Este último número del primer año de la Revista NPunto, lo dedicamos a diversas adicciones. Las conductuales ocupan el primer trabajo entendiendo como tal “la pérdida de control de la persona ante cierto tipo de conductas que tienen como características producir dependencia, síndrome de abstinencia, tolerancia y vivir para y en función de esa conducta”, ya sean químicas o comportamentales.
Se calcula que el uso nocivo del alcohol causa cada año 2,5 millones de muertes a nivel mundial, y el consumo en la mujer ha originado un cambio importante que recogemos en el siguiente artículo. El consumo de riesgo es un patrón de consumo de alcohol que aumenta el riesgo de consecuencias adversas para la salud si el hábito del consumo persiste. La Organización Mundial de la Salud lo describe como el consumo regular de 20 a 40 g diarios de alcohol en mujeres y de 40 a 60 g diarios en varones. El porcentaje de defunciones atribuibles al consumo de alcohol entre los hombres asciende al 7,6% de todas las defunciones, comparado con el 4% entre las mujeres. En 2010, el consumo total de alcohol per cápita en todo el mundo registró un promedio de 21,2 litros de alcohol puro entre los hombres, y 8,9 litros entre las mujeres.
Las intoxicaciones agudas son un motivo frecuente por el que se acude a los servicios de urgencias hospitalarios y por esto se hace necesario reunir en un mismo trabajo el manejo de los síntomas y el tratamiento de las intoxicaciones más frecuentes en nuestro medio como son: intoxicaciones medicamentosas (sobre las que nos centraremos), por drogas de abuso, por productos de limpieza, por gases irritantes y por organofosforados. Para ello se expondrán desde los procedimientos que realiza enfermería cuando estos pacientes acuden a urgencias (realización del proceso de atención enfermero, valoración ABCDE), hasta los procedimientos que se realizan una vez que el paciente ha sido estabilizado; como medidas para disminuir la absorción del tóxico (eméticos, aspiración gástrica, lavado gástrico, carbón activado y catárticos), medidas para la eliminación del tóxico (diuresis forzada neutra, diuresis forzada alcalina y diuresis forzada ácida) y la administración de antídotos en los casos en que sea posible.
Se estima que casi una cuarta parte de la población adulta la Unión Europea, más de 80 millones de personas, han probado drogas ilegales en algún momento de su vida. La droga consumida con más frecuencia es el cannabis (75,1 millones), siendo más bajas las estimaciones referentes a la cocaína (14,9 millones), las anfetaminas (11,7 millones) y la MDMA (11,5 millones). El “consumo recreativo” de drogas, es decir, el consumo, en ocasiones simultáneo, de sustancias como el alcohol, el cannabis, la cocaína, el éxtasis o MDMA (droga cuyo consumo comienza a extenderse por esa época), y toda una serie de derivados anfetamínicos, más o menos emparentados con esta última sustancia. Para muchos de estos adolescentes y jóvenes, este modo de consumo llega a considerarse prácticamente como un rito de entrada en la vida adulta y de integración en el grupo de iguales y, en general, se lleva a cabo compatibilizándolo con el mantenimiento de estilos de vida integrados, tanto en el ámbito familiar, como en el educativo e, incluso, en el laboral, en el caso de quienes ya están trabajando.
Presentamos en el último trabajo que recogemos en este número, la fuerte relación entre el TDAH y el consumo o abuso de sustancias, elaborando teorías que intentan explicar el mayor riesgo de consumo de drogas de abuso en este grupo de personas, dichas teorías pasan desde las perspectivas genéticas, biológicas basadas en los neurotransmisores dopamina y serotonina, el propio riesgo por la impulsividad de la enfermedad, el contexto social y familiar predisponente y como una de las más interesantes la teoría del uso de las drogas como forma de “automedicación”. La experiencia clínica de los profesionales de la salud mental que están en contacto con las personas con drogadicciones muestra que hay un efecto paradójico de la cocaína en cierto sector de la población, se trataría de un efecto calmante en vez de estimulante, indicando la posibilidad de que haya una comorbilidad del abuso de la cocaína con un trastorno preexistente en estos individuos, el TDAH. Basado en la experiencia clínica nos surgen dudas sobre esta relación entre la cocaína y el TDAH y en esta revisión buscaremos de manera científica resolver estas dudas, pero para ello tenemos que introducirnos un poco más en estas dos condiciones del estudio, el TDAH y el consumo de cocaína.