y dependiendo de ciertos factores fundamentales para la mejora del paciente, que son:
Estos son algunos de los aspectos básicos a tener en cuenta: